La Revolución y la Canción Necesaria

Mientras vamos de camino, mientras tratamos de modelar nuestra historia personal y comunitaria de acuerdo con los valores revolucionarios, se van produciendo hechos y acontecimientos que tienen que ser cantados. ¿Quién lo hará?, No, ciertamente el profeta revolucionario perpetuamente ocupado en hacer las cosas bien y en lo mucho que falta por hacer, y, muchas veces, molesto por lo mal que algunas cosas se hacen y por la lentitud en la marcha.



El cansancio es, por otra parte, una carga tremenda sobre las espaldas del revolucionario en el tiempo presente. La revolución bolivariana tiene muy viva la experiencia de la enorme desproporción existente entre las esperanzas y los esfuerzos invertidos y los magros resultados cosechados. ¿Quién alentará la marcha en las horas de cansancio y desaliento?. El dirigente profético y radical no. El debe tener una cierta tendencia en profundizar en las miserias, y la esperanza que anuncia está siempre por construirse, es para más tarde, para luego, para después.



Aquí han entrado y entran en juego los cantores del pueblo, los Alí Primera y Víctor Jara históricos o los José Montecano, Gloria Martí, Chiche Manaure, José Garcés o Lilia Vera, por sólo mencionar algunos, de nuestros días. Esos hombres y mujeres con capacidad para captar el rayo de liberación que ya existe entre nosotros, de proyecto que anuncia, de paciencia que resiste. La Revolución es un horizonte siempre inacabado, siempre por alcanzar, pero es también presencia de esperanza y amor dentro del pueblo revolucionario. Cuando por la dureza de la vida misma, por lo áspero de la misión, la luz de la revolución se hace imperceptible, son los cantores los encargados de señalarla con su canto y son ellos los únicos capaces de volver a colocar al pueblo de pie para animar su marcha, para profundizar su compromiso. Una marcha que, debido al cantor y la cantora, se hace continuada, alegre y resistente a un tiempo, el pueblo necesita de los cantores como la fiesta de la música que la acompaña.



Una de las cosas que los menos jóvenes han descubierto es la necesidad de la alegría, evitar el colocarse en posiciones demasiado serias y alejadas de la condición natural de los pueblos. La canción necesaria también aporta lo suyo en este sentido, abre los espacios para celebrar la vida, abundante y generosa, que ya habita en el corazón del pueblo. No se trata de convertirlo todo en rochela, sino de recuperar y no perder de vista jamás, el gozo de vivir al servicio de la causa más noble para un ser humano y palpar con alegría, ya, algunas de sus venturosas promesas.



Por eso se necesita de estos cantores y cantoras, por eso debemos cuidarlos, por eso debemos enaltecerlos y más aún, por eso debemos escucharlos.



(*) Sociólogo e historiador





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Martín Guédez(*)


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