EL 23 de junio del 2001, los hombres del jefe del FBI para la Florida del Sur, Héctor Pesquera, famoso por su complicidad con la mafia cubanoamericana de Miami, arrestaban en un centro comercial de esa ciudad a José Guevara, un ex agente de los servicios de inteligencia venezolana. Este conocido activista anti-Chávez trataba entonces, con su primo Oto Daniel, “Otoniel” Guevara, de recuperar millones de dólares chantajeando al ex jefe de la Inteligencia peruana, Vladimiro Montesinos, entonces prófugo de la justicia de su país.
Montesinos había llegado clandestinamente a Venezuela, engañado por Guevara, en un extraño escenario de extorsión con sabor a política.
Ahí aparecen individuos de dudosa reputación, varios de ellos interesados tanto en los millones de Montesinos, en la recompensa millonaria ofrecida por el Gobierno de Perú para su captura como en la posibilidad de ensuciar la imagen del Gobierno de Hugo Chávez con la presencia en el país de este controvertido personaje.
¿Cómo llega Montesinos a Venezuela? La explicación más clara a ese enigma la dará, en noviembre del 2002, Cilia Flores, miembro de la Asamblea Nacional Venezolana, en una entrevista publicada en Internet, en el sitio alternativo de la Red Voltaire.
“Primero le hicieron un recorrido por todo el Caribe y entra a Venezuela en avión privado”, contó. Lo reciben Oto Daniel, alias “Otoniel” Guevara, miembro de la oposición anti-Chávez y ayudante de Carlos Andrés Pérez durante su gobierno como jefe personal de su seguridad, su primo José (que arrestará Pesquera) y Mora Villalobos, médico del ex presidente Carlos Andrés Pérez, “quienes, dijo, a través de un soborno a funcionarios de inmigración —pagaron una gran cantidad de dinero y está demostrado— lo introducen sin ningún tipo de registro”.
Traicionado en Miami
Escondido en el reparto 23 de Enero de Caracas, donde Oto Daniel “Otoniel” y José Guevara lo llevaron, prácticamente secuestrado, chantajeado por sus “escoltas”, Montesinos trata desesperadamente de recuperar alguna parte de los 38 millones que tiene depositados en un banco de las Islas Caimán, el Pacific Industrial Bank, y que le han congelado a solicitud del Gobierno de Perú.
Con este objetivo, Montesinos avisa al banco, supuestamente en un mensaje electrónico amenazador, que debe pagar a José Guevara la cantidad de 700 000 dólares en efectivo y un cheque de 3 millones de dólares cuando éste se presentara a reclamarlos en Miami.
El director de la agencia del banco en Miami, Luis Pércovich Bambarén, hijo del ex ministro peruano, Luis Percovich Roca, quien conoce personalmente a Montesinos desde hace años, pues lo ayudó a sacar fondos del país sudamericano, al enterarse de la recompensa de cinco millones de dólares que ofrece el Gobierno peruano por su captura, avisa entonces al FBI de la Florida del Sur. Y a su jefe, Héctor Pesquera.
Dos meses después de ser alertado por Bambarén, el 23 de junio del 2001, siempre en Miami, los agentes de Pesquera observan en secreto una reunión entre José Guevara —que usa el nombre de Arturo Omaña— y representantes del Pacific Industrial Bank de Bambarén, en el Hotel Intercontinental, quienes anuncian que no podrán entregarle el dinero solicitado. Al salir del encuentro, Guevara se dirige hacia Bayside Marketplace, donde es arrestado.
Según la versión edulcorada, comprimida y censurada que dará más tarde Pesquera a la prensa de Miami, Guevara, después de tres horas de interrogatorio en las oficinas del FBI en North Dade, cuenta cómo llegó a encargarse de la “seguridad” de Montesinos.
Desde esa misma oficina, Guevara es autorizado a ponerse en contacto con sus cómplices en Caracas y pronto se pone de acuerdo con Pesquera para entregar a Montesinos.
Pero NO a la policía venezolana, como tendría que ser. Pesquera y Guevara resuelven que cómplices en Caracas lo llevaran y lo entregaran a la Embajada de Perú en esa ciudad.
¿Por qué? Pesquera, jefe del FBI de la Florida del Sur, en declaraciones al Miami Herald, dirá que “no confía en las autoridades venezolanas”.
En declaraciones algo extrañas al Herald, Pesquera afirmará que Guevara “traicionó” a Montesinos y aceptó entregarlo a la Embajada peruana en Caracas a cambio de que las autoridades norteamericanas no le acusen de algún crimen de secuestro, chantaje o extorsión y… con el deseo de reclamar la recompensa de cinco millones ofrecida por el Gobierno de Perú.
Sin embargo, la Dirección de Inteligencia Militar (DIM) de Venezuela, que se enteró entretanto de la presencia de Montesinos, frustrará los planes de Pesquera y Guevara al detener al peruano para expulsarlo hacia Perú un día después.
Y el ministro peruano del Interior, Antonio Ketín Vidal, anunció, por su parte, mientras que Pesquera fabricaba sus explicaciones, que no pagaría la recompensa porque Montesinos no llegó por la “vía” de su Embajada en Caracas, tal como lo convenido con el chantajista y… el FBI.
Al ser arrestado, Montesinos contará cómo la red que lo “protegía” llegó a sacarle gran cantidad de dinero; identifica como jefe del grupo a Oto Daniel “Otoniel” Guevara, a José Guevara, su primo y a otros activistas de la derecha venezolana.
“Montesinos hará rico a uno de sus captores”
El 19 de noviembre del 2001, El Nuevo Herald de Miami publica bajo el título Montesinos hará rico a uno de sus captores, un cable de la AFP que anuncia que “dos venezolanos y dos peruanos aparecen como los principales aspirantes a cobrar una recompensa de cinco millones de dólares, ofrecida en abril pasado por el Gobierno peruano por la captura de Vladimiro Montesinos”. Sin referencia a lo dicho anteriormente por el ministro Ketín.
La noticia precisa que reclaman la recompensa “los venezolanos Orlando Laufer —agente encubierto de la Agencia de Lucha Antidrogas (DEA) estadounidense— y el ex policía José Guevara Chacón, emisario de Montesinos que al ser capturado en Miami traicionó al ex asesor”, así como “(Luis) Pércovich Bambarén, un funcionario del Pacific Industrial Bank en Miami”, quien afirma que mantuvo por dos meses, en coordinación con el Buró Federal de Investigaciones (FBI), comunicación vía correo electrónico con Montesinos, que tenía fondos en el banco en el que trabaja”.
¡Dos meses! Dos meses en los cuales Pesquera sabía de la presencia del prófugo en Caracas… ¡Sin alertar a Venezuela!
Según El Nuevo Herald, Orlando Laufer es “un conocido cazarrecompensas que habría invertido $300 000 en gestiones para la captura de Montesinos.
¿Y quién es el abogado de Laufer? Un cubanoamericano sulfuroso: Ricardo Koesling. Pertenece a la red de amistades terroristas de Luis Posada Carriles en Venezuela. Conoce personalmente al viejo extremista. Representa en Caracas a la Fundación Nacional Cubano-Americana de Miami y participó activamente en la organización, ejecución y el asalto a la Embajada de Cuba en Caracas, el 12 de abril del 2002.
¡Y reaparece "Otoniel" Guevara!
Así que, después de la entrega de Montesinos a Perú, el FBI, con gran y poco usual magnanimidad, deja a José Guevara en libertad…
Pasan los meses. La oposición venezolana, desestabilizada por las sucesivas victorias populares de Hugo Chávez, conspira una vez más para derrocar, por cualquier método, a la Revolución bolivariana.
Y ocurre, el 18 de noviembre último, el cobarde asesinato del fiscal Danilo Anderson.
En las horas siguientes, un sospechoso, el abogado Antonio López Castillo, muere en un enfrentamiento con la policía. Se descubre en su domicilio una gran cantidad de explosivos C-4 y pruebas escritas de que ha recibido entrenamiento paramilitar en territorio norteamericano.
Otro sospechoso, Juan Carlos Sánchez, de 32 años de edad, muere cuando se enfrenta a las fuerzas de seguridad, en Quíbor, estado de Lara, dentro de un motel donde almacenaba armas, granadas y explosivos C-4.
La investigación que desarrollan las autoridades venezolanas lleva, en las horas siguientes, a la detención de los dos cerebros del atentado, jefes de López y Sánchez… Rolando Guevara y su hermano Oto Daniel “Otoniel” Guevara, este mismo primo de José Guevara. ¡El individuo que negoció desde Caracas la entrega a la Embajada de Perú de Vladimiro Montesinos, secuestrado y chantajeado!
Este sábado 27 de noviembre, en Caracas, el Ministerio Público imputó a “Otoniel” y a Rolando Guevara, respectivamente ex comisarios de la extinta PTJ y la DISIP, la comisión del atentado en el que perdió la vida el fiscal cuarto de Ambiente con Competencia Nacional, Danilo Anderson, reportó Venpres.
Muchas preguntas quedan sin respuesta
Según la ya citada entrevista con la diputada venezolana Cilia Flores, la investigación realizada alrededor del caso Montesinos, en los meses siguientes a su extradición, “había demostrado que Montesinos había sido "sembrado" en Venezuela por la CIA”.
“Encontramos a los mismos cabecillas del "golpe" en el caso Montesinos, decía Flores. Carlos Andrés (…) participa activamente. También hay agentes externos. La prueba de todo esto la dieron los convictos implicados capturados que confesaron sus hechos.”
Pero la joven miembro de la Asamblea Nacional venezolana dijo más: En un plan denominado Bote de Humo, “Montesinos debía ser asesinado, muerto nada se podía verificar y la culpa se la pensaban echar nuevamente a Chávez. Todas estas informaciones provenientes de Montesinos están filmadas y en posesión de la Seguridad Estatal venezolana”.
Quedan muchos puntos oscuros en el papel jugado por el Jefe del FBI de Miami, cuyo nivel de corrupción es demostrado, en este guión de chantaje, muerte y terror.
Pesquera es el mismo “SAC” (Special Agent in Charge) del FBI que, durante meses, supuestamente no sospechó la presencia, a unos kilómetros de su oficina, de 14 terroristas de los 19 de Al Qaeda que prepararon el 11 de septiembre… mientras perseguía, arrestaba y organizaba el juicio político y la condena a cinco cubanos antiterroristas infiltrados en grupos extremistas miamenses. Puertorriqueño de los que se asimilan al poder federal norteamericano, este ex oficial de contrainteligencia fue Jefe del FBI en Puerto Rico y ahí arregló la liberación de los terroristas miamenses involucrados en el caso del yate La Esperanza, capturados por la Guardia Costera mientras iban a realizar en Isla Margarita, Venezuela, un atentado contra el Presidente de Cuba.
Personalmente vinculado a capos terroristas miamenses tales como José Basulto y Horacio García, Pesquera conoce cada detalle de las conspiraciones contra Cuba y Venezuela que se desarrollaron en la metrópolis floridana mientras dirigía ahí a la policía federal.
¿Ignoraba Pesquera la afiliación política anti-Chavez de José Guevara y sus cómplices? ¿Nunca supo de una orientación de la CIA en la repentina aparición de Montesinos en Venezuela? ¿No informó al Departamento de Estado de su “iniciativa” de desinformar a las autoridades venezolanas?
¿No se enteró de los planes para ensuciar al Gobierno legítimo de Venezuela? ¿No sabía de los lazos del agente miamense del banco de las Islas Caimán con Montesinos? ¿Y en cuánto a la recompensa de cinco millones…?
¿Y cuáles fueron sus intenciones al conspirar con el ex agente de inteligencia José Guevara convertido en chantajista?
Más grave aún: ¿Qué sabía de las actividades conspirativas de los Guevara en Venezuela que llevaron a su implicación en las recientes acciones terroristas y asesinato del fiscal Anderson?
Son muchas las preguntas acerca de un personaje que administró, durante años, el plan de impunidad otorgado por la Casa Blanca a favor de los grupos terroristas miamenses que decenas de veces han expresado, abiertamente, sus intensiones terroristas contra Venezuela y Cuba.
* Especial para Granma Internacional