Todos sabemos quienes asesinaron a Danilo Anderson. Aún no tenemos el nombre
de quienes colocaron y accionaron la bomba que cegó la vida del fiscal del
pundonor, pero no tenemos dudas de donde salió la orden.
No se necesita ser un genio y mucho menos un experto en criminalística, para
deducir quienes son tan miserables y cuáles almas, en Venezuela, abrigan
tan oscuros sentimientos.
Basta con un pequeño ejercicio de memoria, para que a nuestra mente acudan
los nombres de aquellos que día tras día vomitaron odios en los medios de
comunicación y veladamente rogaron porque alguien le pegase un tiro en la
cabeza al fiscal.
Con palabras que nadie cree y caras de yo no fui, ahora se presentan ante
las cámaras de televisión a decir que repudian el asesinato; pero, y he allí
su verdadera posición, acusan al gobierno de no promover la paz.
Lea usted, por ejemplo, el artículo que de Juan José Caldera, el pasado
miércoles, publicaron algunos diarios del país. Este siniestro hombrecillo,
muy amigo por cierto de la madre de uno de los asesinos de Danilo, escribió
algo titulado La Violencia, donde intenta hacerle creer a sus lectores que
él no sólo condena la muerte del fiscal, sino que hace lo propio con
cualquier acto terrorista venga de donde venga. Sin embargo, en el referido
artículo el hijo de papá Caldera deja colar la siguiente perla:
“El correcto proceder de los poderes públicos es requisito esencial para
evitar la violencia en nuestro país” En otras palabras, los cobardes que a
traición acabaron con la vida de un hombre honesto y trabajador están
justificados “por el incorrecto proceder del gobierno de Chávez”… que de
bolas tiene este miserable.
Pero allí no queda todo; este fascista se muestra en toda su dimensión,
cuando afirma que las investigaciones abiertas contra los firmantes del
decreto de Carmona le dieron pretexto a los asesinos; pues la actuación del
fiscal, contraria a lo ya decidido por el Tribunal Supremo, no contribuía a
la tolerancia y la paz.
Muy claro este gusano en sus conceptos de democracia, paz y tolerancia. Es
que para ellos, estas siempre han sido sinónimos de privilegios, sumisión e
impunidad.
¿Está usted entendiendo, amigo lector, quiénes decidieron que Danilo ya
había vivido lo suficiente?
Mas no crea usted que eso fue todo lo que este “paladín de la justicia y del
estado de derecho” escribió sobre el cobarde asesinato de Danilo. El
miserable, que para colmo es miembro del parlamento, tuvo el descaro de
culminar su artículo afirmando que el antídoto contra la violencia es la
aprobación de una ley de amnistía general, y acusó a los parlamentarios que
apoyan al gobierno de no contribuir con la paz, por su negativa a aprobarla.
Es decir: o nos perdonan a todos o aquí vamos a seguir matando gente.
Como siempre, Juan José y sus aliados condicionan la paz del país a que
perdonen sus crímenes. Ya la habían condicionado a que renunciara el
Presidente, a que eliminaran la Ley de Tierras, a que perdonaran a los
saboteadores de PDVSA y a que eliminaran Barrio Adentro; más nunca hemos
cedido a su chantaje y no será esta la ocasión en la que se ceda.
Muy probablemente el hijito de Caldera no colocó la bomba, no por falta de
ganas sino de aquello, pero no quiso perder la oportunidad de justificar el
hecho e intentar amedrentar al país con amenazas como las ya mencionadas;
pero se equivoca usted, señor Caldera…al pueblo venezolano y a su gobierno
revolucionario no lo van a intimidar con actos terroristas; hora es que
vayan entendiendo que NO VOLVERÁN.