“...lo endógeno tiene que ver con lo interno,
con lo propio, con la fuerza interior,
con la motivación intrínseca, donde tenemos
que debilitar y atacar las externalidades.”
Carlos Lanz.
Hay ideologías buenas e ideologías malas. Ideologías dominantes e ideologías libertarias. Lo que no hay es ideología sin poder. Porque la ideología es un discurso que se produce y se transmite desde el poder. ¿Pero dónde vive el poder? Pues repartido en todas partes: un poquito en el Estado, un poco más en las empresas multinacionales; mucho todavía en los medios de comunicación; cada vez menos en las iglesias y en los partidos políticos; mucho más en la democracia participativa que en la democracia representativa o, simplemente, en los actos y palabras de un solo individuo.
Hay ideologías tan disímiles como el marxismo, el nacionalsocialismo, el anarquismo, el capitalismo y el cristianismo. La ideología está presente en el discurso presidencial y en las empresas mediadoras de información como Fox, Cnn o Globovisión. Pero el discurso ideológico antecede el ámbito político y el espacio de lo público. Se transmite diariamente por televisión y a través del cine. Se “consume” en Mc Donald’s, en el Sambil, en los videojuegos y en los juguetes para niños; porque la ideología está contenida en los valores, en los modelos de vida, en los sistemas de creencias, en las ideas, en los ideales.
A menudo escuchamos decir a los líderes revolucionarios y al propio presidente Chávez, que “debemos fortalecernos ideológicamente”; sin dejar muy claro qué es lo que debemos fortalecer. Se habla de “la ideología del proceso” o “la ideología revolucionaria”, pero eso no aclara el interrogante sustancial. Producto de esta confusión, en algunos sectores del gobierno se piensa que la mejor forma de fortalecer la ideología del proceso, es enviando a los futuros “cuadros” revolucionarios a hacer un curso en Cuba a fin de que regresen bien impregnados de ideología para transmitírsela al resto de la militancia. Por su parte, el “Nuevo Orden Comunicacional” hace su contribución ideológica transmitiendo deprimentes documentales argentinos por Venezolana de Televisión, en horario estelar y en cualquier otro horario.
Antes de seguir buscando ideologías prestadas, sería preferible hacer conciencia de que nuestras debilidades ideológicas y culturales más graves son la falta de identidad, el desarraigo, el desconocimiento de nuestra historia, la vergüenza étnica, el endoracismo, el machismo...
Por otra parte, desde la óptica de la oposición, la sola mención de la palabra “ideología” genera reservas y temores. Se le percibe como sinónimo de adoctrinamiento, lo que es característico de los regímenes fundamentalistas o autoritarios. “Si los chavistas están hablando de fortalecer la ideología es porque quieren ideologizarnos. He allí la prueba de que se trata de un régimen totalitario”. De lo que tendremos que convencer a la oposición racional es que fortalecer la ideología de un sector que comparte un conjunto de esperanzas e ideales revolucionarios, no significa “ideologizar” al resto de la población. Fortalecer una ideología es profundizar en los ideales, en la moral y en los valores. Ideologizar, por el contrario, es formar en una sola dirección.
Nuestra ideología revolucionaria tendrá que ser endógena o no germinará. ¿Y qué es una ideología endógena? Ante todo, una creación colectiva y autóctona. Abramos el debate diciendo que no es una ideología foránea ni panfletaria ni dogmática. Tampoco será una ideología impuesta que se pretenda dominante, aún siendo compartida por la mayoría. Será una ideología convincente y que se suscriba de manera conciente. Una ideología que fomente el librepensamiento. Será, como la ideología de Bolívar, universal e históricamente sustentable.
manuelbazo@yahoo.com