A chavistas, antichavistas y a
algunos “socialistas” ingenuos, les parece increíble que la economía
venezolana esté aún en manos de la burguesía local y sus congéneres
internacionales. Pero es así. De allí surge una interrogante: ¿Puede ser
el Estado, económicamente hablando, más pequeño que antes, aún cuando
se hayan nacionalizado algunos grandes sectores?.
Las cifras que demuestran la pequeñez económica del Estado.
La
realidad es difícil de entender. Lo más lógico es pensar que la
hipertrofia burocrática del Estado, lleva aparejada un crecimiento de
los medios de producción en manos estatales. Ver las nacionalizaciones
de empresas de comunicación, siderúrgicas, finanzas, cemento etc. invita
a pensar que el Estado venezolano es dueño de casi toda la economía. La
falaz oposición nucleada en la mísera MUD, no cesa de afirmar que el
chavismo ha ahogado a la empresa privada y que ésta se diluye o al menos
pierde poder. El mismo Presidente Chávez refuerza esa errónea imagen de
Estado empresario, cada vez que aparece en televisión “amenazando” con
la posibilidad de realizar expropiaciones a la propiedad de la rancia
burguesía criolla (el ejemplo más notorio fue la llamada en vivo y
directo al presidente del Banco Provincial). O cuando el Presidente
argumenta que las anodinas joyerías del centro deben ser “expropiadas”.
Todo ello, hace creer lo que dice la mendaz oposición derechista: “el
Estado es dueño de toda la economía”.
El
socialismo científico debe atravesar la apariencia y erigirse por encima
del inútil sentido común mercantil, que nada explica y todo
distorsiona. En esa tarea y para el campo que nos atañe en el escrito,
es imprescindible examinar con cierto detalle la responsabilidad en la
producción de lo que cada sector hace en la economía: la burguesía local
(Ej.: POLAR) más los fragmentos de capital transnacional (Ej.: coca
cola) versus la producción estatal (Ej.: Sidor). Así las cosas, dentro
de la totalidad de la producción de bienes y servicios realizados a lo
interno del país (PIB) podemos ver en las cuentas nacionales, una
distinción ente el PIB privado y el PIB público es decir, estatal.
Mediante dicha diferenciación podríamos acercarnos a entender el peso
real de cada sector en la economía local.
Desde
esta sucinta explicación, podemos utilizar para nuestro análisis la
data oficial del año 2010, en la que se demuestra que el PIB
correspondiente al Estado, sólo alcanza un escuálido 29%, quedando el
resto de la producción de bienes y servicios, como responsabilidad de
nuestra importadora burguesía local, es decir el 71%. Lo que significa
que a 11 años de proceso bolivariano, la economía mantiene su carácter
eminentemente privado y los sectores empresariales siguen tomando la
mayor tajada en el festín de la explotación a la clase obrera venezolana
y extranjera que labora en nuestro territorio. Esta tendencia infeliz
del PIB es generalmente tomada como “positiva” por el ingeniero
eléctrico Jorge Giordani, ministro de Finanzas y Planificación, porque
expresa una supuesta menor dependencia del petróleo(¡)
Pero,
¿se puede decir que hay un proceso de reversión de ese PIB
mayoritariamente privado, en favor del PIB estatal? No. De nuevo, lo que
nos muestra el gráfico que a continuación les mostramos, es que incluso
en el año de 1999, el porcentaje correspondiente al PIB público era
ligeramente más alto que en la actualidad (32%). La economía en manos
directas de la burguesía, basada en la acumulación privada de capital
sobre la base de la explotación obrera, ha venido creciendo más rápido
que la economía estatal. Otro asunto notable, pero a la vez muy
coherente con el funcionar capitalista, se deduce del hecho de que en
los años de mayor crecimiento económico o “prosperidad” burguesa, el PIB
público suele achicarse.
Ojo,
muy a diferencia de lo que sostiene frecuentemente el economista Víctor
Álvarez, nosotros no consideramos que haya un crecimiento de la
economía capitalista en detrimento de una economía “social”, pública o
“no capitalista”. Para nada. La economía venezolana como parte
integrante del proceso mundial de acumulación de capital, es una
economía por entero capitalista. Venezuela como alícuota diminuta del
capital mundial, refleja en su seno la organización social del trabajo
bajo la estructuración propia del modo de producción capitalista. Es
decir, el trabajo social en nuestro territorio se hace de manera
privada, independiente y con la direccionalidad manifiesta hacia la
producción de mercancías, es decir, valores de cambio. Esos valores son
producidos mediante la explotación del trabajo obrero, lo que sustenta
el proceso de acumulación de capital a base de la extracción de
plusvalía. Por ello, estamos en absoluto desacuerdo en contraponer
ideológicamente a un sector capitalista versus un sector estatal
popular, bienhechor o cuasi-capitalista.
¿Por qué el 71% de la economía criolla está en manos de la burguesía?
Aunque
a algunos les parezca “insólito”, la burguesía ha ampliado su poder
económico, es decir, ha acumulado más capital; por ende es fácil
advertir que la explotación sufrida por el proletariado se ha
incrementado y que los resortes de la economía están en manos de los
chuscos explotadores. En base a lo anterior y en otras experticias,
podemos afirmar, que las tímidas reformas económicas del proceso
bolivariano han tenido un efecto magro en cuanto a hacer crecer el
sector estatal en la economía.
Pero de allí
surge una pregunta sencilla. ¿Si PDVSA genera el 96% de todos los
dólares que entran a la economía y esos dólares son los que permiten
importar más del 75% de nuestro consumo nacional, cómo el porcentaje del
PIB en manos de la burguesía puede ser tan alto?
¿Por qué la burguesía importadora crece a tales magnitudes?
A
11 años de proceso bolivariano, la burguesía se ha hecho más grande y
ha consolidado su papel explotador. ¿Pero cómo funciona el mecanismo que
permite a la burguesía local filtrar la renta petrolera y hacer crecer
sus fortunas de manera sostenida?
Empecemos por
aclarar algunas generalidades del proceso de acumulación capitalista en
Venezuela. Lo más importante en este caso, es advertir las bajas tasas
de productividad del trabajo en la economía venezolana. Altos salarios
(en comparación con el sudeste asiático), un mercado pequeño (baja
escala), obsolescencia tecnológica, ser víctimas de la acumulación
originaria y el atraso científico propio de la especificidad de la
acumulación capitalista en el país, son los causantes de la baja
productividad industrial y de la falta de competitividad internacional
en la generalidad de las mercancías. Muy lejos de los monetaristas que
creen que devaluando la moneda vamos a dar un salto en la competitividad
mundial (ya nombramos quien lo afirmó en TV), las características
estructurales de nuestra nación, impiden el desarrollo de industrias que
exporten tecnología y productos manufacturados.
La
sobrevaluación, o sea, mantener el precio del dólar en bolívares un
poco más alto que lo que indicaría el nivel de transacciones de divisas
en el mercado, es uno de los mecanismos que drenan toneladas de renta.
Otra forma de dilapidar renta es el conjunto de subvenciones, préstamos y
ayudas comerciales a la burguesía industrial y a los pequeños
productores que otorga el Estado. Sueldos muy altos a burócratas,
transferencias asistencialistas con intenciones clientelares, contratos
de servicios o construcción con elevados sobreprecios, son otras de las
vías como la renta petrolera se distribuye en el país.
Sabiendo
cómo se emplean los recursos en el país, la burguesía local se afana en
buscar con toda fuerza, la forma en la cual pueda apropiarse con la
mayor rapidez y fluidez del producto de la renta petrolera. Por ello y
entendiendo que no tienen los atributos estructurales para competir en
el mercado mundial, la burguesía local se apaña en el comercio. Así,
Venezuela y sobretodo Caracas, se llena de centros comerciales, finanzas
y bazares donde lo que se expende es abrumadoramente importado. El
empresario criollo es mayoritariamente importador por las razones
estructurales que arriba sostenemos, no por una absurda y racista
creencia de que el empresario criollo es “perezoso” o que no tiene
“visión empresarial”. No.
Empresas como POLAR,
cuyo producto mayoritario es la cerveza, constituye una excepción debido
a que los costos de producción, distribución y expendio que
representaría importar masivamente la cerveza, son muchos más altos que
los que puede poseer un capital altamente concentrado y eficiente en esa
rama. De más está decir, que los componentes de la cerveza son también
importados…cebada, lúpulo.
¿Cómo se anidan las importaciones masivas o cómo la burguesía se enriquece –tan- fácilmente?
Por
lo visto anteriormente, la vía expedita para que nuestros empresarios
hagan fortuna, implica la importación de mercancías baratas y su venta
en el mercado local a los más altos precios posibles, de acuerdo a lo
que la competencia le permita.
El control de
cambio ha venido a ser un impulso tremendo para concentrar la
importación en pocas manos, apropiarse de dólares baratos, vivir de la
especulación comercial y de la reventa de divisas en el mercado
paralelo, donde la burguesía realiza ganancias fabulosas.
La
sobrevaluación del bolívar es una herramienta que permite al
empresariado local, la absorción de renta y toda clase de negocios
parasitarios muy lucrativos. El control de cambio (muy necesario en el
2003) es una bendición para la burguesía importadora consolidada que
tiene el músculo para importar en gran escala. Como los dólares son
mayoritariamente entregados a esa élite burguesa, ellos se pueden
permitir comprar un DVD a 30 dólares y revenderlo a 387 Bs. Guardando
para sí, una modesta ganancia de 200%. La camioneta Grand Cherokee (año
2011), en su versión estándar, cuesta 33.000 dólares (141 mil bolívares)
en EEUU (http://www.jeep.com/en/2011/grand_cherokee/). En este paraíso
especulativo, el concesionario oficial de la Chrysler vende la misma
camioneta en 555.598 bolívares
(http://www.jeep.com.ve/grand_cherokee/models/precios_gd_cherokee.html).
A
simple vista se observa que la camioneta se vende 4 veces más cara en
Venezuela que en EEUU. El empresario que pidió sus dólares CADIVI,
invirtió 141 mil bolívares y la vendió en 555 mil, “obtiene,” sin
agregar ningún tipo de valor adicional, un “modesto” margen de ganancia
que roza el 300%, es decir, se “ganó” en esa transacción unos 414 mil
bolívares por una ramplona operación de compra-venta. Esa transacción se
computa en el PIB y esos 33 mil dólares, “crecieron” hasta su
equivalente de 120 mil dólares. Por ello, el PIB no petrolero se muestra
mucho más alto que el petrolero. Si argumentan que importan con dólares
del mercado paralelo, es más grave el asunto, porque los miles de
millones que aporta CADIVI y más recientemente el SITME, si aparecen en
los balances contables del país y tienen que haber sido entregados a
“alguien”.
Tan grande son los márgenes de
beneficio en la importación, que hay personas que viajan con poquísimos
dólares y al comprar algunas mercancías en el extranjero y revenderlas
acá, cubren fácilmente el costo del boleto, el hotel y su ganancia.
De
esta forma tan rústica e improductiva, la burguesía sambilera se
embolsilla gracias a nuestro petróleo (y al control de cambio) miles de
millones de bolívares sin producir ninguna mercancía, a fuerza de
especulación pura y dura. Ojo ni siquiera hablamos de los
multimillonarios negocios de compra y venta de dólares en el mercado
paralelo.
Obviamente, como marxistas, no
estamos a favor de desmontar el control de cambio y dejar al dólar
flotar en el mar de la especulación. No. Nosotros planteamos la
construcción de una CENTRAL DE IMPORTACIONES (tema que trataremos en
otro escrito) como medida estratégica transicional que permitiría
detener la hemorragia especulativa y organizar productivamente la
importación.
¿De dónde salen todos los dólares para que la burguesía especule y se haga millonaria?
Si
nuestra burguesía local (venezolanos y extranjeros dueños de medios de
producción y expropiadores de plusvalía en el territorio nacional) no
produce casi nada y no exporta casi nada, ¿De dónde saca los dólares?
Fácil, del petróleo. PDVSA y las expoliadoras empresas mixtas, son las
que generan el 96% de las divisas que al país ingresan. Por todo eso,
las actividades de servicios, comercio, finanzas, comunicaciones etc.
como vías de apropiación de la riqueza petrolera, poseen valores muy
altos en el PIB y estos rubros, engrosan el PIB privado del que tanto
hablamos.
En el gráfico a continuación, se
muestra (en rojo) el grotesco nivel de las importaciones de bienes y
servicios del empresariado, en contraste con las exportaciones privadas
no petroleras (en azul). En el clímax de esta desproporción, vemos que
la burguesía en el 2008 importó (sola-solita) mercancías por un valor de
más de 45 mil millones de dólares estadounidenses y apenas exportó 5
mil millones de dólares (cifra que bajó a la mísera suma de 1.800
millones de dólares para el año 2010). Es decir la burguesía importa 9
veces más de lo que exporta. De hecho de esa mísera exportación no
petrolera, más del 80 % consta de minerales extraídos con bajo
procesamiento. El parasitismo burgués consiste en importar barato y
revender a lo máximo que se pueda.
¿Puede aguantar la economía este locuaz ritmo importador rentista? El rol de la crítica.
El
gráfico y otras pruebas más, evidencian que la economía sigue hundida
en la fosa que el modo de producción capitalista impone:
improductividad, monoexportación e ineficiencia. Por ello, Venezuela y
los operadores políticos chavistas, se enfrentan a los mismos problemas
económicos y sociales que atormentan a las economías capitalistas, cuya
centralidad estriba en la renta de la tierra enfocada en el área
mineral. Al enfrentarse a estas variables, ellos se ven obligados a
ocultar que siguen administrando el Estado capitalista y contribuyendo a
la acumulación social del capital. Por tanto, ya no es el
funcionamiento estructural del capital y sus consecuentes crisis, los
culpables de los problemas económico-sociales que nos afectan. No, ahora
el culpable de la situación negativa, es el empresario, la especulación
o la corrupción; aunque las anteriores son sólo consecuencias, formas
concretas en las que se evidencian las miserias económicas que sufre el
proletariado en cada espacio donde el capital se reproduce.
Aunque
la realidad se les cae a pedazos y les abofetea, la élite de la
burocracia expresa su anticomunismo, su tenaz cobardía y hostiga con las
estupideces de siempre al pensamiento crítico, generalmente arguyen
idioteces como: “no digas la verdad, es mejor que la derecha no lo
sepa”, “no hagas esa crítica la derecha la puede usar contra nosotros
(los corruptos)”, “estamos en elecciones, es necesario (mentirle)
ocultarle esas cosas al pueblo”, “no hagamos críticas, para eso está la
derecha que critica mucho, nuestro papel es seguir (adulando y robando)
defendiendo nuestros (privilegios y prebendas) honores patrióticos”.
La
crítica revolucionaria es el camino de la inmensa base honesta del PSUV
y de los trabajadores estatales que trabajan con denuedo y se esfuerzan
por mejorar la situación del país. El chavismo honesto debe confrontar a
las direcciones reformistas y alzar la voz contra los atropellos
preñados de peculado. La única forma de que las cosas avancen y sean
realmente revolucionarias, es que haya una profunda revisión crítica de
lo que sucede y a partir de allí plantear un cambio drástico en la
situación actual.
Para grandes problemas,
grandes soluciones. Debatir, criticar, organizar y actuar en pro de
solucionar los desmanes propios del capitalismo es la labor principal a
impulsar.