Seamos realistas, profundicemos el sueño bolivariano

Del 27 de febrero al 13 de abril

El 27 de febrero de 1989 el pueblo venezolano “quiso comprar sin pagar” y la respuesta rencorosa de la oligarquía fue tres mil muertos, cuatro millones de balas, muchos desaparecidos y una gran siembra de rabia y frustraciones. En realidad, toda esa poblada no iba por lo que durante décadas le habían ofrecido, sólo quería comida y la consecuencia perversa fue la ya señalada. El demócrata Carlos Andrés, apoyado por AD, COPEI, el MAS, la iglesia y las empresas privadas de la comunicación se aseguraron luego de tres días de violencia, que el pueblo regresará a su casa con la lección aprendida: a la calle no se va exigiendo derechos ni comida; ésta última se mendiga, de los primeros, mejor se olvidan. Así retornó la gente a su rancho, a la tragedia particular, a esa inmensa soledad de murmullo que reza: “tu hambre, tú falta de salud y medicinas, son parte de la irresponsabilidad como llevas tú vida, son parte de los vicios que llenan tú existencia”.

Tenue recuerdo de aquel 27 de febrero de 1989 desde el cual se yergue un intuir: Esa desmedida respuesta del 27-F no fue casual, simplemente es la parte de un guión cuyos componentes básicos son: menosprecio, odio, abandono y violencia en contra de los sectores populares. Es la sospecha de que “no somos lo que tanto tiempo nos han dicho que somos”: habitantes de un país libre y democrático, justo y rico, que entre otros derechos nos otorga el de designar, mediante el voto, a los gobernantes y, decidir sobre el futuro inmediato de la patria. Esa conjetura recorrería asambleas barriales, protestas callejeras y con cierta desconfianza se encaminó hacia las urnas electorales del año 98 para cambiar cosas. Los días fueron pasando y entre el Aló Presidente y la cadena presidencial, la participación y el aprendizaje de la gente se arma. Se fueron llenando los meses de un color no conocido, de un clima sabroso. Pero no todo es perfecto, los malos y los violentos existen; esos bichos, engendros del diablo, adoradores de Hitler y admiradores de Busch estaban molestos.

Llegó el mes de abril del 2002 con su bocanada de rumores, fue así como se instaló el 11 de abril con su aquelarre de asesinatos; luego el 12, con tergiversaciones, burlas, cinismo y algarabías desde las compañías privadas de la comunicación, contando sus cuentos reales o inventados. En ese momento todos eran héroes, todos se disputaban quien fue mas conspirador y berraco; desde militares de dos soles hasta periodistas, curas, diputados, empresarios o alcaldes. Un Fiscal del oprobio, la auto juramentación presidencial y los preparativos para la redistribución del país. Sin embargo, a cinco años de aquellos eventos, todavía no aparece una sola mujer con ovario u hombre con testículos suficientes que diga, como dijo Chávez el 4 de febrero del 92: “Yo asumo la responsabilidad...por estos hechos” y a coro, el resto de compañeros, lo repitieron’. Nooo, en el 11 de Abril la cobardía golpista es tanto de los “intelectuales”, como de la dirigencia y se extiende alos actores de segunda.

Se instaló la jauría de cobardes en tierras de hombres valientes, de honor, y como si el tiempo se les acabara, volcaron su carga de odio y muerte disparando a quema ropa en Catia, en el Cementerio, en el Valle, en el 23, en el centro de la ciudad. Amolaron sus dientes con el más puro veneno mayamero asediando la Embajada de Cuba, al tiempo que azotaban “heróicamente” a los dirigentes Tarek Willian Saab, Blanco La Cruz y Rodríguez Chacín. Eficientes los discípulos de Hitler, cerrando el canal 8, destrozando incipientes radios comunitarias, llevándose por los cachos la Imprenta Municipal de Caracas. Tremendo encantamiento de estos modernos camisas pardas en contra de todo vestigio de aprendizaje, comunicación o cultura al servicio de los sectores populares. “La letra con sangre entra” –decían los viejos-, entonces a sacarles bastante sangre, que el recuerdo del castigo a estos igualados les dure más de cien años, a superar en esta jornada de terror el horror del 27 de febrero del 89.

Que madrugada aquella del 11 para el 12 cuando las fauces del fascismo venezolano prometían superar a Pinochet; sin embargo, un olor especial comenzó a recorrer la tarde del 12 de abril, por una parte el sadismo de una derecha drogada de poder que planificaba ajustes de cuentas y asesinatos en las barriadas populares, por la otra, solidarios rumores cargando la realidad de un optimismo encapuchado, de un: “esto como que no va a durar mucho”. La madrugada del 12 de abril es quejumbrosa, como si fuera una repetición del primero de marzo del 89; cuando ya nadie quería “comprar sin pagar”, sino que no se siguieran asesinando muchachos como Yulimar Reyes y que cesara la saña contra ancianos, ciegos, inválidos. Increíble, pero hasta personas con esas limitaciones fueron dados de baja en “duro combate” durante la “gloriosa” jornada militar de aquel 27 de febrero de 1989; jornada comandada por el General Italo Del Valle Alliegri.

Cuando el pueblo venezolano se convoca en el aprecio de quien con amor los trata, no solo logra escribir páginas maravillosas, sino que salta por encima de cualquier fascismo y convierte su mas caro deseo en brújula para la acción libertaria. El 13 de abril de 2002 el vecindario bolivariano salió a las calles pero no con la finalidad de “comprar sin pagar” o de cumplir con el proceso electoral, esa masa humana fue escribiendo en escaleras, balcones, cuarteles, quebradas, cerros, en la nación toda, la mas hermosa, espontánea e increíble muestra de dignidad, valía y autodeterminación. Lenta pero certeramente, los hijos de Bolívar comienzan a descubrir “que ellos eran lo que nunca les dijeron que eran”: descendientes y proyección de una clase especial de seres humanos que liberaron naciones; protagonista de historias pasadas, presentes y de historias por escribir, pero siempre bajo la sombra de lo digno, de lo noble. Así se descubrió nuestro pueblo aquel 13 de abril glorioso.

En el estado comatoso del 11 y 12, ese pocote de gente, por encima del odio al oligarca, fue fraguando el amor y las ganas de jugársela sin importar los costos por defender para hacer respetar a quien le respeta. Ya Juana y Pedro, junto con otros no van a la calle por pan de trigo, ahora van por pan de vida digna. Ellos, quienes están mas abajo que los de abajo, con poco o casi ningún beneficio material, sin idea de lo que es un análisis o un cambur, bajaron arrastrando cholas, hambre, sueños, esperanzas y dolores de todos los tiempos; sin preguntar con que fuerza contaban, levantaron su consigna: ¡Liberen a Chávez, Chávez es nuestro Presidente..!

¡Qué compromiso hermano!, estar en los zapatos de quien dirige los destinos de la Venezuela Bolivariana; tomando en cuenta la heroica gesta relatada y la variedad de intereses no siempre populares; cómo afinar los oídos para escuchar el timbre de voz adecuado y sobretodo no flaquear ni un instante ante las tentaciones de escribir hojas de historia sin tinta con inspiración en los de abajo. Cómo inventárselas, para que entre tanto torneo de alabanzas, bullaranga y falsos halagos, se pueda oír la atildada voz del pueblo. Cómo, en un aniversario más del 13 de abril, inventar esa internet directa, desde los centros de decisión, con los mas desposeídos, con el verdadero control social; de manera que no existan intermediarios, cobradores de comisiones y altos funcionarios de corazones blancos, cerebros verdes y bolsillos llenos.

A tres años del abril glorioso, se comenta que familiares y amigos de las víctimas del 27 de febrero de 1989 habían dejado de sonreír desde aquel día, pero que el 13 de abril pidieron más existencias y vidas prestadas para disfrutar tanta alegría. Por eso, en las inmediaciones de Miraflores se escuchaban risas en guarani, argentinas y brasileñas, carcajadas mexicanas, quechua, caribeñas y centroamericanas. Dicen también algunos, que aquel día, cuando Chávez bajaba del helicóptero y volteo a mirar al pueblo, desde la punta del Ávila se escuchó una voz que decía: “amor con amor se paga...” Y es comprensible, el 13 de abril de 2002 el pueblo venezolano se hizo de todos los harapos de nuestros padres libertadores, los desempolvo un poco y, esperanza al hombro, se fue imitando quijotes, y venció.

Por consiguiente, un hecho tan trascendental como ese, da para muchas anécdotas y cuentos; es la conjunción de frustración, sorpresa y alegría, por fin una victoria después de tantas derrotas. Claro, cualquiera exagera las cosas o termina viendo visiones y dejando el relato en manos de la imaginación. De allí la importancia de ser objetivo y ecuánime. Por mi parte, de todo ese cuento solo recuerdo la contagiosa risa del Flaco Sergio, los muchachos de Cantaura y Yumare juntos, y la diminuta Yulimar danzando en plena avenida Urdaneta frente al Banco de Venezuela. Todavía escucho sus voces colmando el silencio con: “¡Nuestramerica se respeta, uh, ah, Chávez no se va!”.
Seamos realistas y con la mirada bien abierta, oteando en el futuro, profundicemos el sueño bolivariano

Solo el pueblo, salva al pueblo


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Luis Villafaña F., miembro de PNA-M13A


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