Medios nacionales e internacionales en su estrategia de desestabilizar a Venezuela se agarraron de otro de los editoriales golpistas de The Washington Post , para seguir infructuosamente intentando socavar las bases del gobierno bolivariano que lidera el presidente Hugo Chávez.
El editorial al que me refiero dice que la crisis que actualmente padece Bolivia es una buena noticia para el presidente venezolano, Hugo Chávez, que sueña al igual que Fidel Castro, con un nuevo bloque de regímenes socialistas latinoamericanos no democráticos.
Bueno, como siempre, la oposición o toda esta gente que sigue con la maniática idea de derrocar al presidente Chávez, se expresa ante el mundo, como si la comunidad internacional estuviera castrada mentalmente.
Manejan los hechos y situaciones a su antojo de una manera tan burda, que cuesta creer que ellos piensen que los demás dan crédito a sus planteamientos estúpidos.
Con esta aseveración, obviamente quieren decir, que Chávez puede ser el causante de la sangre que se ha derramado en Bolivia, durante las manifestaciones que plantean un giro de 90 grados en las políticas del gobierno de este hermano país, al tiempo que pretenden asociarlo con el sistema socialista, al cual exponen como sinónimo de violencia, desolación y muerte.
Pero Chávez ni ningún bolivariano de Venezuela toma como buena noticia la crisis de cualquier país, porque nosotros, precisamente por la oposición irracional con la cual contábamos y que estaba financiada y apoyada por el gobierno de George W. Bush, padecimos en carne propia una de esas crisis de la que habla el editorial de The Washington Post.
Vimos en muchas oportunidades como personas honestas y trabajadoras caían muertos atravesados por las balas que disparaban francotiradores, que esa oposición golpista y criminal colocó en sitios estratégicos, para crear una situación incontrolable que desencadenara en la salida del presidente Chávez.
Esas acciones, la sufrieron más de cerca los incautos que los opositores sin escrúpulos llevaban a las manifestaciones como carne de cañón, mientras ellos se escondían vaya usted a saber en que lugar bien seguro y con aire acondicionado.
Otros venezolanos llenos de dolor e impotencia observaban las imágenes por la televisión, claro está con ángulos perfectamente preconcebidos, de tal manera de intentar demostrar que los agresores eran los manifestantes adeptos a Chávez, porque como se recordará, estas eran operaciones bien planificadas y ejecutadas contra el Gobierno Nacional.
Pero en todo caso, habían hechos muy dolorosos y que a pesar de las manipulaciones y trucos televisivos mostraban una realidad irrefutable : los cadáveres ensangrentados recogidos del pavimento para llevarlos a la morgue más cercana.
Por eso, mal podría pensarse que Chávez ni algún otro revolucionario se alegre por la crisis de Bolivia, cuando se sabe que ya se han dado acciones de calles violentos con saldos trágicos.
Lo que sucede es que cada criminal juzga por su condición. La violencia es la única forma en que actúan los Estados Unidos, para lograr sus objetivos y piensan que en esa misma tónica rastrera se mueven los demás países del mundo.
En Bolivia se presenta la misma realidad de otros países donde EEUU se niega a perder su hegemonía. Mueve sus tentáculos, financia, mata a personas inocentes con tal de mantener sus intereses en naciones que al igual que muchas otras, quieren ser libres, soberanos y quitarse, definitivamente, la bota norteña que durante muchos años han tenido sobre su cuello.
Así que, la crisis boliviana no es una buena noticia para Chávez ni, incluso, para los propios Estados Unidos, sólo que para los bolivarianos no es una buena noticia por razones de humanidad y paras ellos no es una buena noticia porque, sencillamente, no aceptan que otro país latinoamericano se les esté saliendo de la soga.
De allí que en el mismo editorial, con una carga de cinismo simulado en esa cara de “yo no fui” que ponen para confundir a sus víctimas, dicen que Brasil, Argentina y Chile deberían estar alarmados por esa tendencia que se sigue en Bolivia e insisten en meter miedo con Chávez, Fidel Castro y ahora Evo Morales.
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