Desenmascaró, como ningún periodista lo hizo antes, las oscuras maquinaciones de la CIA en el mundo de la droga y reveló a los norteamericanos cómo barrios negros del país fueron inundados de crack, con un increíble cinismo, en medio de un tráfico destinado a abastecer de dinero y armas la Contra nicaragüense. Denunció al narcoterrorista Luis Posada Carriles y a sus cómplices cubanoamericanos involucrados en este criminal negocio. Y acaba de ser encontrado en su domicilio con dos balas en la cabeza. Un suicidio, dicen las autoridades judiciales.
La investigación de Webb, impresionante por su seriedad y su amplitud, causó un revuelo nacional. Hasta tal punto que la gran prensa comercial publicó largos reportajes atacando sospechosamente varias partes de su investigación.
El mundo de los reporteros de investigación de los Estados Unidos está de luto. Gary Webb, quien, para muchos, fue un ejemplo de profesionalidad y de integridad, fue descubierto muerto, el viernes 10 de diciembre, en su casa de Carmichael, California. Tenía 49 años.
En agosto de 1996, cuando trabajaba para el diario San José Mercury News, Webb reveló cómo la CIA vendió toneladas de crack en los barrios de Los Angeles y utilizar ese dinero de comercio criminal para financiar las operaciones de la Contra nicaragüense que trataba entonces de derrumbar al Gobierno sandinista en Nicaragua.
Sus revelaciones fueron publicadas por todos los diarios de la cadena Knight-Ridder. Todos… salvo el Miami Herald, el diario vinculado a la mafia narcoterrorista cubanoamericana.
La investigación, impresionante por su seriedad y su amplitud, causó un revuelo nacional.
En su libro Whiteout: the CIA, Drugs and the Press, los periodistas Alexander Cockburn y Jeffrey St.Clair, del conocido sitio web Counterpunch.com, cuentan detalladamente cómo Webb fue víctima de una verdadera campaña destinada a destruir su reputación.
El Washington Post, el New York Times y el Los Angeles Times se distinguieron en este trabajo sucio.
“El ataque contra Gary Webb y sus artículos del San José Mercury News queda como uno de los asaltos más venenosos y objetivamente ineptos contra la capacidad profesional de un periodista en la memoria viva, escriben. En los medios principales, casi no encontró defensores y los que se atrevieron a manifestarse en su favor fueron objeto a su vez de virulentos abusos y tergiversaciones.”
Webb renunció al San José Mercury News en 1997. Nunca más pudo encontrar trabajo en un diario conocido.
En 1990, Webb fue ganador, con un colectivo de reporteros, de un premio Pulitzer, el galardón más conocido del mundo periodístico norteamericano, por un trabajo sobre el terremoto de Loma Prieta, pero, según sus familiares, nunca se recuperó de la polémica que provocó su serie denunciando a la CIA.
Siempre defendió su investigación más famosa, publicó en 1999 un libro titulado Dark Alliance: The CIA, the Contras, and the Crack Cocaine Explosion (Alianza oscura: La CIA, los contras y la explosión de la cocaína crack), que tuvo un fuerte impacto.
Entre las revelaciones más interesantes, se encuentra el caso de Luis Posada Carriles.
En Dark Alliance..., Webb fue quien reveló a partir de documentos desclasificados de la CIA que, en enero de 1974, la Agencia rechazó una solicitud de Posada para proveer a un socio suyo “un pasaporte venezolano” porque, escribía sin reírse el autor de la nota, “no se puede permitir que un agente controlado se involucre en tráfico de drogas”.
Ese mismo año, la CIA fue avisada por la Drug Enforcement Agency (DEA) de que Posada estuvo intercambiando armas por cocaína con una persona “involucrada en asesinatos políticos”, una referencia a Félix Rodríguez Mendigutía, el agente de la CIA que ordenó el asesinato del Che.
Como un elemento secreto de la invasión de Playa Girón (Bahía de Cochinos) la CIA organizó la Operación 40 en la cual participaron Posada y decenas de mercenarios cubanoamericanos junto a sicarios de la mafia ítalo-americana.
La red de esta organización fue usada en operaciones de terrorismo contra Cuba hasta 1970 cuando se cae uno de sus aviones en el Sur de California con una enorme cantidad de heroína y cocaína a bordo. Ese mismo año, el FBI capturó a 150 sospechosos “en la operación antidroga más grande de la historia de la Policía Federal”.
El procurador General, John Mitchell, señaló entonces que la red controlaba 30% de todo el comercio de la heroína en el país y de 70 a 80% de las ventas de cocaína. Pero no mencionó el hecho de que varios de los arrestados pertenecían a la pandilla de Juan Restoy, ex político batistiano, “alumno” destacado de la Operación 40 vinculado al capo Santos Trafficante.
Dos de los sicarios de más confianza de Restoy eran… Ignacio y Guillermo Novo, “militantes” del Movimiento Nacionalista Cubano, un grupo terrorista con núcleos en Miami y Union City, New Jersey. Estos dos asesinos regresaron recientemente a los Estados Unidos, con la bendición de la CIA y del FBI de Miami, después de cuatro años de detención en Panamá, junto con Posada.
Guillermo Novo, también con Posada, participó en junio de 1976 en la creación de la CORU terrorista, conformando una tropa que se sumara, con Félix Rodríguez, Frank Castro y demás delincuentes, a las operaciones de narcotráfico autorizadas por la Administración de Reagan, en apoyo a la Contra nicaragüense, que Gary Webb denunciara.
Frank Castro será inculpado por la importación de 500 toneladas de marihuana “hasta que la acusación despareció por arte de magia cuando estableció un campo de entrenamiento de los Contras en 1983”. Más afortunado, Rodríguez terminará en la oficina de George Bush padre, quien celebrara su “talento”. Y Posada, indultado ilegalmente por la presidenta miamense de Panamá, Mireya Moscoso, ha preferido “desaparecer”, con las “protecciones” que le quedan.
Los hermanos Novo, después del asesinato del ex canciller Orlando Letelier, terminaron de “relacionistas” con la Fundación Nacional Cubano-Americana, mientras el “Chairman” vitalicio de esta organización, Jorge Mas Canosa, pagaba los 26 000 dólares que compraban la “liberación” de Posada, preso en Venezuela después de la explosión en pleno vuelo de una aeronave de Cubana de Aviación, con un saldo de 73 muertos.
La serie de Webb en el San José Mercury News explicó detalladamente cómo la red de la CIA vendió toneladas de cocaína a pandillas criminales, demostrando cómo el fanatismo anticomunista de la Casa Blanca la llevó a involucrarse en la propagación de la más infernal epidemia de droga de los tiempos modernos.
La comunidad negra norteamericana se escandalizó con las informaciones difundidas por los textos de Webb.
Su papel en revelar el siniestro complot de la CIA hizo de Webb un personaje muy celebrado en la comunidad negra.
Cuando, por fin, después de un informe del Inspector General de la CIA acerca del tráfico de droga realizado por la Agencia, la Cámara de Representantes acepta estudiar el tema, Porter Goss, quien dirigía el Comité de Inteligencia desde el año anterior, determina, en una hora de audiencia, que las alegaciones eran "falsas".
Por supuesto, la investigación relámpago de Goss descartó hasta la investigación de Gary Webb.
Goss, un ex agente de la CIA que participó en las operaciones de la estación JM/WAVE de Miami en 1972, realizando operaciones terroristas contra Cuba, acaba de ser nombrado director de la CIA por George W. Bush.
Ricky Ross, una de las fuentes más confiables de Gary Webb, habló con él unos días antes de su muerte. Webb le señaló entonces que había visto a hombres examinando la tubería fuera de su casa y que, de manera evidente, no eran ladrones sino “gente del Gobierno”. Añadió que había recibido amenazas de muerte y que era regularmente seguido.
Se sabía que Gary Webb trabajaba en una nueva investigación sobre el mismo tema de la CIA y del narcotráfico.
El 10 de diciembre, el cadáver de Webb fue descubierto en su domicilio de Carmichael. Tenía la cara destruida por dos proyectiles de revólver calibre 38.
El Coroner Robert Lyons fue el oficial de justicia que realizó la investigación. Emitió rápidamente su conclusión: Gary Webb se suicidó, afirmó.
Especial para Granma Internacional—
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