Aquella no fue la primera manifestación contra el dominio español. La historia oficial en las sociedades clasistas, siempre ignora lo que hacen los pueblos, humildes y explotados. Le ha parecido que en todo gesto de ellos está ausente grandeza y nobleza; sólo prevalecen bochinche, desorden, guachafita y rochela; por eso destinado está al olvido, ignorancia y hasta dejadez de parte de los archivos. Los negros cimarrones, alzados contra la explotación y organizados en comunidades solidarias, como los quilombos brasileños, pasaron a la jerga de la dominación como sitios despreciables, hasta de prostíbulos habla el Drae, por algo es “de la real academia española” y en Venezuela le llamaron despectivamente rochelas. Hasta la novelística venezolana del avanzado el siglo XX, así lo percibe.
Ciertamente la de abril, fue la primera de blancos criollos, o mantuanos, como en una extraña expresión contra y a favor al mismo tiempo de la monarquía española. Contradicción que tendrá que ver con la fugacidad de aquel experimento. Para decirlo, a la manera del discurso festivo fue un extraño aquelarre clasista que, pese lo concurrido, no dejó de excluir. Propietarios de tierras y esclavos; comerciantes, más o menos grandes y pequeños; contrabandistas, en fin mantuanos, pardos, blancos, isleños, intelectuales progresistas y hasta monárquicos, por preservar lo que Napoleón en Europa deshacía, se acordaron por conservar “los derechos de Fernando VII.”
A pobres del campo y la ciudad, los venidos de África y sus descendientes, les dejaron fuera.
También es verdad que parte de aquel mantuanaje, aún después del 5 de julio de 1811, dudó de la pertinencia de declarar la independencia. Lo que no tuvo nada de extraño ni distinto a sus aspiraciones iníciales.
Hasta ese día de abril se habían producido distintas manifestaciones de inconformidad. Se llegan a contar más de veinte. Pero todas ellas fueron más contra la esclavitud y el carácter de las relaciones comerciales, que el sistema en su conjunto. Negros alzados, amotinados en quilombos y rochelas, no tuvieron importancia alguna; como tampoco, toda aquella reacción de contrabandistas acosados y reprimidos por la Guipuzcoana, porque en eso andaba el pueblo rebelde e indigno de aparecer en gestas precursoras.
La protesta de Juan Francisco de León, en Panaquire, sólo aspiró un mejor tratamiento de parte de la Compañía Guipuzcoana para los hacendados y comerciantes de Barlovento; lo que le reportó el respaldo lógico de los mantuanos del Cabildo caraqueño.
En cambio, el negro libre José Leonardo Chirinos y Gual y España, atentaron contra la espina dorsal del sistema. Sus programas vinculaban la independencia de Venezuela con el abolicionismo.
El movimiento de José Leonardo Chirinos expresó el interés de los esclavos y de los grupos intermedios. Gual y España, con sus protestas sociales y económicas, que incluía solicitud de comercio libre, recogieron el deseo de muchos, menos de las autoridades coloniales, opuestas a la independencia y de mantuanos contrarios a la eliminación de la esclavitud.
Por esto, no fue raro el gesto mantuano de salir a las calles de Caracas y La Guaira a pedir las cabezas de Gual y España y, cuando en Coro, organizaron partidas de cacerías de cimarrones afectos a José Leonardo.
Esta experiencia confirma algo que muchos políticos no deberían olvidar. La necesidad de establecer prioridades; definir la contradicción fundamental, los aliados y acciones correspondientes para resolverla.
El 19 de abril condujo a la formación de una junta de gobierno a nombre de Fernando VII, porque los grupos más progresistas, provenientes tanto de los mantuanos como de los pardos, hicieron concesiones al mantuanismo conservador para llevarle a aquella toma de posición.
La declaración de independencia y abolición de la esclavitud fueron postergadas. La primera se alcanzará en 1811, dando nacimiento a una república nonata que naufragará prontamente para sumergir a los venezolanos en una larguísima y cruenta guerra por la independencia. Sin olvidar que, como dijese Alí Primera, después de derrotado aquí, aquel español “se volvió gringo” y continuó el dominio. Lo segundo, lo del abolicionismo, es historia larga, penosa y habla muy mal de las clases que dominaron política y economía venezolanas en ese período.
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