Los Puntofijistas nunca defendieron al pueblo

El caradurismo adeco-copeyano y sus derivados en los debates en la AN, se rasgan las vestiduras y nos cuentan que defendieron afanosamente los intereses del pueblo venezolano en los cuarenta y más años que gobernaron.

Analicemos: El estancamiento, tanto en la economía como en otras esferas iba madurando la necesidad de efectuar cambios, pero no le dieron respuesta en la labor política y práctica de la dirigencia y del Estado. Se produjeron alteraciones en la aplicación del importantísimo principio de la salud, vivienda, alimentación y educación. Pero, en cambio, sin justificación alguna daban créditos en dólares a la burguesía, pagaban grandes cantidades por concepto de primas y gratificaciones complementarias a funcionarios partidistas y allegados, falsificaban los datos para lucrarse. Se avivaron los ánimos parasitarios, en la conciencia de los gobernantes comenzó a arraigarse la psicología del “parejerismo”, facilitando la vida a quienes se habituaron a no trabajar; lo que iba en detrimento del país y del pueblo que podían y querían trabajar mejor. 

Al trazar la política, y en la actividad práctica, predominaron los ánimos conservadores, la corrupción, la inercia, la aspiración a eludir todo lo que no encajaba en sus esquemas habituales; predominó la falta de deseo de solucionar los problemas sociales y económicos del país. El grado de comprensión de los problemas y de las contradicciones vitales, así como las tendencias sociales, dependía en gran parte del estado y desarrollo de la teoría, del ambiente que existía en el frente teórico. La mayoría de las veces hacían caso omiso de las exigencias del pueblo respecto a que el valor de la teoría radica en que represente exactamente “todas las contradicciones que existían en la realidad”. Las nociones teóricas sobre desarrollo, permanecieron en muchos sentidos al nivel de los años 30 y 40, cuando el pueblo cumplía tareas muy diferentes. Las exigencias de desarrollo, la dialéctica de sus fuerzas motrices y sus contradicciones, así como el estado realista del pueblo, no fueron objeto de profundas investigaciones. 

Las causas de tal fenómeno eran antiguas y tenían sus raíces en aquella situación concreta, cuando, por motivos conocidos, el debate vivo y el pensamiento teórico abandonaron la teoría y las ciencias sociales, mientras que las evaluaciones autoritarias llegaron a ser sentencias indiscutibles que sólo podían ser comentadas. Se produjo algo así como una absolutización de las formas establecidas de organización. Es más, tales ideas se identificaban plenamente con las características esenciales del capitalismo-consumista, se las enfocaba y representaba como dogmas, sin dejar lugar a un análisis científico objetivo. Las relaciones de producción se volvieron estáticas, menospreciándose su vinculación dialéctica con las fuerzas productivas. La estructura de la comunidad se representaba de forma esquemática, exenta de contradicciones y de dinamismo y sin tener en cuenta los muy variados intereses de los sectores y grupos sociales.   

La alteración de la relación orgánica entre la medida del trabajo y la del consumo no sólo deformó la actitud ante el trabajo frenando el incremento de su productividad, sino que también desprestigió el principio de la justicia social. Y ese problema revestía enorme importancia política. Los elementos de corrupción y corrosión social que surgieron esos últimos años han afectado el clima moral de la sociedad, empezaron a derrumbarse subrepticiamente los altos valores morales que siempre han sido inherentes al pueblo venezolano. 

Como consecuencia inevitable de ello, decayó el interés hacia los asuntos sociales; surgieron la falta de espiritualidad y el escepticismo; disminuyó el prestigio de los estímulos morales del trabajo; aumentó el número de personas, incluidos jóvenes, para quienes el único objetivo de la vida era alcanzar el bienestar material por cualesquiera medios. Su posición clínica había adquirido formas cada vez más abiertas, emponzoñando la conciencia de quienes los rodeaban y provocando ánimos de consumismo. El aumento del alcoholismo, la drogadicción y la delincuencia constituían una manifestación del decaimiento de la moral social. 

El menosprecio a la ley, el engaño, la corrupción, el estimulo del servilismo y la adulación tuvieron un efecto funesto en el clima moral del pueblo. Con frecuencia la verdadera preocupación por la gente, por sus condiciones de vida y trabajo y por el bienestar social se suplantaba con flirteos políticos: se conferían a manos llenas premios, condecoraciones y títulos a afectos al régimen de turno. Se creaba el ambiente de impunidad y se disminuían las exigencias, la disciplina y la responsabilidad. Con el fin de velar los graves defectos en la educación ideológico-política, en muchos casos se organizaban actos pomposos y campañas, se celebraban numerosos aniversarios, tanto en la capital, en el centro como en el interior del país. Aumentaba el abismo entre el mundo de la realidad cotidiana y el del pomposo bienestar. 

La ideología y la psicología del estancamiento dejaron su impronta en la esfera de la cultura, las letras y las artes. Se desvirtuaron los criterios mediante los cuales se enjuiciaban las obras de arte. Como resultado, a la par con las obras sobre importantes problemas sociales y morales y que reflejaban colisiones reales de vida, aparecieron muchos productores mediocres, sin originalidad, carentes de mensaje intelectual y moral. Se acentuó la penetración en el pueblo de estereotipos burgueses de masas, que imponía vulgaridad, gustos primitivos y esterilidad espiritual. 

Se violaba con frecuencia el principio de igualdad entre los venezolanos. Muchos miembros del Gobierno que ocupaban cargos dirigentes se colocaron fuera del control y la crítica, lo cual daba lugar a fallos en el colectivo, a serias infracciones de la ética ciudadana. Tampoco pudieron silenciar la justa indignación de los trabajadores ante la conducta de aquellos dirigentes sindicales —investidos de poderes y confianza llamados a defender sus intereses— que abusaban de sus poderes, ahogaban la crítica y obtenían beneficios ilícitos. Es más, muchos de ellos se convirtieron en cómplices de los patronos, e incluso en organizadores de crímenes. Mejor harían, no lucrar con el hambre del pueblo y con el abandono de los niños sin hogar y con la angustia de las mujeres abandonadas, los puntofijistas amasaron fortunas que les permite holgar en medio del hambre y la escasez que amenazaba a nuestra Patria. 

Las exigencias del pueblo a la renovación, suponía utilizar indeclinablemente los factores intensivos del desarrollo económico en Venezuela, restablecer y desarrollar los principios socialistas democráticos en la dirección de la economía nacional, aplicar métodos económicos de la administración, renunciar a los de imposición y mando, garantizar el paso de todos los eslabones de la economía a la autofinanciación completa y a nuevas formas de organización del trabajo y la producción, estimular el espíritu innovador y la iniciativa socialista.

No volverán.

¡Gringos Go Home!

¡Libertad para Gerardo! ¡Libertad para los cinco héroes de la Humanidad

Hasta la Victoria siempre. Patria Socialista o muerte ¡Venceremos! 

manuel.taibo@interlink.net.ve


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Manuel Taibo


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