Todo nacimiento ofrece nuevas posibilidades de ser y de hacer, nuevos retos por asumir y superar, nuevas ocasiones realizar los sueños, nuevos oportunidades de reescribir la historia. Hoy vivimos uno de estos momentos: ha nacido formalmente la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, Celac. Y tan sana y robusta ha visto luz que ya da sus primeros pasos hacia una integración regional cargada de nuevos y mayores bríos, con la masiva y entusiasta participación de los países de nuestra América y el Caribe.
Suman casi 600 millones las personas que agrupa esta comunidad de naciones, pueblos que en pleno siglo XXI se encuentran en el ojo del huracán, uno hoy más intenso que el pronosticado hace 40 años por Eduardo Galeano en Las Venas Abiertas; un vendaval libertario, rebelde y contestatario, que enarbola muy en alto y con orgullo la bandera bicentenaria y que comulga como nunca con nuestros intereses regionales.
Este nacimiento permite una nueva oportunidad para luchar por nuestra autodeterminación como pueblos, por allanar cada vez más el camino a nuestra verdadera independencia ante cualquier interés que nos sea ajeno, hacia el afianzamiento de nuestra autoestima tan mancillada por siglos de dominación y a asumirnos como protagonistas activos de nuestro desarrollo.
Con esta nueva búsqueda de la unidad regional, que aspira ampliar los positivos resultados alcanzados con la ALBA, se coloca en su justo lugar a nuestros intereses latinoamericanos y caribeños, muchas veces tan disímiles a los de Estados Unidos y Canadá. Una nueva oportunidad de hacer realidad el sueño grancolombiano de Miranda y Bolívar plasmado por el Padre Libertador en el Discurso de Angostura y en el Congreso Anfictiónico de Panamá. Hoy más que entonces, la unión de nuestros pueblos ya no es una opción sino una obligación, una forma de ser y de demostrar que otro mundo es posible, que es posible hacer del mundo un mejor lugar aún en medio de las ruinas que va dejando la irracionalidad capitalista.
Somos tercos porque creemos en nosotros.
Despertamos, insurgimos, ¡creamos!
¡Bienvenida la Celac!
oliver.reina@gmail.com