El evento electoral
del próximo 7 de octubre de 2012, hay que tomarlo como otra batalla,
otra prueba contundente del proceso político de transformación nacional,
en que se pondrán en juego las fuerzas del sector Revolucionario y
Socialista, sus estrategias y las acciones en beneficio de un pueblo
que despertó del letargo y hoy protagoniza dinámicamente, dándole
sentido y dirección a la revolución. Se trata nada más y nada menos
que de un futuro de desarrollo autónomo, soberano y libre o volver
a las cadenas que nos envolvieron y dejaron en la pobreza y el atraso.
Hay una preocupación
planetaria y es el escenario desatado salvajemente por las grandes potencias
occidentales fundamentalmente hacia el norte de África y Medio Oriente.
La gran crisis económica de Europa y los Estados Unidos, los ha conducido
a reacomodarse en la geopolítica mundial, recolonizar territorios y
obtener nuevas fuentes de energía. Esto necesariamente implica la búsqueda
de un orden mundial favorable a la recapitalización y reactivación
del sector financiero, que está en el caos.
Por esas razones, es
una obligación advertir siempre que las elecciones en Venezuela, no
son un hecho aislado, se corresponde con la situación que viven todos
los países que cuentan con suficientes recursos naturales que permitirían
la recuperación de esas economías que atraviesan la más grande crisis
estructural que pone en peligro el sistema capitalista. De allí surgen
los planes que desde el 2001 activan la ocupación de territorios con
importante producción petrolera y otros recursos, pero además cuentan
con gobiernos patriotas opuestos a la dominación de las potencias.
Considerar las candidaturas de la oposición como simples adversarios guiados de buenas intenciones y de benefactores sociales es estar de espaldas a la realidad global mundial, sustraerse de los verdaderos intereses internos y externos. Existe en Venezuela una clase social opuesta abiertamente a la independencia y la liberación. Ellos constituyen la avanzada política de un poder mundial que utiliza fuerzas internas de las naciones como un recurso de debilitamiento de las fuerzas del cambio y en nuestro caso se trata de hacer de la campaña electoral un medio de descalificación del Presidente Hugo Chávez. ¿Cómo descalificar a un líder de la talla de Chávez, con una popularidad del 60% y más? Allí está la contradicción del discurso difuminado y débil de los oposicionistas, quieren gritar que hay dictadura pero participan en unas elecciones. Quieren decir que no hay libertad de expresión pero opinan abiertamente toda clase de atrocidades y acusaciones contra el primer mandatario de la República Bolivariana de Venezuela.