En los últimos meses he asistido a dos referendos, el 15 de agosto en Venezuela y el 20 de febrero en España. En ambos se trataba de temas fundamentales para los electores. En el primero, en el que participé como observador internacional, se decidía sobre la permanencia o no del presidente y en el segundo, donde yo era elector y apoderado (observador) en representación de un partido político, se votaba el tratado constitucional de la Unión Europea.
La diferencia en el ambiente ciudadano era espectacular. Para empezar, en Venezuela el resultado era vinculante, si salía el NO el presidente Hugo Chávez abandonaba la presidencia. En cambio, el referéndum español no lo era, los gobernantes ya habían firmado el tratado. Un pequeño detalle en la consideración que se tiene de los electores y el papel que se les adjudica.
En Venezuela, a pesar de que las urnas abrían a las ocho de la mañana, los partidarios de Hugo Chávez hicieron un llamamiento para ir a votar a las tres y media de la madrugada y a esa hora ya había largas colas de ciudadanos para decidir sobre el futuro de su presidencia. En España nadie esperaba para votar a las nueve de la mañana, hora en que se abrían las urnas.
Durante la campaña, Venezuela fue una fiesta democrática, manifestaciones, debates, discusiones, carteles en todas las paredes... En España, en mi localidad, no se celebró ni un solo acto público, no se pegó un solo cartel, no vi un adhesivo alusivo en ningún lugar.
En la Venezuela de Chávez, la administración no retiró ni un solo cartel ni impidió un solo acto público, cientos de observadores internacionales dieron fe de todo ello. En la España europea, donde al parecer no era necesaria la presencia de observadores internacionales, las denuncias de los partidarios del NO sobre la prohibición de reparto de publicidad, retirada de carteles o imposibilidad de realizar actos públicos han sido constantes.
Respecto a los medios de comunicación, en Venezuela, si bien la mayoría de los que eran propiedad de grandes empresas pedían el SI a la revocación del presidente, la existencia de poderosos medios comunitarios permitió que el las razones del NO y su defensa también fuera difundida. En cambio, en España, todos los importantes, públicos o privados, se pronunciaron por el SI durante toda la campaña, incluida la jornada de reflexión y el día de la votación.
En Venezuela votó casi el 80 % de los censados, en España el 40 %. Un dato para percibir el nivel de implicación de los ciudadanos en la cosa pública y del grado de importancia que le dan a su participación política.
Por cierto, en España, en 1986, también participé en otro referéndum. Era sobre la permanencia de nuestro país en la OTAN, el resultado fue SI pero sin implicarnos en la estructura militar. Hoy hay decenas de instalaciones militares de la OTAN en España y el ejército español participa en media docena de misiones armadas de este organización en todo el mundo.
A pesar de todos ello, políticos y medios occidentales no dejan de afirmar que Venezuela está bajo en régimen dictatorial donde no hay pluralidad informativa y que España es una democracia consolidada. Una vez más la mentira gobierna el mundo.
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