Por años, los medios de comunicación masiva han sido un factor de poder incuestionable. Hasta hace poco se le reconocía a la prensa ser el cuarto poder. Una especie de poder adicional a los tres poderes clásicos del régimen democrático. En los últimos tiempos el desarrollo tecnológico de los medios radio eléctricos y televisivos ha colocado a la sociedad prácticamente en sus manos. Ejercen una influencia demoledora sobre una población indemne prisionera de sus políticas e intereses editoriales.
El premio Nóbel de literatura Saramago, en ocasión de una conferencia en la Universidad Autónoma de México, apenas el pasado mes de septiembre de 2004, al referirse a personajes como Carlos Slim de México y Gustavo Cisneros de Venezuela, denunció el nacimiento de esta todopoderosa plutocracia que, entre otras cosas, ya no se conforma con ser un factor de poder sino que apuntan hacia la toma del poder mismo. En Venezuela hemos vivido esa amarga experiencia. El día 13 de abril de 2002 fue retirada de circulación, dado el curso que tomaron los acontecimientos, la revista que a todo color mostraba en la portada al plutócrata Gustavo Cisneros, con el pecho cruzado por la banda presidencia y el título de "UN HOMBRE Y SU DESTINO".
La participación de los medios, -en su inmensa mayoría- en toda la trama que condujo a la masacre del 11 de abril y el derrocamiento del gobierno legítimo y democrático del Presidente Chávez es una verdad incontrovertible. Sobran las pruebas en la forma de ediciones de periódicos, vídeos y cintas de grabación que así lo demuestran. Organizaron todos los pasos que llevaron a unos militares al alzamiento y a unos enloquecidos, -por esos mismos medios- al asalto del Palacio Presidencial.
La concentración de semejante poder en unas pocas manos ha convertido a unos cuantos señores dueños de medios en poderes fácticos irresistibles, sin más legitimidad que aquella que pueda conferir el poder avasallante del dinero. Nadie los ha elegido, nadie les a transferido poder y soberanía legítimas, pero ellos son los dueños del juego.
El papel jugado por estos dueños de medios a lo largo de todos los dolorosos acontecimientos de los años 2002, 2003 y 2004 ha sido estelar. No han sido acompañantes o actores de reparto, han sido incluso más que protagonistas principales, se apropiaron de la voluntad de los políticos como lo hace el dueño de un circo con sus clones y payasos. De los periodistas cómplices prefiero no hablar, toda sociedad tiene su cuota de canallas y la nuestra también tiene la suya, la necesidad tiene cara de perros y la ambición es un pecado casi incontrolable, la historia los juzgará.
Frente a esta monumental conspiración incansable 24 horas al día, cada día de Dios, el pueblo venezolano apenas contó con unos pocos medios alternativos. De ellos, tres han sido fundamentales para contrarrestar la avalancha conspirativa, disociadora y mortal: Venezolana de Televisión, Radio Nacional de Venezuela y YVKE Mundial. El pueblo sabiamente fue abandonando los medios del terror y colocando su atención en estos tres grandes medios, al tiempo que generaba sus propias alternativas comunicacionales en la modalidad de emisoras comunitarias, páginas de Internet y listas de correo.
Los números hablan muy claro respecto a lo señalado. El canal de televisión del Estado, el mismo que jamás alcanzó más de 2 o 3 puntos de audiencia, (a esa VTV se refería Marcel Granier, a la de la IV República), remontó hasta colocarse a la altura de los dos más grandes circuitos televisivos como Venevisión y Radio Caracas Televisión. Igual ocurrió con Radio Nacional de Venezuela, aquella emisora que oían algunos sectores amantes de la música clásica devino en la primera emisora del país, junto a YVKE Mundial que siempre estuvo en primer lugar.
El pueblo está tan claro respecto a lo que esos medios significan como factor para contrarrestar la conspiración que han permanecido fieles a VTV a pesar de los innumerables desagrados que el canal les brinda. No escapa al pueblo, aunque lo digiera con magnanimidad admirable, el sabotaje que a los intereses del pueblo se hace presente en VTV de las más variadas formas: Cortes impertinentes, descuido hasta la grosería en los horarios, falta de diligencia en la búsqueda de la noticia y su presentación, saboteo descarado a programas muy estimados por la gente, etc. Los últimos ejemplos los tuvimos con Golpe de Gracia, al que le hicieron la vida imposible, al menos así lo percibimos los televidentes. No se con exactitud que lo sacó del aire, pero no me extrañaría que Roberto Hernández Montoya y Roberto Malaver, por dignidad, porque los conozco, hubiesen decidido dar por terminada la estresante experiencia. La tortura debe haber sido insoportable para estos dos finos intelectuales. Ahora le tocó el turno a La Hojilla. Las faltas de respeto con sus conductores y con la audiencia son grotescas. La diferencia es que tengo la impresión de que Mario, Eileén y Néstor no están dispuestos a claudicar ante el chantaje. Creo que es cuestión de temperamento y estilo.
Lo cierto es, que VTV es demasiado valiosa para las batallas que se avecinan y resulta muy peligroso que allí continúen personas que no tienen ningún interés compartido con el pueblo que les paga el sueldo. El proceso revolucionario no puede dejar en sus manos uno de los pocos instrumentos de combate con los que cuenta. Se que no es lo ideal. Se que lo deseable sería un medio del Estado plural y abierto a todas las corrientes del pensamiento, pero ¿Quién sugiere que la situación mediática en Venezuela es la ideal? ¿Qué habríamos de hacer, desmontar la capacidad de respuesta de VTV ante la avalancha de desinformación, manipulación y guerra psicológica que diariamente copan el 95% del espectro mediático?.
Ya llegarán esos tiempos cuando llegue la paz. Porque lo que en Venezuela han declarado la inmensa mayoría de los medios de comunicación es una guerra. Además, una guerra con clara vocación de servicio a intereses extranjeros. Representan, con claridad meridiana, el equivalente a lo que en plena guerra civil española, Francisco Franco llamó su "quinta columna", la que le daría la victoria imposible de alcanzar con el ataque de las otras cuatro. Los medios son en Venezuela, abierta y descaradamente, la quinta columna del imperialismo. Lo fueron en Chile hasta el derrocamiento de Allende y lo son ahora en este país que tanto amamos. Hay que limpiar VTV. Ya tienen bastante fuera de sus predios para esterilizar los nuestros. Hay que sanear VTV. Vacilar es perdernos, como pareciera estarnos gritando desde el fondo de la historia el Padre Libertador.