Que el contrabando sea un problema en Venezuela no es una novedad: es el resultado de sumar factores políticos, económicos y hasta culturales entre los que por nombrar sólo algunos se encuentran los importantes subsidios que el país asume en varios productos esenciales -fundamentalmente en materia energética y alimentaria-, la aplicación de controles de precios para dar al traste con incrementos injustificados que atentaban contra la economía doméstica y el acceso a productos esenciales y hasta el factor viveza que lleva a que algunos desde el paroxismo del individualismo (llámense bachaqueros, raspacupos o cualquier otro término por contrabando), pretendan justificar su “derecho” a procurarse una ganancia en apariencia fácil, sin importarle en lo más mínimo el interés colectivo.
La reciente avanzada del Gobierno Nacional para combatir el contrabando de extracción en la frontera con Colombia no sólo ha mostrado en una proporción más real la grave magnitud del problema sino que ha dejado más claro que la única manera de acabar con esta práctica que desangra de a poco al país es llegar al fondo del problema, atacando de raíz desde las más pequeñas redes especulativas de reventa de productos hasta las complicidades que pudieran existir para facilitar el contrabando, tengan el color que tengan e impliquen el destapado de ollas podridas que impliquen, citando al propio Presidente Maduro.
Acabar con las mafias que atentan contra la Nación, de todas y cada una sin importar quién caiga ni a qué intereses responda, es una obligación impostergable del Estado. Y que se tomen decisiones y asumamos acciones entre todas y todos en el proceso de restitución de la normalidad no sólo es razonable sino imprescindible. Pero estamos conscientes que la beligerancia política de algún sector opositor atacará y manipulará cualquier medida por razonable que sea, tal como ya vemos con el malintencionado intento de hacer creer que el transitorio sistema biométrico será un plan de racionamiento.
Que sigan cada vez más ágiles y firmes los pasos que se han dado para superar los baches económicos, provengan de factores derivados de la guerra económica o de cualquier razón imputable a algún eslabón de la gestión gubernamental. Que la mezquindad quede de lado y se imponga la certeza que el éxito en esta gesta sólo se traduce en una mejor calidad de vida para todas y todos.