La igualdad social es una tarea más compleja que la independencia, pues la última implica libertad frente a otras naciones, mientras que la primera supone que ninguna clase social gobierne sobre las demás.
Para la independencia basta tener un gobierno nacionalista que defienda los intereses internos frente a potencias extranjeras, mientras que la igualdad social exige garatizar el derecho del pueblo a la propiedad y la productividad.
Los beneficios concedidos a los explotados bajo un intocable régimen capitalista no remedian la pobreza y esto le plantea una encrucijada para los revolucionarios sobre el papel de los trabajadores en el manejo de los grandes medios de producción en la economía.
En nuestra una revolución pacífica y democrática, indispensable será generar consensos sociales, ganar elecciones, sumar voluntades, conquistar nuevos espacios políticos y construir un bloque progresista de alianzas para seguir avanzando hacia la sociedad más justa.
Constitucionalista y penalista. Profesor universitario.
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