Detractora número uno de los países progresistas de América Latina en el Congreso de Estados Unidos, en nombre de los derechos humanos, Ileana Ros-Lehtinen es la más fanática partidaria en Washington de la masacre israelí de palestinos en Gaza, a pesar de la indignación que provoca este genocidio en el mundo entero.
De la misma forma que se alegró de la muerte de Hugo Chávez y sostuvo ciegamente el régimen golpista de Micheletti en Honduras, la representante norteamericana nacida accidentalmente en Cuba liderea el grupo de defensores de la agresión israelí en Gaza y es la autora de un resolución votada estos últimos días para condenar “el grupo extremista Hamas por sus recientes ataques contra Israel”.
Extrañadamente, Ros-Lehtinen quien va con frecuencia a Israel, en viajes patrocinados por organizaciones sionistas, se encontraba en Tel Aviv en el momento cuando empezó la operación israelí de limpieza étnica contra la población palestina de la Franja de Gaza.
La vinculación de Ros-Lehtinen con Israel y sus lobbyistas del capitolio es bien conocida en Washington. Presentó hace unos meses una resolución para que Washington permita la venta de armamentos de última generación a la nación judía que ya dispone de la bomba nuclear.
Esta ley codifica la política de EE.UU. para prestar asistencia a Israel en materia de sistemas defensivos, como Iron Dome, David’s Sling and Arrow . “Iron Dome ha protegido a millones de civiles israelíes inocentes de los ataques con cohetes de Hamas y es la razón por la que hemos sido testigos de tan pocas muertes en el lado israelí”, dijo la congresista en un análisis que acaba de publicar en el Washington Times, diario de extrema derecha.
En el mismo escrito propone que sean castigadas las entidades de la ONU que se oponen a la intervención israelí: “El Congreso debe instar a Obama a retirar inmediatamente y cortar cualquier ayuda a cualquier entidad de la ONU que busca deslegitimar a Israel y socavar su seguridad nacional – y debe comenzar con el Consejo de Derechos Humanos de la ONU”, escribió.
Ferviente defensora de los crímenes de los terroristas de origen cubano Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, Ros-Lehtinen que no se pierde una oportunidad de atacar a Venezuela, se pretende defensora de los derechos humanos y retoma constantemente la misma retórica difamatoria antiprogresista que a menudo recupera el propio Departamento de Estado.
En el 2009, Ros-Lehtinen obtuvo de la cámara baja la condena al Informe Goldstone presentado en la ONU, que reconoce el carácter genocida de los crímenes de Israel en su guerra contra la Franja de Gaza.
La Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó entonces, por una mayoría que revela la omnipresencia del lobby sionista en Washington, la resolución redactada por Ileana Ros-Lehtinen junto con un colega. Como en el caso de Honduras, la congresista de extrema derecha instó directamente al presidente Barack Obama a oponerse al documento y a rechazar sus recomendaciones.
Ros-Lehtinen es conocida como una destacada activista del AIPAC, el controvertido lobby israelí de Washington que le garantiza financiamiento para todas sus campañas.
En 2009, en uno de sus viajes al estado judío, Ros-Lehtinen y su marido, Dexter (el que lanzó un televisor a su exesposa en 1982 en medio de una discusión familiar) se reunieron con Benjamin Netanyahu. No se sabe cuantas veces luego se repitió el encuentro.
La congresista nació en 1952 en La Habana – su padre era una eminencia de la dictadura de Batista, pero se crió en Miami y luego se sumó a la derecha dura más intransigente de Miami, la de la plantocracia cubana del azucar y del ron.
Ros-Lehtinen siempre ha tenido una relación atormentada con sus orígenes judíos, que intentó escamotear al abandonar hace años el apellido maternal para usar el de su marido norteamericano, Dexter Lehtinen, un veterano de Vietnam.
Su abuelo materno, Jacobo Adato, fue un respetable líder de la comunidad judía habanera.
Adato no solo se quedó en Cuba, en 1959 con la Revolución, sino que fue presidente del Centro Sefardí de La Habana y el presidente de la Junta Coordinadora de las Comunidades Hebreas de Cuba.
Jacobo Adato siempre aseguró la permanencia de su fe religiosa ante las dificultades provocadas por las agresiones norteamericanas, que hoy Ros-Lehtinen defiende con rabia.