“¡Que atrocidad!”

El mito de la pobreza en los países del llamado Primer Mundo, esos que nos han vendido como referencias de desarrollo, tiene cada vez menos de mito y más de pobreza, gracias a las fórmulas mágicas que cual perfumados elíxires son agitados al ritmo del libre mercado por una “mano invisible” que los deja a punto de caramelo.

La crisis por la que atraviesa el capitalismo adquiere un matiz cada vez más agudo. A la más que alarmante situación de muchas potencias europeas y a los vaivenes de las bolsas de casi todo el mundo (con los respectivos mareos), se suman crisis como las de Chile donde el pueblo levanta su voz rebelde en contra de las políticas económicas recogidas en la “receta mágica” neoliberal y recargada, que a sangre y fuego pretende imponer más pobreza a los pobres, más necesidades a los necesitados y menos oportunidades a los que ya no tienen casi ninguna. ¡Crédulos aquellos que piensan que los pueblos se mantendrían cabizbajos y resignados ante los nuevos atropellos!

El eufemismo de los “ajustes macroeconómicos” que por las malas conocimos en América Latina desde finales de los años 80, hoy vuelve a emplearse en la forma de “medidas de austeridad”. Grecia fue apenas la primera pieza de un dominó que al caer ha llevado en barrena a Irlanda, España, Italia, Portugal… No faltaron sesudos analistas que recomendaran alzar la mirada para buscar las respuestas: el paradigma del desarrollo, el Gigante del Norte, siempre señala la senda para salir de los atolladeros. ¿Siempre? Quienes así piensan tuvieron un nuevo aterrizaje forzoso cuando esta semana la Oficina del Censo de los Estados Unidos publicó cifras oficiales que reflejan un nuevo record en el número de personas en situación de pobreza: 46.000.000 (si, 46 millones, vez y media la población venezolana) de hombres, mujeres y niños que sufren los rigores del hambre y el frío, que no tienen vivienda o que las ven comprometidas, que no pueden costear servicios básicos como salud o educación.

Difíciles momentos viven los apologistas del capital cuando la realidad demuestra que “el Norte es una quimera” Y todos decimos: ¡que atrocidad!

oliver.reina@gmail.com


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Oliver Reina

Gerundiando: Haciendo, revolucionando, sintiendo, leyendo, escribiendo, escuchando, acompañando, conversando, CREANDO. Ah, y pichón de y que fotógrafo

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