Judas Iscariote o Poncio Pilatos, da lo mismo. Uno, supuestamente traicionó a Jesús, el otro se lavó las manos ante su muerte. Las moralejas de ambas historias aplican para el cuento de terror que se gesta en las relaciones colombo-venezolanas y su accionar contra ciudadanos calificados de “terroristas”.
Quién es Judas y quién Pilatos es fácil de resolver. Lo que no es fácil de saborear es el amargo de esta semana santa: la detención y deportación del director de la Agencia de Noticias Nueva Colombia (Anncol), Joaquín Pérez Becerra. ¿A qué Judas debimos quemar el domingo de resurrección?
Se le acusa de terrorista y según el Ministerio de Interior y Justicia venezolano, esta nación “antiimperialista” combate el terrorismo deportando a uno de los acusados por la dupla Uribe-Santos y la súper computadora rescatada de su ataque a la soberanía ecuatoriana en 2008.
De esta computadora también salieron acusaciones contra el presidente Hugo Chávez. En su momento el escándalo abarrotó los titulares de los principales medios de comunicación internacionales y deterioró las relaciones con el país neogranadino al punto de suspender el comercio y amenazar con la instalación de 7 bases militares estadounidenses que, como se sabe, tienen la mira fija en el petróleo de Venezuela y el agua dulce de la tierra suramericana.
La misma pregunta nos hacemos para saber quién llevó a cabo las operaciones militares violatorias de la soberanía venezolana cuando capturaron a Rodrigo Granda en territorio bolivariano en 2005. Fue el estado terrorista y narcoparamilitar de Colombia, no el director de una página web. ¿Pero, cómo se le hace para deportar un aparato estatal como este? ¿Quién lo exige? Parece una locura.
Entonces, ¿por qué es atacado Joaquín por el Estado “revolucionario”? ¿Puede el Estado colombiano solicitar en extradición a un ciudadano sueco? ¿Cuál es su pecado según Santos? ¿Ser la cabeza visible de una agencia que se atreve a publicar las informaciones emitidas por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, las FARC-EP? ¿Es esto un ataque contra la libertad de expresión? ¿Por qué no lo deportaron de Alemania? ¿Por qué Santos no alzó el teléfono y se lo solicitó a Merkel? ¿Por qué si es un terrorista no aplicaron la figura de extradición?
Todo hiede a Walid Makled, pero que no cunda el pánico. El ministro de Interior y de Justicia de Colombia, Germán Vargas, anunció hoy que sólo falta que Venezuela garantice los “derechos humanos” al narcotraficante para que se efectúe el trámite; por la salud de Pérez Becerra nadie se preocupa. ¡Chantaje! Hace más de un año tienen a Makled y todavía esperan instrucciones de Estados Unidos para -por fin- enviarlo de vuelta a Venezuela.
Este jueves 28 de abril de 2011 hay una concentración en rechazo a la política de entrega de Pérez Becerra. El encuentro es a las 11 de la mañana, frente a Cancillería, esquina Carmelitas, en Caracas- Venezuela.
Porque hay que gritar, porque esa especie de automatismo y obediencia “revolucionaria” mancha todo esfuerzo por llevar al país por una senda diferente y eso ni es socialismo, ni bolivarianismo, eso es entreguismo.
Carlos Lozano, director del semanario Voz de Colombia dice que la extradición de este activista internacional de nacionalidad sueca “lesiona a las fuerzas de la izquierda revolucionaria”. La única institución que manifiesta su repudio es el Partido Comunista de Venezuela. La dirigencia del PSUV se quedó en mute.
La luna de miel con Colombia durará lo que un peo en un chinchorro, como diría la abuela ¿Olvidamos acaso el Tratado de Libre Comercio Colombia-EEUU y sus implicaciones o la instalación de las llamadas 7 puñaladas gringas, las 7 bases militares usamericanas en territorio vecino?
Suecia, país que adoptó hace más de 10 años a Pérez Becerra ofreció sus abogados para defender al periodista. Venezuela, lo entregó sin pestañear ¿Qué es lo que sabe Makled que obliga a nuestros políticos a traicionar los movimientos de izquierda?
Lo peor de todo esto es la detención de una persona inocente, aderezado con el silencio total de la vocería oficial del ejecutivo venezolano y el comunicado del Ministerio de Interior y Justicia, que le califica de terrorista, echando por tierra una de las políticas exteriores más sólidas en el continente durante los últimos 12 años, faltando el respeto al pueblo colombiano y a los movimientos sociales y fracturando su credibilidad ante las bases.
El cambio de Pérez Becerra por Makled es aberrante, pero no es lo único que se intercambia. Caemos en la trampa de Santos o le oxigenamos a propósito, pero ¿a propósito de qué?
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