Simón Bocanegra, y Santos
Yorme, ¿estarán cobrando la pensión del IVSS o del Gerontológico?
Escuché a un cascarrabias escuálido gritar que “con esa
pensión tan pírrica los pobres no se podrán beber dos tragos
de “maíz”? Y yo que lo único que tomo es consejo y me vuelve loco
una echadera de broma, me confundí al decirle que “el maíz no se
toma”.
Me espetó: “¿Y a ti
que carajo te ha dado la revolución? Porque así los enseñó la IV-R...pues,
según él, para que uno respalde a algún partido político en el gobierno,
debe darte algo, me gritó el sujeto al que le dicen “Caimán”.
Sin embargo el fulano “Caimán” posee algo de lo que adolecen los
escuálido en su mayoría, sentido del humor sonoro.
Él dice por ejemplo que el
anciano Simón Bocanegra se colocó ese seudónimo porque antes de dársela
de revolucionario lo que comía era caraota con arroz en la mañana,
caraota revuelta con arroz al mediodía y caraota y arroz antes de acostarse.
Entonces él mismo, en una noche tenebrosa y fría cuando en silencio...la,
la, la, la, la, la se paró frente al espejo y dijo limpiándose la
boca cubierta de caraota, que “desde esta noche me llamaré Simón
Bocanegra” y así firma sus artículos en el díptico que sale gracias
a que sus amigos que lo sacaron de la pobreza, se lo financian.
Lo de Simón no es por alguna
admiración por el Padre de la Patria o por su Maestro. El Simón lo
eligió porque en su época había un cantante que se llamó
Simón Patines que se dejaba un horripilante copete y él lo admiraba
mucho, sobre todo cuando cantaba “la cama de piedra”.Además del
marabú, es decir, el copete que se dejó, se colocó igualmente el
Simón. Y así entre evasiones de los hospitales y las cárceles que
los gobiernos a los cuales servía, le permitían para que se viera
como un revolucionario intelectual, Simón Bocanegra, hoy octogenario,
sigue imitando a los loros copiando groserías y malas palabras. Por
cierto que una vez, cuando todavía les hacía creer a los jóvenes
de los sesenta que era un filósofo, un idealista, una nueva versión
de Carlos Marx rumano reencauchado venezolano, gritó en una calle del
Country: “Juro por Engels, por Ho, por Marx, por La Pasionaria y Rosa
Luxemburgo, que no daré descanso a mi copete de pájaro loco hasta
ver que en este país no exista un burgués”
Santos Yorme es otra cosa.
Por razones que desconocemos, el rostro de Santos Yorme se da un aire
con el del maléfico Satanás. En sus días de liceísta cada vez que
llegaba Semana Santa lo escogían para que interpretara al diablo porque
en el liceo a veces no había suficiente dinero para comprar panqué,
ese que usan las viejitas sifrinas del fascismo en Chile y en Venezuela
para empatucarse la cara. Lo de Santo, según un diario que se le cayó
un día cuando arrancaba a correr cerca de la plaza Bolívar y que echamos
después al río Guayre, fue para darse alivio, es decir estuvo a punto
de autodenominarse Santos Diablo, pero no. Prefirió el Yorme por un
escritor que existió con ese nombre, que después se supo fue el que
le dio la idea a Edgar Allan Poe para que escribiera su célebre
CUERVO.
Este par de sujetos no pueden sostenerse en pie, pero siguen montando alharacas para que la gente sepa que existieron. Simón Bocanegra es asiduo de un canal de televisión al cual acude como que si siempre estuviera en la puerta esperando que lo llamen para que suelte su diccionario de palabrejas y soeces gritos de cochifrito en la madrugada. La próxima ley a ser estudiada por la AN tiene que ser una que prohíba a estos carcamales alcanforados, encopetados y con cara de Mefistófeles que andan por ahí dando la cómica hablando de autocracia, de juanetes, de chuquichuqui y babiecadas, porque, ¡carajo! los tipos además de demodé, arcaicos, obtusos y descangayados, dan a pensar al mundo que aquí en Venezuela a los ancianos se les usa para chupetelas y cutembas, es que en vez de estar hablando pistoladas, se pongan a podar todo el día a la Mata Carmelera.
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