De él me habían dicho que era escuálido y cosas peores.
“Se pasó a la derecha y a Chávez detesta”. Eso dicen quienes fueron también amigos suyos; por lo que le han puesto en la lista de intratables.
En el transcurrir del tiempo que hemos vivido, por violar la estrechez de un código moral, una impuesta historia, no adorar santos de una iglesia inventada con elementos de lo que es y debe ser una portentosa fuente de ideas para interpretar y transformar la sociedad, sin creatividad, inventiva, atándose a dogmas, dioses de carne y hueso, muchos han sido víctimas innecesarias por sentenciar o ser sentenciados con juicios como esos. Ha acontecido por décadas.
Hasta por tener dioses distintos a la corriente que más aguas arrastra, en un olimpo, que por serlo, admite tantos como aristas la vida y el acontecer, se ha sido víctima de apóstrofes y el cerco, por lo menos el del silencio, el ignorarle.
“Hablar con ese c…… es perder el tiempo y coger a…..s”. También se dice del viejo compañero, como para que uno le ponga una barrera. Le cierre espacios para que vaya adonde quienes desde antes son sus verdaderos enemigos. Como esos ríos mansos, en etapa de aparente decadencia, a los que si uno le obstaculiza sus cauces naturales, busca caminos nuevos, menos resistentes. Lo malo, es que podría llegar el día que sumando fuerzas y caudal, volvería por los viejos a destruir y sembrar calamidades.
Cuando odio, moralismo, y simplonería, se juntan, engendran intolerancia, violencia y hasta árida soledad que dejan quemazones.
Todo eso lo ha visto el presidente en el fondo de pupilas que le miran, en el discursear y abordar toda discrepancia, sin calibrar su pertinencia, como si fuese un cuerpo extraño.
“Buenas Eligio, ¿cómo estás?”
Mejor hermano por verte y hablar como en los viejos tiempos.
De esa manera cordial, el viejo compañero de luchas y calamidades, Norberto, se llama, y yo iniciamos el diálogo, esta mañana, habiéndonos encontrado en la panadería en búsqueda de pan y periódico.
Conversar como si estuviésemos entrando en un campo de batalla, sabiendo que soporta una pesada carga cultural que le ata al futuro que defiendo, es lo peor de lo malo. Que esté contra Chávez, no da motivos para estigmatizarle como si estuviese contra el cambio y la patria que deseamos y él ha soñado. ¡No puede estar contra sus sueños! Por lo menos es poco probable. La cosa no es tan simple.
Como diría Chávez, ese simple y pedestre discurrir, es propio de la “vieja cultura capitalista”.
Después de hablar, no recuerdo por qué motivo de Vargas, Páez, Pedro Carujo y hasta el historiador carupanero Bernardo Tavera Acosta, como inexorablemente, llegamos al punto que habíamos eludido, Chávez.
Habló largo de las “razones” que de éste le separan. De deficiencias del gobierno, invasiones, expropiaciones, lentitud para resolver problemas. Aparente indiferencia de gobernantes regionales y de corrupción, acerca de lo cual sugiere conocer detalles, pero sin largar prenda.
No sospecha que uno podría asumir parte de ese discurso público si fuese pertinente.
Noté en él, cuyo pensar conozco desde los años juveniles, que calló asuntos puntuales, como el álgido tema socialismo- capitalismo, sólo dijo que aquí “el capitalismo está vivito”. Eludió asuntos de soberanía y particularmente asociada a lo petrolero y relaciones internacionales. No habló de temas como educación, él es educador, y por supuesto menos del Estado docente y cupo estudiantil. Los conceptos imperialismo y sus relaciones con el mismo no tocó para nada. Menos de política relativa a la distribución del ingreso nacional y todo lo que de ello se deriva.
Pero si hube de mencionárselos. ¿Qué te parece cómo aborda el gobierno estos asuntos? ¿Haz hecho comparaciones con el pasado? Eres en cierto modo historiador, no puedes negarte a pesarlo. Olvida a Chávez, en fin de cuentas, no es sino un humano
No pudo, frente a quien bien le conocía, desconocer la validez de mis argumentos. Aquello le gusta, lo que no puede “tragarse”, porque eso es parte del trabajo del odiado personaje, que le parece intruso, advenedizo.
Siendo así terminé por plantearle el dilema:
¿Si todo eso, planteado en abstracto, reconocida tus dudas, te parece positivo, por qué no lo respaldas?”. ¿Por Chávez?
¿Es más, si Enrique Mendoza, por escoger uno que tiene poder en la MUD, o Ramos Allup, y no de los otros que podrías pensar, tienen planes opuestos a los tuyos, lo sabes por historia, entonces, qué te ata a ellos? ¿Y la política imperial, que ellos han enarbolado siempre, ahora la respaldas? Se bien que no.
Calló, pensó largamente y se excusó por tener que retirarse, sin muestras de rabia ni desacuerdo, sino de estar meditando. Su retirada la anunció diciéndome:
“Seguiremos hablando”.
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