Los gobiernos imperiales de los EE.UU., no tienen amigos, sino socios. No
tienen principios, sino intereses. Meta que logran con la palanca más
poderosa del mundo: las fuerzas militares. El aparato militar mundial
norteamericano, organizado con base en comandos estratégicos, actúa en
cualquier parte del planeta a su entera discrecionalidad. El mundo es su
teatro de operaciones y zona militar propias.
El plan maestro VC 2020, los documentos Santa Fé, los planes del Comando
Estratégico del Sur, la nueva fase del Plan Colombia, el llamado ahora Plan
Patriota, las maniobras tácticas conjuntas con militares de países
latinoamericanos, todos responden a la concepción estratégica del dominio
del espectro global. No es casualidad que el gobierno de Bush haya
incrementado la ayuda militar a Latinoamérica, restando la de programas
sociales. Para el 2004, a Colombia le asignaron 553 millones US$ contra 136
de inversión social, sin sumar los aportes adicionales que arrojará el Plan
Colombia y su derivado Plan Patriota. En México se duplicará de 27 millones
US$ a 52. Perú recibirá 71 millones, 10% más que el 2003. En Ecuador
asciende el aporte de 30 a 49 millones. Brasil recibirá 21 y Panamá 14.
Esto obedece al paquete de intereses vitales, definidos unilateralmente
desde la cúpula de la Casa Blanca. Tres de ellos son suficiente para
relacionar la estrategia de dominio y el avance arrollador de sus planes
militares: (i) prevenir la aparición de coaliciones regionales que sean
hostiles a EE.UU.; (ii) asegurar el acceso incondicional a los mercados, los
suministros de energía, los recursos estratégicos; y (iii) garantizar la
libertad de los mares, vías de tráfico aéreo, espacio sideral, control de la
información y de las comunicaciones. Intereses que demandan la libre acción
de sus organismos de inteligencia, la CIA principalmente, en todos los
espectros y dimensiones de las naciones latinoamericanas.
Preservar sus intereses vitales es cuestión doctrinaria de su principios
hegemónicos. Dentro de ellos se inscriben los conceptos estratégicos de
guerra preventiva, proyección de poder, presencia de ultramar, sorpresa
estratégica y dominio territorial. Todos enfocados a determinar que el
peligro más serio que atenta en su contra es a lo que denominan las
"amenazas asimétricas". En el contexto de su seguridad nacional, la
asimetría se refiere a la acción que el oponente presenta para maximizar su
ventaja, lograr la iniciativa, ganar la mayor libertad de movimiento y
explotar las debilidades del imperio. Amenaza asimétrica es para ellos, la
ofensiva de los palestinos; la guerra de guerrillas que libra el pueblo de
Irak; la guerra santa del jihad y la conciencia ideológica. También es
amenaza asimétrica, la emancipación de los pueblos, el desarrollo avanzado
de los países que forman parte de su mercado y la instauración de sistemas
políticos diferentes a los sugeridos para la región, como es el caso de
Venezuela.
Las fuerzas militares son el poder que invade territorios, aniquila
gobiernos y reprime al pueblo. Pero no doblega la voluntad del pueblo. Los
planes militares para la América latina son asimétricos. Ya lo ha dicho con
profunda concepción revolucionaria Fidel Castro: "Los EEUU., olvidan lo que
Antonio Maceo advirtió y que hoy cobra más vigencia que nunca Œquien intente
apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no
perece en la lucha. Más de 40 años de fracaso tras fracaso debiera
persuadir a cualquier gobierno de EE.UU., de que las más sofisticadas armas
no podrían aplastar la resistencia de nuestro pueblo, que de antemano sabe
qué táctica debe utilizar y qué formas de lucha emplear para anular hasta
reducir a cero la superioridad tecnológica del atacante".
Postura irreductible del pueblo cubano que defiende con conciencia su
tierra, su soberanía, su libertad. Esto es igual para los pueblos del resto
del continente y, muy especialmente, para Venezuela si se pretende aplicar
la fuerza militar para arrebatar el proceso revolucionario.
izarraw@cantv.net
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