La voluntad insurgente

La categoría esencial, primera maestra del humano, es LA VOLUNTAD, sea desde lo que llamamos instinto de conservación, hasta la epifanía de la luz; cualidad inherente de la vida, lo mismo da nombrar una que denominar a la otra, la voluntad es el motor del movimiento, de desarrollo y proyección de lo que es. La Tierra es la primera maestra de cuanto se manifiesta en ella. En el devenir de los tiempos, la especie humana ha sido la única capaz de observarlo y de alguna manera erigir gratitud por ello; en el dialogo “Protágoras” de Platón, el sofista observa que EL ASOMBRO es la cualidad que nos ha proyectado capacidad de crear y adorar dioses al reconocer nuestra pequeñez en la maravilla que habitamos, que no solo es viva sino maestra.

La observación de la acción terrestre emplazó a nuestra especie transmitir el saber que paso a paso descubríamos, sea el de la actividad de la sociedad en que vivíamos, como el saber de la relación que descubríamos de y con el entorno. Este saber multiplicado y co-participado es lo que llamamos CONOCIMIENTO: Saber que enriquece y que une a una sociedad, la identifica, la proyecta y que al moverse en el tiempo se siembra, se hace costumbre, es lo que denominamos Cultura. En casi todas esas sociedades, había conocimientos secretos, otros los eran públicos; pero en todas, se los clasificaba para uno u otro grupo, clase, género o individualidades, pero el conjunto configuraba un estilo que la distinguía de las demás estructuras.

Por lo general, la tutoría ha sido la forma más común en que se ha desplazado el conocimiento en la globalizada sociedad occidental desde tiempos remotos, sea para la divulgación del conocimiento secreto, o para difundir su fuerza motriz. Ha devenido bajo esta forma específica por la estratificación que hasta ahora la ha caracterizado, de esa manera ha logrado mantener la gradación con las prebendas para unos y las migajas para el resto, aunque el contacto con la maestra de todos –Tierra- sea imposible evitarlo. Los flujos revolucionarios de uno y otro lado masificaron el conocimiento, o eso es lo que se ha difundido, pero lo que si ha estado ocurriendo es que LA INFORMACIÓN se la ha estado tomando por conocimiento y el ASOMBRO ha ido desapareciendo, como la conexión con quien provee la materia prima –Tierra-, que es quien proporciona la maravilla del asombro, en tanto se devalúa la vida humana y se multiplica la voracidad depredadora de esta especie.

En el siglo que tuvo su fermento la revolución industrial (1850-1950), el planeta sufrió el más pavoroso salto al vacío realizado por la humanidad a causa de tanta información desplegada sin acompañamiento de ningún otro valor que no fuese el de la astucia ignorante sobre la naturaleza, y una piñata es poco símil para comparar el tratamiento que ha venido sorteando el divorcio refinado de esta humanidad con su entorno que ha relevado con su producto banal a aquella fascinación inicial. Al contrario, mientras menos escrúpulos tuviesen las nuevas tesis científicas, mayor alcance de aceptación en la humanidad industrializada, donde sólo las tesis que miren la pura preservación banal son las más brillantes, aplaudidas y hasta morir por ellas lo único valedero.

Lógicamente, más que desarrollo, la humanidad está evidenciando un detrimento tan notorio, que el deterioro aumenta al observar que las soluciones se desconectan aún más del asombro maestro, y es inquebrantable el poder informativo de superioridad sobre el entorno, o peor, sobre cualquier elemento que señale su empatía, que la misma ciencia se encarga de su apartheid.

El advenimiento de teorías sociales que intentan una mejoría para la humanidad, dieran la impresión que la encaminaran a un mejor destino, la opción establecida no acepta sus fracasos, y primero prefiere la destrucción total, antes que ceder su decadente arrogancia disfrazada de fortaleza a nuevas opciones. Lógico, la fuerza insurgente tampoco viene con raíces afianzadas en el poder primario de conexión natural, sino en el conocimiento de los flancos débiles del decadente. En este punto estamos.

Ahora bien, ¿qué aspectos poseemos a favor? Descubrimos que fracasados intentos han sentado cierta “jurisprudencia” como para prever ataques por otros flancos no tocados, y es la misma Tierra quien se está encargando de suministrarlos, Tierra, la depredada y no invitada en esta estructura occidental –la dominante- aporta datos que aún al día de hoy no son percibidos sino como cuchicheos en las generaciones que nunca tuvieron oídos para Ella, le confieren cierta voz aunque no voto para disimular que acatan su mensaje, pero como dice el sabio mensaje del nazareno: “Por sus frutos los conoceréis” y esos frutos no contribuyen para nada en la solución mientras prosigamos ajenos a Ella.

Asumir el regreso a la conexión perdida implica detener la marcha, ad litteram. Mucho más que algo ha tomado cuerpo, maneja las riendas y “habla” por el cuerpo saludable; cuando se avizora futuro, no es panorama sino muralla de espejo en este presente lo que se percibe, pues no hay vida sino la que este presente posee, y la que éste pueda decidir. La flojera, la sordera y la ceguera han usurpado los rieles del conocimiento, de la misma información, ¿qué dejará de la voluntad? La humanidad es un cascarón de un huevo hueco, nace, vive y muere sin enterarse JAMÁS que pisa a Tierra, mucho menos sabrá hacer algo por Ella a quien no conoce y hasta desprecia en no pocas ocasiones. Avisos plotados asfixian a las avenidas y el ser de los humanos semeja a los peces fuera del agua ávidos de ella sin comprender por qué se asfixian, en las aceras, en el tráfico infernal, en la violencia de los barrios suicidas. El mundo polarizado, ahora por otros polos de igual calibre proporciona armas a la reserva de la humanidad, la mujer, que cae en el mismo foso tramposo para que tampoco se pierda del apocalipsis compartido.

Empero, hay una brecha. Imposible separar lo que es hijo de esta Madre que hablo. Leer y escribir es el conocimiento mayor, el más importante que la cultura globalizada puede trasmitir y en momentos de proceso revolucionario, el arma de mayor alcance que su basamento posee anhelante de conocimiento nunca ofrecido, y menos con él compartido. Hay hienas de primera mano que lo atosigan por todos lados, es el peligro que se corre; es un error hablar de ninguna quinta columna, cuando la mediática se muestra como dogma principal, vale decir, primera columna enemiga que está más presente que la divina trinidad en los hogares de ese basamento carente de conocimiento, contra reloj no descansa la mediática a sabiendas de lo que ese proceso le ha otorgado. Asumir significa amparar a los desamparados con las armas que los tutores una vez estimularon a sus pupilos, que no sólo la ciencia es conocimiento importante repito. Nada sería Bolívar si de Simón Rodríguez sólo hubiese aprendido latín, francés, anatomía o farmacología, pues no fue ese el hombre que juró en el Monte Sacro o en Pativilca no rendir su vida a la adversidad, sino entregarla a la cosecha de la VOLUNTAD, tal cual la continúa aún después de muerto. Hay ejemplos en las cárceles, en los copos de los cerros y rincones de calles ciegas, fichados para ser sicariados que son engranajes ínfimos de un conocimiento que también compite el final apocalíptico y no lo saben, son aulas que los cobardes y aprendidos ni sueñan tocar algún día, aunque su vestier está enrojecido de la pantalla disfrazada de conocimiento compartido. Un limbo antes que un proceso es lo que vive cada ejemplar de este presente.

¿Qué papel juega la literatura en todo esto?

Que si es la poesía la que hablara, la humanidad entera se enteraría de otros confines y ciencias que la humanidad de los rincones quiere gritar, pues es pura conexión esa humanidad con Tierra, sostén del mundo, pero no lo sabe; luego, hay que saltar la verja del conformismo, del propio dogma, donde aún permanece para llegárselo saber; aún clasificamos y diagnosticamos a esa humanidad de qué es o qué no, si produce o no lo hace, que cuánto puede llegar, apenas vemos un bulto humano facultado para apoyar o no, mientras es azuzado mediáticamente por todos lados sin contemplaciones; la medida del dinero ha acorralado a la infinita humanidad, desatendido los valores y la resignación es árbitro en la vida arrinconada de una u otra corriente que se llevan los laureles, exigiéndole a los arrinconados obediencia de paso.
El verdadero proceso revolucionario si quiere echar raíces, debe bajar a su propio basamento, “el pueblo” le dicen, saber antes de que sea tarde, que Tierra SÍ espera una REVOLUCIÓN de sus hijos, pero donde ELLA sea motor, no expolio de esquizoides que exigen ahorro sin un volcamiento real hacia sus energías gratuitas, sólo porque la sangre del subsuelo brinda mayor velocidad, cuando en realidad la razón primordial de la “astucia ignorante” es no perder la participación en la competencia de ciegos y sordos ya iniciada, competencia terminal por cierto. El basamento DEBE SABER del poder que posee, primero, al descubrir la grandeza de su cercanía con la Madre si aprende de esa otra comunicación, LA ETERNA, que le aporte ese descubrimiento, donde otras necesidades llenen su vida. Segundo, la voluntad se enfoque en la desaparición de los complejos de ese “pueblo” a como dé lugar, muestre su fundición en el valor real del AMOR, respiración de la Madre y compañero de la voluntad, enaltezca el respeto hacia sus propios descubrimientos, aprenda a cantarlo y divulgarlo, que sepa que no necesita de ninguna vacía gradación que llegue a lo universitario para ser reconocido, pues el contacto ya lo tiene, sólo hace falta encender la mecha y el milagro se hace PODER TERRÁQUEO

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Arnulfo Poyer Márquez


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