A este Proceso Transformador le falta que todos y todas practiquemos el RESPETO

Ningún burócrata tiene derecho a irrespetarte por muy jefe tuyo que sea. Hemos presenciado tanto abuso de funcionarios públicos, tanta falta de consideración y respeto, que quisimos tomarnos este espacio para tratar el tema del Respeto, que es uno de los valores esenciales del ser humano. Y emulando a Benito Juárez. El respeto al Derecho ajeno es la paz, es el reconocimiento del valor del otro, y en las relaciones interpersonales, no tenemos duda, comienza en el individuo. Además, es en el respeto donde se sustenta la moral y la ética

Nadie que irrespete a otro ser humano puede considerarse revolucionario, porque lo revolucionario es precisamente respetar al otro, es volver a nuestros orígenes, es retomar nuestros valores de convivencia humana y el irrespeto es un anti valor.

Porque algunos no respetan la vida es que hay homicidas, porque algunos no respetan lo ajeno es que hay ladrones, porque algunos no respetan al otro, hay adulterio, porque hay funcionarios que no respetan a sus subalternos, hay ambientes de trabajo desequilibrados, inarmónicos, hostiles, y la revolución no avanza en proporción al esfuerzo de quienes ponemos lo mejor de si por cristalizar los cambios necesarios.

Ningún burócrata tiene el derecho de gritar a nadie, de faltarle el respeto, ni siquiera por la comisión de un error inexcusable, hay mecanismos y hay un valor que se llama RESPETO que nadie tiene el derecho de vulnerar en otro, mucho menos porque sea su jefa o jefa.

Los burócratas de turno deben entender que el poder es efímero, es temporal, circunstancial, por tanto deben ejercerlo con conciencia, para ayudar, para mejorar, para resolver, para avanzar, no con la inconciencia de que pueden hacer lo que les venga en gana, mancillar, desprestigiar, maltratar, ofender, humillar, insultar; no ocupan un cargo público para eso, sino para servir.

Cada persona que acepta un cargo público debe tener conciencia del reto que asume, a qué va; una buena parte va a ejercitar su ego, a sentirse como pavo real, a pretender ganar respeto infundiendo miedo y a pretender apoderarse de un espacio que no le pertenece; pero realmente están allí camaradas con el noble fin de prestar un servicio, de servir al prójimo con amor.

Hay situaciones que ameritan que cada cual asuma responsabilidades individuales, pues hay que asumirlas, resolver lo que haya que resolver, cambiar lo que haya que cambiar y seguir avanzando, y estar alerta para que un error no se vuelva a cometer pero nada le da derecho a alguien a irrespetar o maltratar a los ciudadanos o ciudadanas cuando acuden a las oficinas públicas, en busca de atención, mucho menos a los subalternos, nadie está asumiendo un cargo público, para que otro a cuenta de jefe, jefa o lo que sea, le maltrate o le falte el respeto.

Si un funcionario público es tan mediocre que no puede asumir su error, en un momento determinado debe renunciar pero no tiene ningún derecho a descargar sus insatisfacciones personales o íntimas con sus compañeros de trabajo, por mucho subordinado que sean.

Si usted es un resentido, no descargue su resentimiento en sus semejantes.

Si usted es tan rencoroso que en su corazón anida rencores y deseos de venganza, libérese, y si quiere aferrarse a su rencor y a su deseo de venganza, embrómese usted solo o usted sola, pero no maltrate a nadie.

Usted Ministra, Ministro, funcionario público, servidor público, reflexione y decida hoy cambiar su actitud, tarde o temprano la vida le va a pasar factura, nunca olvide que recogemos de lo que sembramos y que todo lo que recibimos es retorno de lo que damos.

Deje de responsabilizar a sus subalternos por sus errores, asuma su responsabilidad cuando da una instrucción errada o a la persona equivocada, y comience por aprender a dirigir, eso también se aprende, sea humilde para aceptar los halagos pero más para aceptar sus errores y practique el perdón. Una simple disculpa a tiempo es sanadora pero además puede salvar relaciones, incluso vidas.

El respeto, implica entendimiento, comprensión y una gran porción de amor, y no puede estar supeditado solamente a que no se metan conmigo.

El respeto exige la comprensión del otro. Ponerse en sus zapatos, implica tratar de comprender su posición. No basta solamente con no agredirlo o ignorarlo, implica escucharlo con atención y sin el ánimo de cuestionar sus ideas y estar abierto inclusive a aceptar la posibilidad de replantear las nuestras.
El respeto hace una diferencia total entre la persona y lo que ésta piense o diga en un momento dado. Nos lleva a aceptar nuestras diferencias personales, recordando que cada uno de nosotros tiene derecho a ser quien es.
Debemos recordar que cada ser es único y esta hecho a imagen y semejanza de Dios, por lo tanto merece nuestro respeto y consideración.
Aprende a escuchar; por algo Dios nos dio sólo una boca y dos oídos.

Miremos con respeto a todas las personas que se cruzan en nuestro camino y detengámonos unos segundos para saludarlas.

Tomemos la decisión de aprender.

El que cree que ya lo sabe todo está estancado. El mundo cambia continuamente y nosotros con él, y cada persona o situación que se presentan en nuestra vida son oportunidades para aprender y crecer.
Colócate en los zapatos del otro.

Nadie hace cosas por fastidiar al otro; tú no sabes la situación difícil que otros pueden estar viviendo. De vez en cuando es necesario que trates de pensar y sentir como lo está haciendo la otra persona; es decir, desde su punto de vista. Extender nuestra comprensión hacia los demás, implica volvernos compasivos.
No seas intransigente.

Que alguien tenga un defecto, que diga o haga cosas improcedentes no lo condena como persona, siempre podemos recapacitar o cambiar nuestra actitud o comportamiento. Por lo tanto, no rechaces, discrimines o maltrates a otros porque no hacen lo que tú deseas o esperas, ten más paciencia y comprensión.
Nadie es más ni menos que tú.

Sólo somos diferentes en lo personal. Llegamos a este mundo con limitaciones y condiciones más o menos difíciles para superar y resolver y de las cuales aprender.

Acepta a los demás con sus defectos y cualidades sin juzgarlos

Enseña a tus hijos con el ejemplo.

Recuerda que es durante nuestra primera infancia, cuando comenzamos a incorporar los valores esenciales. En el proceso de enseñar a tu hijo como vivir, tu ejemplo es determinante. Eres tú quien enseña a tus hijos a través del respeto hacia ellos, de qué manera ellos te respetarán a ti y a otros.


Vicepresidenta del Frente Nacional de Abogados Bolivarianos

minnorij@yahoo.com


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Minnori Martínez G.


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