No al fascismo en Venezuela




Desde los sucesos acaecidos en nuestro país este 11 de Abril , se develó con toda claridad, lo que anteriormente parecería un juego de niños, de una pequeña oposición débil, desorganizada, desmembrada. El hecho de que el Presidente Hugo Chavéz fuera frecuentemente tildado de vulgar, populista, entre millones de apelativos, una y otra vez en los medios de comunicación nacional, parecía algo absolutamente inofensivo pero bajo el manto, a veces, suspicaz, de la radio, la televisión y la prensa, se encontraba un fascismo solapado que poco a poco tomaba fuerzas; en un país, donde, una parte de la clase media ignorante, desconocedora del significado del fascismo, de la historia de Latinoamérica, lo que es peor aún, de su propia historia. Una clase media que se auto denomina sociedad civil, organizada, además que propicia cacerolazos, seguramente algunas de esas cacerolas antes sonaron para sacar a Carlos Andrés Pérez.

Una clase media que defiende un apartamentito alquilado en la zona del este de Caracas o cualquier urbanización del país y por eso se convierte en el títere, la marioneta de la oposición. Lo repudiable de todo esto es que en el fondo de esos llamados a paros cívicos, a marchas y a rebeliones se anidan los enormes intereses de un grupo económico importante, millones de dólares y euros se esparcen comprando un militar aquí , otro allá, un civil por acá, otro por allá. Desde Miami y algunas otras partes del mundo se orquesta, conjuntamente con casi todos los medios de comunicación del país, un golpe de estado de extrema derecha.

Se develaron pues, ante nosotros, los venezolanos, como lo que son. Hombres profundamente anti-democráticos y fascistas. ¿De cual libertad habla el Sr. Leopoldo López, Alfredo Peña, y todo el grupo de militares que se encuentra con ellos? cuando en apenas 24 horas, aquel 12 de abril, como es bien sabido, cometieron todas las atrocidades del mundo, violentando los más elementales derechos humanos y no se comportaron como alcaldes sino como sabuesos de la policía y todo en nombre de la “libertad”.

Estupefactos, maniatados e indignados, vimos a través de la televisión algunos de los actos de represión .

Desde entonces, un profundo silencio o más bien silenciados porque las puertas de los canales de televisión, de la radio y la prensa están vedados para quienes pretendemos defender una verdadera democracia dentro del marco de la legalidad y la constitucionalidad.

Hoy , nos pronunciamos, nosotros también somos sociedad civil ¿O es que acaso sólo la oposición es sociedad civil? Esta pregunta nos la hacemos constantemente un grupo de intelectuales, de profesionales de todas las áreas; quienes fatigados ante tanta falacia, tanto disfraz, dejamos los votos de silencio.

Es imperativo en un momento histórico como el que atraviesa el país, alzar nuestras letras para luchar contra la violencia, el fascismo atroz que se nos viene encima y pretende aplastarnos.

Si ellos se pronuncian y llaman a la insurrección civil, nosotros también debemos pronunciarnos, el silencio en estos momentos es un arma peligrosa. La Plaza Altamira llamada “plaza de la libertad” puede convertirse en el estadio de Chile, donde muchos de nosotros podríamos marchar hasta la muerte. La oposición quiere sangre y va a buscarla en estos días de octubre y el diálogo, parece convertirse en un monologo interior porque ellos no tienen oídos para los venezolanos, sólo para un minúsculo sector.

Lo realmente preocupante es que esa ignorante muchedumbre que se reúne con cartelitos, y grita a viva voz: Ni un paso atrás, desconoce por completo lo que es sufrir de persecuciones políticas, desconoce la tortura. Ha vivido flotando en un mar de deudas, para comprarse una cartera Gucci original o una Vouiton y un camionetita último modelo. Estamos hartos de las conspiraciones y la manipulación mediática, fatigados ante tanta podredumbre. Repudiamos todo acto que impulse a la violencia, al derramamiento de sangre, a la perdida del hilo constitucional.

La libertad, señores, como dice Octavio Paz: “Es poder decir sí o no en un momento determinado”. Y ahora pronunciamos un rotundo no, a esos supuestos demócratas, supuestos defensores de nuestra libertad y nuestra democracia.

Y parados en el epicentro del desastre, nosotros también levantaremos carteles pero de verdaderos conocimiento ante lo que decimos, lo que manifestamos. Seguiremos escribiendo ante la injusticia y lo que se pretende hacer con este país, Venezuela. Nosotros no somos títeres de ningún partido político y no callaremos más.



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