Un alto porcentaje de la prensa, especialmente la española, no da credibilidad a la noticia y no la presenta como un atentado, sino que insinúa que se trata solo de la versión del gobierno venezolano.
No fiarse de las fuentes oficiales es un valor en periodismo, pero si se aplica en función de que esa oficialidad sea amiga o enemiga, una vez más, nos encontramos con un periodismo al servicio de una causa política.
Los hechos
El pasado 5 de agosto explosionaron dos drones dirigidos hacia el estrado donde hablaba el presidente venezolano Nicolás Maduro. Uno de ellos, en el aire, y el otro, al desviarse de su objetivo, contra un edificio.
El servicio de seguridad de Maduro se movilizó protegiendo a su presidente con escudos Kevlar y siete miembros de la Guardia Presidencial venezolana terminaron heridos.
Pero tan inéditos no son porque están en Twitter desde marzo de 2014 y se habla de ellos en los medios venezolanos desde finales de 2017.
El diario ABC, colgándole la versión a las redes sociales (que aguantan todo), se descuelga con esto: "En las redes sociales se dispararon las teorías, entre ellas la de una explosión de gas en un apartamento que causó alarma y que por confusión se derribaran drones de una cadena de televisión, lo que habría desatado el pánico" ( El supuesto «atentado» a Maduro, plagado de incógnitas por resolver). A continuación proponen una encuesta bajo el título ¿Ha sido un montaje el atentado a Maduro? Y comienzan diciendo: "El atentado a Nicolás Maduro, ocurrido en un desfile militar en Caracas, plantea un sinfín de incógnitas por resolver, desde quiénes lo organizaron hasta quiénes lo financiaron y con qué objetivo". En realidad esas "incógnitas" se podrían plantear en cualquier otro atentado pero solo se usan en el de Maduro para sugerir que sea un montaje.
El desenlace que pretenden es el de terminar embistiendo contra Maduro, es decir, para los medios también el presidente de Venezuela es el objetivo a abatir:
La oposición venezolana acusa a Nicolás Maduro de usar el atentado para escalar la represión (El Mundo, 6 de agosto).
Las lógicas acciones de la fiscalía venezolana se presentan así: El régimen de Maduro amenaza con las penas máximas a quienes vuelvan a conspirar (ABC, 7 de agosto).
Y las manifestaciones de apoyo las cuentan así: Maduro obliga a los venezolanos a marchar en su apoyo (La Razón, 7 de agosto).
Esa misma prensa que vio armas de destrucción masiva en Irak solo porque lo dijeron Bush, Aznar y Blair ahora se vuelve incrédula, a pesar de la secuencia de hechos anteriormente expuesta, y se dedican a sembrar la duda sobre la existencia de un atentado. La misma prensa que informaba con seguridad de que ETA planeaba atentar contra el Juan Carlos de Borbón en 1995 sin que tuviese ninguna prueba que no fuese la versión policial.
Y que no hubiera duda en presentar unos acontecimientos similares como atentados contra un presidente si éste fuese europeo. No fiarse de las fuentes oficiales es un valor en periodismo, pero si se aplica en función de que esa oficialidad sea amiga o enemiga, una vez más, nos encontramos con un periodismo al servicio de una causa política, en este caso, el derrocamiento de un gobierno legítimo.
Tomado de: Eldiario.es
https://www.eldiario.es/zonacritica/Drones-mediaticos-Maduro_6_801129903.html