Alguien pudiera creer que estos artículos constitucionales, se pueden plasmar tranquilamente sin necesidad de hablar de Revolución Bolivariana y socialista, transformación y cambios sociales. Pero es una visión errada asumir esta visión. Es caer en un error histórico y político. Nuestro país Venezuela, no pudo lograr su libertad ni antes ni después de la guerra de independencia. La confrontación armada contra el imperio español, sólo permitió que otros tomaran el poder político. Los patriotas de nuestra tierra venezolana logran vencer a los europeos españoles en Carabobo y al final en Ayacucho donde se derrota al último virrey en tierras suramericanas. Pero hubo un detalle: La igualdad y la justicia estuvieron ausentes de las prácticas del Nuevo Estado constituido. Los diferentes decretos antiesclavistas del Libertador no fueron respetados, solo votaban en elecciones los adinerados que sabían leer y escribir, es decir, las minorías que manejaban y usufructuaban las riquezas nacionales, también gobernaban. Ahora bien, en el siglo veinte, ya comenzando la segunda mitad, se instauran gobiernos que dieron paso al sufragio universal, directo, secreto. Pero los descendientes de las familias oligárquicas del territorio venezolano continuaron montados en el poder político. La constitución de 1961, garantizaba también el derecho al estudio, libertad de expresión, derecho a la vida, el gobierno de Betancourt, realizó la reforma agraria ¿Avanzó el país? ¿Se desarrolló la producción nacional? ¿Hubo desarrollo tecnológico? Por el contrario, nos hicimos más dependientes, se generó más pobreza, crecieron los monopolios y los latifundios. ¿Es diferente ahora? Por supuesto. Existe un Estado dirigido para hacer la revolución, darle poder al pueblo, se combaten los monopolios, se desarrollan leyes para fortalecer el poder popular por vías institucionales, el pueblo se moviliza y reclama sus derechos. Hay un gobierno revolucionario dispuesto a liberar nuestra República.