Uno de los principios principales de la fe cristina ha sido dar al más necesitado, extender la mano al pobre al marginal. La original fe cristina se baso en lo social de los pueblos, buscando una estabilidad social que fuera propicia para la convivencia bajo la fe cristiana.
En Venezuela tenemos un excelente ejemplo de la caridad cristiana, la cual se manifiesta en la labor de las Hermanas de la Caridad de la orden de la hermana Teresa de Calcuta, estas abnegadas monjas están en lo más profundo de nuestro pueblo, en Carapita y Catia La Mar. Trabajando con los más necesitados y con aquellos que menos tienen, así a lo calladito sin casi hacerse notar llevan a cabo un trabajo titánico, especialmente en el vecino litoral donde estas santas mujeres acogen niños con problemas y deformaciones, les dan amor y calidad de vida y lo hacen prácticamente mendigando recursos. Ver esto es sobrecogedor, como estas mujeres venidas de tan lejos y con una gran humildad dan su vida y dedicación por nuestra gente. Ese es el camino original de Cristo.
Pero que diferencia y que distante de esta visión esta la Conferencia Episcopal, esta reunión de la realiza cristiana de aquellos que han coronado el éxito sacerdotal reservado solo para unos pocos que dormirán en fino lino y degustan exquisitos manjares y sobre todo tendrán la verdad y voz de la fe.
Precisamente en estos últimos que son los menos están haciendo que la iglesia cristina se pierde. Se han desvinculado de la caridad cristina y su compromiso con el pueblo precisamente aquel por el cual Cristo dio su vida en una cruz. Hoy estos príncipes se reúnen a hablar de globalización, propiedad privada y finanzas, hoy fieles guardines de la oligarquía miran con desdén a los que nada o poco tienen.
Y llama la atención que uno de los principales enemigo de una ley para proteger y cuidar a nuestra infancia, que busca reinstaurar en nuestros medios la dignidad y calidad que nuestro pueblo merece, sea precisamente un príncipe de la iglesia, que pasando sobre una realidad como es adecentar los medios de comunicación, se abraza a la causa de los capitales mediáticos. Que ganara Baltasar Porras permitiendo una televisión llena de sexo, agresión y chabacanería, sin cultura y sin respeto al prójimo. Será que Porras esta más comprometido con una causa reñida con la fe Cristina y es más partidario de los capitales de Cesar que de la comida de un pueblo.
Y una lee las notas del Sr. Andrés Dupy y se asombra, cuando un hombre que se supone debe ser vigilante y propagador de fe, llama a estar atentos para saltar a la calle a defender no el hambre, la familia o nuestros hijos, para defender la propiedad privada. Alerta a estar preparado para tomar la calle, llama a la guerra.
Claro que distan muchos estos señores que terminan el día rezando y después tomándose unos 18 años con langosta se acuesta en colchones finos para tener dulces sueños. Que distante de aquel cura de pueblo que después de la última misa y luego de leer una manoseada Biblia cena unas sardinas enlatadas con casabe y duerme en un catre.
Y es precisamente ese abismo que en Venezuela crece y crece todos los días entre aquellos que con la fe cristiana están con nuestros pueblos y estos ejecutivos de la fe que son servidores de los grandes capitales, el cual lleva a la perdida de la fe cristiana, de nada le servirá al cura de pueblo a la monja abnegada tender la enseñanza de la fe, cuando desde las pantallas con mayor cobertura el Porras y Dupuy llaman al pueblo a alzarse a desconocer un gobierno que es quien le da mano.
Y uno ve que en cada barrio las iglesias evangélicas avanzan se hacen fuertes sobre la fe cristina y la razón es simple, la doctrina evangélica predica amor y salvación. La fe cristiana ha quedado como vigilante y guardiana de los capitales, distante y lejana del barrio.
Mientras la iglesia tenga gente como Porras y Dupy su futuro estará perdido, esta suerte de mercenarios mediáticos ponen la orientación cristiana según sus intereses y al mejor postor. Hoy estos curas no estad al lado de Cristo en el mercado, están recogiendo aquello que es del Cesar.