Dicha figura es la misma que se desarrolló en los tiempos de la funesta Perestroika e impuso a la clase burocrática como nuevo bloque dominante sobre el resto de la sociedad. Según esta lógica, los capitalistas son armónicamente sustituidos por nuevos burócratas, con iguales poderes plenipotenciarios en un régimen continuista de la desigualdad donde irremediablemente unos deben mandar y otros obedecer; ignorando la verdad ética fundamental de que siendo cual fuere la estructura jerárquica y los niveles de responsabilidad, todas las personas tenemos derechos y obligaciones.
Sólo quienes falsamente militan en la Revolución Socialista pretenden que las órdenes no se discutan y que el subalterno adopte la sumisión y el miedo como ley para sobrevivir. Ciertamente son agentes desfasados de la época revolucionaria y víctimas de un instinto esclavista más infame que el de la Burguesía, la cual en su peculiar Derecho ya consagró (al menos formalmente) instituciones elementales como el Debido Proceso, el Derecho a la defensa, el Derecho a ser oído, la Presunción de inocencia, la Apelación y hasta el Recurso de Amparo en casos de indefensión.
(*) Constitucionalista y penalista. Profesor universitario.