Al ser el Estado una maquinaria represiva, el pueblo trabajador lo necesita para aplastar la resistencia de los explotadores, a la cabeza de la clase trabajadora única capaz de liquidarlo debido a que es la única clase consecuentemente revolucionaria; es la lucha a muerte contra la burguesía hasta su eliminación.
Es que el estado burgués garantiza que las clases explotadoras ejerzan la hegemonía política para mantener la explotación, en interés de una minoría contra la mayoría inmensa del pueblo oprimido. En consecuencia las clases explotadas necesitamos la hegemonía política para destruir completamente toda explotación, es decir, en interés de la mayoría del pueblo trabajador contra una minoría de los terratenientes y capitalistas.
De nuevo, el pueblo trabajador requiere del Estado, para organizarse como clase hegemónica: el logro de esta su misión es la democracia popular ampliada más allá del reducido concepto burgués, es la hegemonía política de la clase trabajadora, los campesinos, y demás clases sociales oprimidas.
La lección histórica de las revoluciones de las masas populares es que no se puede mantener el Estado eternamente, perfeccionándolo, sino que “finalmente” hay que destruirlo por ser una maquinaria para la opresión donde convive la burocracia y los funcionarios corruptos.
Hay que trascender los meros "reajustes" del aparato burocrático ya que existe la tentación de emplear el Estado como medio de represión contra la clase trabajadora revolucionaria. La revolución está obligada a destruir el aparato represivo, el poder estatal burgués ya que de otra parte, la lucha por el Poder entre los distintos sectores burgueses y pequeñoburgueses dejan intactas las bases del régimen burgués; y en consecuencia su perfeccionamiento y fortalecimiento.
Trabajador petrolero
