Tanto sus capitanes
como sus soldados son alumnos de la misma escuela. Los doscientos hombres
de Balboa siguen matando, torturando, quemando a indios vivos o tirándolos
a sus perros como lo vienen haciendo desde el 94. Lo único que cambia
es el nombre de los capitanes. Con el mismo grito de Santiago, arrasan
a sangre y fuego el pueblo del cacique Careta, su protector. La gente
de la aldea duerme cuando aparece Balboa con su cortejo de asesinos
y comienza a dar mandobles contra los indios dormidos. En ese mismo
día Careta y sus gentes habían festejado y dado de comer a los conquistadores.
Su error fue dejarse ver unos ídolos de oro.
En otra ocasión un
teniente de apellido Morales se ve rodeado de los padres y maridos de
las cien mujeres y niños que lleva cautivos. No se le ocurre nada mejor
a este capitán y a su gente, entre los que va Pizarro, que cortarles
la cabeza a sus prisioneros y lanzárselas a los sitiadores.
En 1514 llega a Castilla
de Oro como gobernador Pedro Arias Dávila, “El Enterrado”. Con
L´pez de Aguirre y Carvajal, tiene el triste honor de constituir la
Trinidad del Crimen. No han pasado dos años de haber llegado y condena
a muerte a Vasco Núñez de Balboa. No tanto por sus crimines, que eran
muchos, sino por envidia. No le detiene el brazo criminal el hecho de
que Balboa sea su yerno. Durante su gobernación desaparece en Nicaragua
nada menos que dos millones de indios. Asesina también a Hernández
de Córdoba, pacificador y conquistador de Nicaragua.
Pedrarias es uno de
los peores tiranos y asesinos que conoce la historia de América. Asesinos
sombríos son sus capitanes. Hombres como Ayora y Morales irradian destellos
de muerte por donde pasan. Los crímenes con los indios no cejan hasta
que éstos estén totalmente extinguidos.
La conquista de México es también cruenta. López de Gomara refiere como Cortés hizo cortarles las manos a cincuenta indios que parecían espías. Pedro de Alvarado, su lugarteniente, el que va a despoblar a Guatemala y Centro América con sus conquistas, hace pininos de crueldad en México, como en su célebre matanza en Pascua Florida.
Alvarado irrumpe, de
pronto, sobre un grupo de príncipes que en sana paz celebran la festividad
del maíz, y, sin decir ni pio, los pasa a todos a cuchillo.
La conquista del Perú
por Almagro y Pizarro es sin duda, la que mayor saldo de criminalidad
arroja. Según Las Casas, los españoles mataron en el Perú cuatro
millones de indios, entre ellos a su emperador. No hay cronista que
no critique acerbamente esta medida de Pizarro. López de Gomara, refiriéndose
a este hecho, escribe en su Historia de las Indias: “No hay que reprender
a los que lo mataron, pues el tiempo y sus pecados los castigaron después;
todos ellos acabaron mal, como el proceso de sus historias veréis”.
Los indios mueren como moscas. Los llevan de la Sierra al Mar
y del Mar a la Sierra. Los apalean y torturan. Como en Santo Domingo,
los indios del Perú se suicidan en masa. Pizarro y Almagro no
fueron menos duros con los españoles que con los incas. Esta redondilla,
enviada al gobernador de Panamá, aludía a la suerte que corrían en
el Perú, a manos de Pizarro, los españoles que su socio Almagro iba
a reclutar a Castilla de Oro.
Cinco años más tarde, Pizarro condena a muerte a su compañero de veinte años de aventuras. Un año después, Pizarro es asesinado por la gente de Almagro. El Perú es la tierra de las guerras civiles. En 1542 los partidarios de Almagro, el joven, son decapitados por Vaca de Castro. En 1543, los colonos se declaran en rebeldía contra el virrey Blasco Núñez de Vela y lo asesinan. Los comanda Gonzalo Pizarro. No han pasado tres años de este hecho cuando ya Pizarro está decapitado por La Gasca.
Todavía el 1554 se alza en guerra civil Hernández Girón.
El Perú es la
tierra de donde salen para su aventura Lope de Aguirre y su gente. Es
la tierra también del mayor asesino que tuvo el Nuevo Mundo: Francisco
de Carvajal, el demonio de los Andes. Los lugartenientes de Pizarro,
Belalcázar y Valdivia, riegan de sangre el Ecuador y Chile. Al primero
se le llama a España por sus crueldades. El segundo es un gran empalador.
De los hombres de Chile dirá su cronista Ercilla: Sedienta bestia,
hidrópica, hinchada. Principio y fin de todos nuestros males.
El adelantado Pedro de Mendoza y sus capitanes, son fieras despiadadas con los indios y los españoles. Irala, uno de sus tenientes, es tan cruel como Carvajal. Venezuela será una de las regiones más azotadas por los Viajeros de Indias. Por el oeste le caen los Welzares; por el naciente, Lope de Aguirre.
Esta es la historia
de la conquista de la América Española. No hay un solo lugar de esta
tierra donde no se hayan hartado de sangre. No más de 25.000 hombres
intervinieron en esta empresa.
¡Gringos Go Home!
¡Libertad para los cinco héroes de la Humanidad!
Hasta la Victoria Siempre y Patria Socialista.
¡Venceremos!