El Libertador, se embarca rumbo a San Thomas y Margarita

El 23 de agosto de 1816 salió el Libertador del puesto de Güinimita, rumbo a Haití, en el Bergantín Indio Libre, el cual, al llegar a la altura de Jacmel fue envuelto por una violenta tempestad y durante tres días estuvo a punto de naufragar, logrando al fin entrar al puerto del 2 al 3 de septiembre y llegado que hubo a la hospitalaria Antilla, el incansable Bolívar se dio a la tarea de aprestar una nueva expedición para invadir a Venezuela. El 4 escribió al General Petión exponiéndole los sucesos de la campaña y éste le contestó generosamente el 7, invitándole a dirigirse a la capital a tratar con él sobre una nueva expedición. “…con más sentimiento del que puedo explicar, le dice, he leído los detalles que contiene sobre los tristes y deplorables acontecimientos que han obligado a V.E. a abandonar la Costa Firme. Así en las grandes como en las pequeñas empresas una fatalidad inexplicable se une regularmente a las más sabias combinaciones, de donde proceden reveses imprevistos que burlan toda precaución y destruyen los planes mejor combinados…” V.E. acaba de experimentar esta dura y triste verdad, pero si la fortuna inconstante ha burlado por segunda vez las esperanzas de V.E., en la tercera puede serle favorable; yo a lo menos tengo este presentimiento, y si yo puedo de algún modo disminuir la pena y sentimiento de V.E. puede desde luego contar con cuanto consuelo de mi dependa. En consecuencia, ruego a V.E. venga a este puerto, donde tendremos algunas conferencias particulares.

Y quiso la Providencia más todavía, enrumbar hacia aquella Isla al Almirante Brión y su Escuadra, ya que con la pérdida de la Goleta Bolívar no había podido seguir a desempeñar la comisión diplomática que el Libertador lo confiara sobre México y los Estados Unidos; coincidiendo su llegada con la reelección vitalicia del General Petión, por unanimidad de votos de los haitianos, para la Primera Magistratura de la República.

Bolívar y Brión se pusieron de acuerdo para visitar al Ilustre Presidente, presentarla sus congratulaciones y solicitar su ayuda para proseguir la magna empresa de libertar la América. Petión, vivamente conmovido, correspondió a los parabienes de aquellos grandes hombres prometiendo ayudarlos moral y materialmente; y así, para el mes de diciembre podían disponer de todo lo necesario para emprender su última expedición, que partió del puerto de Jacmel el 21 de dicho mes, provista no sólo de elementos de guerra y de boca, sino también de dinero. El primer Magistrado haitiano, juzgando siempre los sucesos desde un punto de vista elevado, se mantenía firme en su sagaz política de preparar la revolución en el nuevo mundo y, por otra parte, los corsarios viendo asegurada su bandera se hallaban más dispuestos a colaborar con los republicanos.

Grandes, muy grandes, fueron los servicios que prestara entonces la República de Haití a la causa de la Emancipación Suramericana; durante el primer tercio del siglo XIX los buques de guerra haitianos persiguieron, capturaron y castigaron a los piratas españoles habilitados en Santiago de Cuba, Barbacoa y Trinidad, que asolaban las Islas del Caribe secuestrando jóvenes y niños negros para venderlos como esclavos a los hacendados cubanos. Bolívar encontró en Haití el más firme sostén de sus proyectos. Petión no sólo impuso su autoridad para defender al Libertador de las acusaciones que formularon algunos de sus compañeros en la histórica reunión de Los Cayos, si no que le facilitó en dos ocasiones, muy críticas por cierto, dinero, barcos, hombres, armas y municiones para la guerra. Los haitianos —los mejores y más bravos marinos de las Antillas— nuclearon las tripulaciones de los barcos que, guiados por Bolívar, partieron de Jacmel en diciembre de 1816. Figuraron por centenares en las Escuadras de Padilla, Brión, Mac-Gregor y Aury que tanto contribuyeron a la independencia de las colonias hispanoamericanas.

Bolívar y Brión, con la ayuda del Presidente Petión se embarcan en la Corbeta Diana rumbo a San Thomas y Margarita: El 4 de diciembre de 1816 se despidió Bolívar del Gobernador de Los Cayos de San Luís, con gran cantidad de fusiles, pólvora, uniformes y algunos Oficiales; a los pocos días ancló en Jacmel la Escuadrilla de Villaret procedente de Los Cayos y el 28 siguió la ruta del Libertador, conduciendo en el Indio Libre, el Decatour y cuatro buques pequeños, armas, municiones y muchos Oficiales extranjeros. Esta expedición republicana, estratégicamente dividida en dos partidas desorientó a los realistas, quienes en el empeño de vigilar a un tiempo puntos muy distantes, no opusieron resistencia en la mar como en otras ocasiones, y fue a fines de diciembre cuando el Brigadier Pascual Enrile se dio a la vela en Cartagena de Indias con dos fragatas, pero ya era demasiado tarde y en el crucero a Port-au-Prince supo la salida de las dos Expediciones Libertadoras, por lo que resolvió dirigirse a la Habana.

El 20 de diciembre arribó a Margarita una goleta procedente de Colonia con cien quintales de pólvora, pertrechos y armamentos para los republicanos, quienes a la sazón multiplicaban el armamento de sus Flecheras con gruesos cañones de a 2 y de a 8 en colisa, mientras que, por ausencia de la Escuadrilla realista, el Coronel Juan Bautista Pardo se hallaba sitiado en Pampatar, sin elementos con que hacer frente al poderoso enemigo.

El Libertador arribó felizmente el día 28 al puerto de Juan Griego, hallándose de Gobernador de la Isla de Margarita el Coronel Francisco Esteban Gómez, por ausencia del General Arismendi, quien se había embarcado el 20 con 400 hombres en auxilio de Barcelona.

El mismo día de su llegada, Bolívar dio una brillante proclama excitando a los venezolanos a elegir un Congreso y a constituir el Gobierno de la República.

“Simón Bolívar, Jefe Supremo de Venezuela, Capitán General de sus Ejércitos y de los de Nueva Granada”.

Venezolanos: “Los pueblos, los generales y los ejércitos por órgano del General Arismendi me han llamado. Vedme aquí. Vengo a la cabeza de una cuarta expedición, con el bravo Almirante Brión; a serviros, no a mandaros”.

Venezolanos: “Vosotros me habéis confiado la autoridad en los dos últimos períodos de la República. Vosotros me habéis obligado a subir al tribunal y a combatir en el campo. No he podido llenar a la vez tan opuestos destinos. La Patria ha sufrido en la administración y en la guerra. Vencedor, no he podido alcanzar los frutos de la victoria por atender a los cuidados del Gobierno. La Justicia, la política y la industria, han sufrido cuando me he ocupado en defenderos. Así, una necesidad imperiosa exige la inmediata instalación del Congreso, para que tome cuenta de mi conducta, admita la abdicación de la autoridad que ejerzo y forme la constitución política que debe regiros”.

Venezolanos: “Vosotros habéis sido convocados por mí desde el mes de mayo para constituir el Cuerpo Legislativo, sin prescribiros restricción alguna, autorizándoos para escoger la época y el lugar. No lo habéis hecho: los sucesos de la guerra os lo han impedido; pero ahora debéis apresuraros a ejecutarlo como las circunstancias lo dicten”.

“La Patria ha estado y estará frecuentemente en orfandad, en tanto que el magistrado sea un soldado. Las vicisitudes de la guerra son tan varias y terribles, que apenas pueden preverse, mucho menos evitarse: las transacciones del Gobierno exigen un establecimiento más constante. Un hombre mismo o puede moverse y estar en reposo. Vosotros, pues, debéis dividir las funciones del servicio público entre muchos ciudadanos que poseen las virtudes y el talento que se requieren para el ejercicio del poder”.

“Si aquellos que fueron legítimamente constituidos por los representantes de los pueblos en el primer período de la República, existiesen libres y entre nosotros, los veríais ocupar las dignidades que les fueron conferidas; pero la más deplorable fatalidad nos priva de los servicios de estos funcionarios. Los más se hallan ausentes, muchos oprimidos, muchos muertos y otros son traidores. No obstante que su autoridad ha prescripto, habiendo terminado sus funciones, yo los habría convidado a continuar de nuevo el Gobierno de la República. Ellos no aparecen en el seno de la patria libre; es pues indispensable reemplazarlos”.

Venezolanos: “Nombrad vuestros diputados al Congreso. La isla de Margarita está completamente libre: en ella, vuestras asambleas serán respetadas y defendidas por un pueblo de héroes, en virtud, en valor y patriotismo. Reuníos en este suelo sagrado, abrid vuestras sesiones y organizaos según vuestra voluntad. El primer acto de vuestras funciones será señalado por la aceptación de mi renuncia”.

Cuartel General del Norte de Margarita, diciembre 28 de 1816.

Al día siguiente escribió al General Mariño disimulando la parte que éste tomará en los acontecimientos de Güiria, recordándole las mutuas hazañas de 1813 y 1814, los servicios prestados por ambos, y los errores causados por la anarquía. El 31 pasó a Barcelona y se puso a la cabeza de las tropas que habían de ser vencidas en Clarines, a orillas del Unare, el día 9 de enero. Ya no se hallaba allí el General Manuel Carlos Piar, porque desde noviembre anterior había marchado sobre el Orinoco y pasándole el día 27 por el sitio de Río Claro, para obrar en unión del General Cedeño contra la capital de Guayana, cuya Provincia se hallaba casi toda dominada por este Segundo Jefe.

Reunidos efectivamente Piar y Cedeño, el 25 de diciembre su marcha desde el Pueblito, en las cercanías de Caicara con dirección a Angostura. En el río Caura tuvieron que hacer alto para proporcionarse barquetas en que pasar a viva fuerza, por hallarse su margen derecha defendida por cuatro Compañías del Barbastro.

El republicano Capitán de Fragata Rafael Rodríguez pasó cautelosamente aquel río y se apoderó de una de las embarcaciones enemigas amarradas a la costa opuesta, y regresó para, en ella y otras dos construidas a la ligera, pasar la infantería de Piar, al tiempo que la caballería de Cedeño lo cruzaba a nado; destruyendo de este modo y con su denodado arrojo las tropas realistas que fueron terriblemente alanceadas hasta el pueblo de San Pedro, a legua y media distante de aquel paso.

Esta vez estuvieron también desacordadas las opiniones de Bolívar y Brión, pues Bolívar, como ya hemos visto, era partidario de emprender la campaña sobre Guayana porque, a su entender, en el dominio de aquella región se hallaba la salvación de la Patria.

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Manuel Taibo


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