En el contexto del proceso
de transición hacia una sociedad socialista, la transformación económica
que planteaba Marx lejos de clarificar sus objetivos en la realidad,
pareciera desarrollarse en una suerte de combinación de las formas
de dominación del sistema capitalista global y la distribución de
la riqueza.
Países como China plantean
el socialismo de mercado como una vía alternativa dentro del marco
de la globalización, para combatir en el mismo terreno al capitalismo
con un enfoque neoliberal, dado a maximizar la ganancia por las transacciones
efectuadas bajo la lógica absurda de la oferta y la demanda.
Sobre esta situación
la revolución Bolivariana tiene la obligación de generar formas alternativas
de producción, distribución y consumo, y de esta manera combatir las
relaciones de poder que inclinan la balanza de forma favorable hacia
el opresor; de tal manera que en muchos casos vemos como nuestra política
se destina a fortalecer un consumismo desenfrenado desde el Estado,
que lejos de combatir las formas alienantes producidas por el consumismo
exacerbado, por el contrario lo estimulan y agudizan las contradicciones
de nuestro propio proceso político.
En definitiva la alternativa
radical en primera instancia no es una vía muy lógica por ahora, dadas
las condiciones de la globalización económica, con un país como el
nuestro cuya economía está basada principalmente a modo de sociedad
rentista petrolera, bajo una organización como la OPEP que se rige
por las reglas del mercado. Tampoco pueden aceptarse propuestas
supuestamente intermedias como la tercera vía que en definitiva no
conducen a la liberación de los pueblos, y se encuentran destinadas
a fracasar.
Recientemente la OPEP
anunció que Venezuela tiene las reservas petroleras más grandes
del mundo, cerca de un 25% de ese organismo y 20% a escala global; esto
aunado a la prosecución de los proyectos desarrollados en la Faja Petrolífera
del Orinoco, pudieran incrementar nuestras tendencias a seguir dependiendo
de los ingresos generados por la producción de hidrocarburos, y con
eso alimentar la perversión del sistema capitalista.
Es así como la
propuesta económica concreta debe encaminarse principalmente hacia
la construcción colectiva de los medios de producción, esto implica
transferir la renta petrolera en inversiones económicas y sociales
destinadas a romper con los esquemas de intercambio conocidos, donde
la creatividad sea en consecuencia el resultado de los procesos generados
en las cadenas de producción y comercialización. Hasta el día
de hoy estos esfuerzos han sido muy tímidos en consecuencia no se pueden
medir significativamente los avances alcanzados en materia de transformación
de las relaciones económicas, sociales y culturales de los ámbitos
de trabajo.
Es hora de dar un verdadero
impulso hacia un sistema económico comunal, que permita combatir los
males heredados de las estructuras capitalistas enquistadas en el sector
privado y en muchas ocasiones hasta el sector público; donde la comunidad
organizada pueda apropiarse de los medios de producción, distribución
y consumo.
“La desvalorización
del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo
de las cosas.” Karl Marx
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