“ELLA SE SIENTE A VECES COMO COSA OLVIDADA
COMO FRUTO DEVORADO ADENTRO
POR LOS PÁJAROS RAPACES…….”
ALEIDE FOPPA
La naturaleza y la humanidad son las dos en una la más grande víctima del capitalismo y dentro de esta es la mujer la que lleva la peor parte. Ese sistema en su inclemente tarea de aniquilar y embrutecer al ser humano, dado que de ello devienen sus inmensas fortunas, ataca con más saña a la hembra que es la esencia, el ánfora de la vida. Hembra es la tierra, hembra es la mar, hembra es la vida, hembra es la luz. Hembra es la lucha revolucionaria, que nos arropa, que nos educa, que nos ama y nos hace amarla.
Por esa y muchas causas más se emplean tantas y tan fuertes herramientas para someter, aniquilar, mediatizar, neutralizar a las mujeres de nuestros pueblos. Nuestras mujeres son el gran objetivo del enemigo de los pueblos. En destruirlas les va la vida, porque ellas portan la conciencia revolucionaria. Porque en sus entrañas florece la vida.
Y precisamente marchitando ese florecimiento es como más duro golpea a la mujer la contra revolución. Múltiples han sido las formas políticas, económicas, sociales y culturales con las que las han sometido a través de la historia. Pero la más cruel, la más refinada y artera la inventaron de unos pocos siglos para acá con el asesinato de sus hijos dentro de su propio vientre. Y la mayor crueldad reside en la pretensión de colocar el aborto como una de las más grandes reivindicaciones de la mujer, enarbolada por las izquierdas y movimientos feministas en general les han sembrado a muchas en sus mentes esa “decisión” contra ellas mismas. La multiplicidad de formas y métodos existentes para la prevención del embarazo hacen todavía más absurda la provocación del aborto.
Creo con Neruda que los comunistas somos “la levadura de la vida”. La revolución no es otra cosa que la regeneración de la especie, es vida no muerte. En una sociedad justa y equitativa no podrán tener vigencia las razones de índole económica que se arguyen en muchos casos para justificar la provocación del aborto. El socialismo deberá elementalmente garantizarles sus derechos a todos los hijos desde el momento mismo de su fecundación. De acuerdo; no lo hace en absoluto esta sociedad capitalista, pero tampoco lo ha hecho para los ya nacidos y por ello no vamos a eliminarlos nosotros mismos durante su infancia o juventud. Ya se ocupan ellos de matarnos o hacernos que nos matemos y suicidemos en masa de diferentes maneras.
Las razones de los propulsores del aborto son muchas y del más variado tenor, todas según ellos de una gran justeza y lo más sorprendente es que son investidas de un alto contenido revolucionario. Prácticamente el aborto es la gran herramienta apara la liberación de la mujer. Cabría indagar dónde está en realidad ese gran contenido revolucionario. Algunas lo desean por el deterioro de su figura según los cánones del momento. Y es válido. Otras porque les da fastidio, y es válido también. Otras porque se están separando del marido o sencillamente no saben si el carajito es de él. Que les va a estorbar en sus estudios o por el temor al disgusto de sus padres. Las razones que se les ocurran son válidas para estos promotores del crimen intravaginal. Todos conceptos fundamentados de una u otra forma en valores burgueses.
Una de las consignas estelares de ese “feminismo” torcido es que la mujer tiene el derecho a disponer con absoluta libertad de su propio cuerpo. Una verdad por cierto bastante relativa. Hasta cierto punto tenemos en la vida libertad para disponer de nuestros cuerpos. Esa disponibilidad no estaría obligada a tomar en cuenta para nada como cuestión vinculante la opinión del hombre sin cuya participación sería imposible la fecundación, deseada o no deseada. Entonces la pregunta sería ¿Por qué cuando se le va a dejar nacer el hijo es de los dos y para eliminarlo es de ella sola?
Otra razón frecuentemente esgrimida para la legalización del aborto es la protección de la vida de las madres, para evitar de esta forma que caigan en manos “inescrupulosas” que de mala manera y sin condiciones optimas realizan los baratos abortos clandestinos. Quién sabe cuántas “serias y respetables empresas de la salud” están por detrás de este que promoviéndolo y haciéndolo masivo, es y será uno de las pingües negocios de la medicina capitalista. La medicina para la enfermedad y no para la salud, para la muerte y no para la vida. Inexplicablemente grandes consorcios y fundaciones internacionales son los principales financistas de organizaciones, movimientos y medios de comunicación promotores de la legalización del aborto. Les preocupa mucho que la derecha católica sea abanderada opositora del aborto, pero no les interesa para nada el carácter y las orientaciones de esas organizaciones internacionales que frecuentemente los financian.
El carácter terapéutico del aborto ya es otro enfoque, que tendría que ver tal vez con la eutanasia. Otro polémico asunto obviamente con otras connotaciones, pero que no se nos presenta como la panacea o el camino de la liberación para nadie. La cual de diferentes maneras se viene aplicando desde hace tiempo de una forma más o menos oculta, con la eliminación de los “tubos”, medicinas y demás equipos a pacientes desahuciados, de manera de acelerar lo inevitable.
Por lo demás no me quita el sueño que estas posiciones que considero claramente revolucionarias coincidan con los personeros de la ultraderechista jerarquía católica, probablemente habrá camaradas practicantes de la teología de la liberación que coincidan con estos solitarios enfoques de un problema que desde mi punto de vista ha sido tratado muy a la ligera en el ámbito de la izquierda.
Soy convencido de que esta campaña es una de las más fuertes líneas trazadas para desviar los objetivos de ese elemento tan fundamental como lo es la mujer en las luchas revolucionarias. Matar a los hijos en el vientre y con el consentimiento de la propia madre, es el gran crimen contra natura de la sociedad capitalista. Aunque lo hubieran legalizado en los otrora países socialistas.
Si llegara a institucionalizarse o legalizarse el aborto esa práctica podría alcanzar el carácter de exterminio masivo, con lo que estaríamos dando cumplimiento a la máxima de aquel marine gringo cuando dijo que a los guerrilleros del tercer mundo había que eliminarlos en el vientre.
La hembra humana es la fuerza de los pueblos, la portadora de la vida que lucha por vivir.
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