Burguesía fascista y criminal

Ante la tragedia originada por el cambio climático que asola nuestro país, dejando a infinidad de familias sin vivienda y medios de vida para protegerse de la inclemencia de las lluvias. El oposicionismo es, en la ocasión, omnipotente con la tragedia del pueblo, y le toca por lo mismo allanar los medios para poner término a tan enojosa contienda que se vive en el país, sin humillar a los necesitados. Es imposible que hombres de principios puedan acercarse a restablecer relaciones de amistad o de política con estos energúmenos, si no atestiguan los comedimientos ideológicos que nos separan y hacen diferentes, como son: la marginalidad, la exclusión, la represión y la humildad.

El Chávez de 2010 no es el Chávez del 2002, que fue a conversar con los generales y almirantes golpistas a Fuerte Tiuna, a fin de atraerles a la obediencia del Gobierno, la Constitución y las leyes, y devolver la paz y el sosiego al pueblo venezolano. Y no quiere tampoco igualarse a la extrema derecha, para tratar con ellos la suerte de la Patria, en el campo de la razón y de la conveniencia de lograr la paz pública. Acaso creen los burgueses que Chávez y el pueblo valemos menos que ellos: o no quieren ver que tras él va todo un pueblo, enloquecido de entusiasmo por su libertad, y por ejercer el democrático derecho de apoyar y proteger a su mandatario. Tal vez pensaron los oposicionistas golpistas que Chávez debía llegar a ellos de rodillas, pidiéndoles clemencia y ofrendarles el poder. Pero Chávez firme con la conciencia de sus responsabilidades para con el pueblo, no se detuvo en esperar que la burguesía fuera magnánima con la miseria de los necesitados. Burgueses, o paran la cola y pegan la espantada para Miami o se someten a la Revolución.

Pero además el pueblo revolucionario también ha madurado y no discurre en el mismo sentido del 2002, que salieron en aquel entonces a las calles de Caracas y en todo el país con la Constitución en la mano como única arma reclamando a su Presidente que lo tenían secuestrado los golpistas. Hoy a unos exalta la pasión, y a otros el ahínco de sacudir el oprobioso yugo represor, desaforados, cuáles respiran venganza, por injurias y persecuciones, recibidas por los abusos cometidos durante siglos por la oligarquía; cuáles, descontentos, y confiados en su valor, hablan públicamente de apelar a la armas, como único modo de acabar con los oposicionistas golpistas, que no paran en cometer arbitrariedades, por muy sanguinarias que fueren, con tal de mantener en sus manos a toda costa las riendas del poder.

De esta confusión de pareceres violentos y raciocinios acalorados resulta, que el séquito de los golpistas oposicionistas empieza a dispersarse; tomando cada uno el partido que mejor le parece. Y el suceso ruidoso que se asemejaba a los momentos de un posible triunfo el 26S, de estos mafiosos, quedó reducido a tener que volverse con el rabo entre las piernas, medio ocultos y de noche, donde muy mal inspirados en esa coyuntura, estaban ya dispuestos a vejar al presidente, para imputarle injustamente el delito de dictador.

Empero, el intento de la burguesía fascista no consiste simplemente en inmolar un hombre, sino apagar una idea; y si osan derramar la inocente sangre de un mártir, es por quebrar en el cadalso la persona que los ha desprestigiado en el criterio del pueblo; aquel aparente débil instrumento, que había producido después de varias décadas, la más radical e irresistible revolución de la política del país. Hombres son aquellos que no se detienen a pensar, que los principios no se destruyen en los suplicios, así como la fe religiosa no se calcina en las hogueras. Pues el pueblo inspirado en la libertad, y educado en el reverente culto de la Patria, se alza, para rociar la conciencia humana, desde las cimas de la inmortalidad, con el vivificante luminoso de esos ideales que nos legó el Libertador, que crean el patriotismo, é inspiran abnegación sublime, para enseñarnos a padecer y morir por la Patria.

Están grabados en nuestra Constitución Bolivariana, los más avanzados principios políticos de la democracia moderna; entre otros, los derechos de que toda persona debe ser cobijada, abrigada y alimentada humanamente; la educación y la salud, la protección de niños y niñas, la libertad de opinión sin restricciones de ninguna especie. Pues a estas libertades no puede imponérseles ninguna otra; en atención a que los derechos individuales de vivienda y alimentación; de hablar y de escribir son tan semejantes entre sí, o mejor dicho, tan idénticos, que cuanto se diga del uno puede aplicarse estrictamente a los otros, como que unos y otros proceden de la misma fuente, y son al igual representativos de la dignidad del hombre y de la mujer.

De todo lo cual resulta, que en el modo de resolver problemas de este género, estriban las diferencias orgánicas de nuestros principios e ideología. De suerte que, cuando la ultra derecha fascista porfía por reducir la esfera de la libertad de expresión, viviendas dignas y el derecho a alimentarnos, por decretar leyes que asfixian las libertades mismas; empeñase el socialismo en dilatar hasta la utopía los lindes de todas las libertades y de todos los derechos públicos, para constituir en el país el reinado del pueblo libre en socialismo.

Gringos ¡Ho Home!

¡Libertad para Gerardo!

¡Libertad para los cinco héroes de la Humanidad!

Hasta la Victoria Siempre.

Patria Socialista o Muerte. ¡Venceremos!


manueltaibo@cantv.net


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Manuel Taibo


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