Revisando las incidencias del caso de Rodrigo Granda, el llamado canciller de las FARC, secuestrado en Caracas y llevado a Colombia bajo un oscuro procedimiento que pasó por el pago de una recompensa que atentó contra la soberanía de Venezuela, me siento en la obligación de hacer esta dolorosa reflexión: la oposición venezolana tiene que mirarse en el espejo de la colombiana, para que se revise y aprenda a ser sinceramente patriota.
Impresiona la seriedad y responsabilidad con la que la oposición colombiana ha llevado el caso Granda. Los enemigos políticos más acérrimos de Alvaro Uribe, no vacilaron en manifestarle su apoyo, mientras los medios- por lo menos impresos- de ese país, han tenido todo el cuidado necesario para no expresar una opinión que denigre de la majestad del Presidente.
Los ex mandatarios de Colombia Andrés Pastrana, Ernesto Samper, Belisario Betancurt, Julio César Turbay y Alfonso López Michelsen, en su momento, no escatimaron en suscribir un comunicado en respaldo a Uribe.
Otras opiniones que recientemente recoge El Tiempo de Bogotá, son más ejemplo de cordura, prudencia y respeto al gobierno de su país. Tal es el caso de María Luisa Chiappe, presidenta de la cámara de comercio colombo venezolana, quien dijo en su oportunidad, que había que seguir buscando soluciones en el terreno diplomático como se había venido haciendo, para retornar al terreno de la cordialidad.
Juan Martín Caicedo Ferrer, presidente de la Cámara de Comercio e Infraestructura colombiano, señaló cuando el caso llegaba a su máxima expresión, que el presidente Chávez se había practicado un hara kiri ingenuo, porque los proyectos que ordenó paralizar benefician a ambas naciones, pero en ningún momento indicó que el gobierno de Colombia violó la soberanía secuestrando a Granda en Caracas y que Venezuela merece respeto. Ni siquiera fue capaz de mencionar a Uribe.
Hay otras declaraciones que van más allá, pero para atacar a Chávez, nunca a su Presidente. Imagino que tienen plena conciencia, que aunque tal vez ese no sea el gobernante de su preferencia, Uribe es el mandatario de todos los colombianos y también supongo que para los colombianos, lo más importante actualmente es la paz y el desarrollo de Colombia.
Por eso, lejos de atacar a Uribe, se unieron en una sólo bloque, para salir bien librados del conflicto con Venezuela, que, con incuestionable razón, exigió rectificación y el respeto que merece un país soberano como el nuestro.
La oposición venezolana hace lo contrario de la colombiana. El odio a exacerbado a Chávez los enceguece y no les importa el perjuicio que por añadidura ocasionan al país.
Y eso se evidencia cuando se observa que ya no se trata sólo de las reiteradas ofensas contra Chávez, sino que emprenden fuertes campañas internacionales, sin tomar en cuenta la imagen de Venezuela en el exterior.
Insisten en dejar entrever que Venezuela es refugio de guerrilleros y que el gobierno nacional debe capturar a los líderes de esas organizaciones que Colombia envió en una lista, cuando más bien debieran preguntarse, por qué las autoridades neogranadinas se interesan por ese grupo que, según ellos, se encuentran en nuestro país, y no se dedican a capturar los miles que se movilizan en su territorio.
Bueno, realmente no lo hacen porque la oposición venezolana no quiere a Venezuela y lo único que desean es desalojar a Chávez sin detenerse a reflexionar sobre las consecuencias que llevan consigo acciones de esta naturaleza.
De allí, que causa estupor y hasta vergüenza expresarlo, pero creo que debe decirse sin ningún remilgo: valdría la pena que la oposición venezolana se mirara en el patriotismo de la colombiana, entendiendo que patriotismo no es más que tener amor por la patria que nos vio nacer y crecer.