La concepción de los cambios revolucionarios que se han iniciado no obedece a la voluntad de una persona o grupo, es fruto del pensamiento colectivo de las masas. No surgió de improviso, de forma ya acabada. Muchas ideas son producto de profundas reflexiones y afanes que caracterizaron el desarrollo del movimiento social. La idea de que los cambios eran necesarios venía madurando desde tiempo atrás en diferentes sectores: movimiento de la generación de jóvenes militares, movimientos del pueblo, de políticos, técnicos e intelectuales. Y conforme se iba profundizando en el análisis crítico de las realidades, se iba haciendo más evidente que no podíamos limitarnos a un cambio de fachada, que se necesitaban reformas radicales para sacudir las trabas y eliminar las causas que frenaban el progreso del país, para acelerar su desarrollo.
Como es sabido, la transparencia es condición indispensable para desarrollar la democracia participativa y protagónica. Por ella hemos iniciado el proceso socialista en el país y ello contribuye a que este proceso no quede estancado a mitad de camino. La ideología, desarrollando creadoramente la teoría socialista sobre un profundo e imparcial análisis de la realidad, fundamentando científicamente la política, considerando las lecciones del pasado y los pronósticos para el futuro, dando mayor realce al factor humano, descubriendo la energía mental del pueblo y dándole espacio.
Estamos convencidos de que el pueblo, que con energía y de manera consciente, lucha por su salud física y moral, por su bienestar no tiene que ocultar sus problemas, pues eso no hace más que dificultar su solución. Estamos convencidos de que la comunidad en socialismo avanza con paso firme por el camino del cambio y de la renovación democrática está sumamente interesado en que cada individuo —sea militar, sea intelectual, sea obrero, sea campesino, científico o técnico— haga su contribución personal y original al debate de los planes y decisiones, así como los esfuerzos encaminados a cumplirlos. Debemos avanzar más rápido y con efectividad en la ideologización de las masas. Hay que dejar claro que la igualdad no significa igualitarismo. Pero, en la práctica, la situación a menudo es distinta. La tendencia al igualitarismo se abre paso firmemente, generando ánimos parasitarios, ejerciendo un efecto negativo en la cantidad y la calidad del trabajo y anulando los estímulos para elevar su productividad.
Nos sentimos orgullosos del alto nivel en que los trabajadores de nuestro país se hallan en el plano social. Es lo que hace que el socialismo sea el régimen de los trabajadores en bien de los trabajadores. Pero solamente el trabajo constituye la base de la condición material y moral de los trabajadores en la sociedad socialista. Un trabajo creador y eficiente, el talento y el aporte de la persona a la causa común deben ser alentados por todos los medios posibles. Y, por el contrario, la indolencia, la inactividad, la baja cultura del trabajo y las manifestaciones de conducta antisocial merecen ser calificadas en la forma correspondiente, tanto en el plano social como económico. En ello radica el contenido socialista de la equidad social.
En su tiempo, durante los debates en torno a las vías de colectivización en el agro, se habló de que los grandes grupos de tierras ofrecen a los colectivos amplias posibilidades de aplicar la maquinaria, los abonos y los avances de la ciencia, pero encierran el peligro de separar de la tierra al campesino. Por otro lado, en granjas pequeñas el campesino se siente mucho más apegado a la tierra, pero no le es posible aprovechar al máximo los logros de la ciencia y de la técnica. Es muy importante organizar el trabajo en régimen de contrata colectiva y familiar, lograr una relación más estrecha entre los intereses de los trabajadores y los de la colectividad en su conjunto, promoviendo actitudes cuidadosas y diligentes hacia la tierra y hacia otros medios de producción.
Es de señalar, lamentablemente, que no todos han asumido idéntica actitud frente a esta importante tarea social. Unos que realmente aprovechan las oportunidades que se han creado, realizan búsquedas activas, incrementando la producción de mercancías y la prestación de servicios. Pero muchos siguen ateniéndose a esquemas viejos, obsoletos y simplistas. Con lo que cuentan no es con los esfuerzos propios sino con la ayuda que esperan les preste el Gobierno. No queremos decir, desde luego, que cada grupo deba pasar a adoptar el régimen de autarquía. Más cuando dejan de pensar en aprovechar los recursos de su propio esfuerzo y sólo cuentan con lo que les llegue de parte de otros, se trata de un fenómeno que sólo puede calificarse de parasitismo. Y este fenómeno se ha difundido entre los grupos grosera y ampliamente.
No creemos que el Gobierno deba entrar en todos los detalles del problema, pero cuando uno ve qué clase de mercancías de amplio consumo se importan de otros países, a uno no deja de asombrarle lo mucho que algunos dirigentes han perdido su sentido de responsabilidad en cuanto a satisfacer las demandas del pueblo. Permiten importar las cosas más elementales que bien podrían producirse en el país. Traen chirimbolos, que no necesitan presupuesto de producción, ni nuevos equipos, ni especiales unidades de producción, ni personal adiestrado.
Seguimos en deuda con la administración de justicia, funciona muy lentamente, pulula la impunidad, los retardos procesales son milenarios, la compra de jueces sigue igual que en la IV república, jueces corruptos que hace tiempo debían estar fuera del sistema judicial.
Pasemos al tema de la situación que impera en el mercado de productos de consumo diario. El Gobierno Revolucionario ha elaborado un programa nacional, específico, con arreglo a la importancia de este problema. Pero ello sólo dista de resolver el mismo. Permitir que los pulperos importadores nos claven los costos de estos productos importados con dólares a 10 BsF. cuando los reciben de Cadive a BsF. de 4,30, y encima les colocan el 400% de grosera ganancia; por supuesto lo mismo sucede con los productos nacionales, esto es un abuso miserable que el Estado no puede ni debe permitir. Obligatorio es, elaborar un análisis de costos incluido traslado desde el país de origen hasta Venezuela y colocarle PVP a todos los insumos. Es necesario garantizar de hecho su solución. Pero a los funcionarios quinta columna y boliburgueses del Ministerio de Comercio, los tienen embaucados o se hacen los locos, con el cuento de que el alza de los insumos es a nivel internacional, sinvergüenzas, como justifican que los venezolanos paguemos cuatro veces más por un artículo de lo que cuesta en Colombia o en otros países vecinos. Son unos choros. La solución al problema de alimentos, vivienda, salud, educación y artículos de consumo diario deben tener la máxima atención de los órganos competentes.
El Comandante Chávez tiene que metérsele de frente a este grave problema que nos hambrea al pueblo Bolivariano como aconteció con la estafa inmobiliaria; porque si esperamos por los boliburgueses incapaces del Indipabis. Será nunca jamás.
Los venezolanos comprendemos que la realización de muchos objetivos de la reforma requerirá largo tiempo. Pero formulamos con razón esta pregunta ¿Por qué hoy no se cumplen tareas impostergables y realmente sencillas, que podrían mejorar sustancialmente las condiciones de trabajo y vida, sanearían el clima moral?
¡Gringos Home!
¡Libertad para Gerardo! ¡Libertad para los cinco héroes de la Humanidad!
Hasta la Victoria Siempre. Patria Socialista o Muerte ¡Venceremos!
manueltaibo@cantv.net