Para el momento en que estoy escribiendo esta reflexión no tengo la menor idea de las causas, -seguramente poderosas- que han determinado la suspensión temporal del programa “Aló Presidente” que por años nos había acompañado cada domingo.
No teniendo conocimiento de las causas de esta suspensión, mal puedo anotarme en el vocerío que lo atribuye a un paso atrás o concesión al invocado clima de reconciliación que parecieran estar imponiendo los sectores derrotados de la oposición, quienes por cierto, para nada han renunciado a su objetivo de sacar del juego a Chávez y la revolución bolivariana. Tampoco puedo admitir una segunda teoría fruto del desconcierto en que ha sumido al pueblo revolucionario la intempestiva medida y que señala, como causa de la suspensión, la vulnerabilidad del Presidente a un posible ataque con intenciones magnicidas en medio de uno de estos programas.
Podría decir que la primera teoría choca con el conocimiento que tenemos de la irreductibilidad de Chávez ante las presiones, tengan estas características frontales o engolosinadoras. No creo que el Presidente decida la suspensión del programa como una concesión. La segunda razón luce poco menos que absurda. Concluir que el Presidente no puede hacer un programa de televisión sin riesgo severo de su seguridad personal significaría que nunca más podrá tener contacto directo con su pueblo y eso, sabemos todos, que es impensable.
Una cosa si se con absoluta seguridad. El programa “Aló Presidente” no es sólo un programa de televisión. Es, definitivamente, mucho más que eso. Es la fuente en la que abreva el pueblo revolucionario para dilucidar todas sus dudas, es el oráculo certero para conocer la línea de pensamiento real de la dirección del proceso, es el bálsamo para curarse y calmar los dolores que le producen muchos testimonios lamentables de otros voceros “revolucionarios”. Es también, incluso para los sectores de la oposición, una necesidad dominical.
Chávez, en su programa dominical, hace una aportación inestimable al pueblo revolucionario, tiene la virtud de llegar hasta cada persona y percibir cuando está mal, intuir donde está la herida y devolverle la confianza en sí mismo y en la revolución. Su presencia es absolutamente necesaria y preciosa dentro del pueblo chavista. En el programa, Chávez reúne magistralmente los dones fundamentales del dirigente: lo profético, lo cantor, lo médico y lo regio. No puedo imaginarme como habría reaccionado el pueblo ante tantas y tan variadas adversidades sin la voz dominical que mana, cada domingo, del Aló Presidente.
En fin, poco sabemos de las causas de esta suspensión temporal pero sí sabemos de la necesidad imprescindible de que el Presidente continúe con su labor de cada domingo. “Aló Presidente” ¡Ya!.
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