Con título de inicio parecido a la obra de Sábato, Sobre Héroes y Tumbas quisiera llamar la atención de los lectores i en especial al ciudadano Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Comandante Hugo Chávez Frías a quien con todo respeto i admiración dedico este escrito, para destacar que debemos hacer justicia a la personalidad excepcional de los hombres i a los conocimientos ya verificados por la historia, con el paso del tiempo i la investigación de los hechos. Deseo se tome esta posición histórica, científica i ética, como una sugerencia o un recordatorio necesario para el gobierno nacional, porque no es solamente el ciudadano presidente quien, casi siempre olvida el nombre de Urdaneta entre los grandes de nuestra epopeya libertadora i en la historia nacional, sino casi todos, como lo hizo Nicolás Maduro en un discurso en Coro (i alguien se lo recordó) i lo observo cotidianamente en noticieros, entrevistas o en “Aló Presidente”. Para darle interés a mi justo reclamo, si puede llamarse así, diré que el General Rafael Urdaneta Faría, es el segundo hombre en la gesta de la independencia; un hombre tan fiel como Sucre i el de más duración con lealtad, eficiencia i valor, al lado del Libertador Simón Bolívar. Se conocieron en San Cayetano, pueblo al margen del río Zulia en 1813, antes de irse ambos a Cúcuta para iniciar la Campaña Admirable i antes las dificultades o graves problemas que ofrecieron Santander i Castillo, fue el valiente que formuló a Bolívar estas palabras ya célebres en nuestra historia: “General: si con dos hombres basta para liberar a la patria, pronto estoy a acompañar a usted”. Allí se estableció la amistad i la lealtad civil i militar, más perdurable en la vida del Libertador, pues Urdaneta le sobrevivió casi 15 años, junto con José María Vargas fue encargado de repatriar los restos de su compañero de armas i de paso, fue el fundador de la Sociedad Bolivariana para perpetuar i defender su memoria. En el Diario de Bucaramanga, Bolívar demuestra cómo conocía de bien a sus generales i los tenía en cuenta. Los únicos privilegiados ante mente i corazón fueron Sucre i Urdaneta i los tres constituyen la trilogía inmortal i más pura, de la venezonalidad. Cierto es que Sucre es la figura más inmaculada o pura de la guerra de independencia i le tocó cerrarla con broche de oro en Ayacucho, cuando Bolívar por problemas políticos no pudo comandar el ejército; cierto que Bolívar tuvo una admiración mui grande por el joven i brillante general, a punto de hacerlo Mariscal i escribir una semblanza biográfica; i además de admirarlo nosotros, no solamente por estas condiciones, sino por la parte humana (casado i con ideales de vida buena) i vilmente asesinado a los 36 años, por los adversarios del Libertador i de la patria, era un hombre más de 10 años menor que él i que Urdaneta; pero eso no quita los méritos del héroe zuliano, con excelente preparación cultural en Bogotá al lado de Nariño i con la mejor biblioteca de aquel tiempo a su disposición; que Urdaneta tuvo una actuación militar más extendida o amplia, pues libró muchas batallas, sitios, retiradas, etc., más labores de gobierno i encargado casi siempre de la parte logística del ejército, incluyendo aquella Campaña del Sur con Pinchincha i Ayacucho, como también lo hizo con la Batalla de Carabobo a la que no pudo llegar por enfermedad. Urdaneta, sin estar, estuvo en Carabobo. Fue el defensor de Bolívar i de Manuela, cuando el atentado septembrino en Bogotá i hasta quería fusilar a Santander, salvándolo la generosidad del Libertador i la obediencia i lealtad de Urdaneta. I por último, para no extenderme en una minibiografía de Urdaneta, pues me he referido a él desde cuando propuse la Misión Urdaneta contra la Corrupción, la impunidad i el deseo de justicia. Urdaneta ganó veinte (20) batallas campales i perdió siete (7); fue sitiador siete veces (7); sitiado dos veces (2) i asaltos dos (2). De uno de esos sitios, el de Valencia, es la frase del Libertador: “General, defendereis a Valencia hasta morir”.
Bolívar, Urdaneta, Sucre son una trilogía suprema en nuestra historia. A veces, tentado por las comparaciones, cundo hago mis trilogías, pienso que en el arte, Miguel Ángel Bounarrotti, Leonardo D Vinci i Rafael de Sanzio, son los equivalentes a nuestra trilogía; que en Música, Mozart, Beethoven i Haydin, lo mismo, pero que todos son una siembra de estrellas en el firmamento o una cumbre de luz i gloria. Por eso a Bolívar, Sucre i Urdaneta, al decir de Antonio Álamo, uno de los presidentes que han pasado por la Academia Nacional de la Historia, dice: “Todos son dignos de la fama. Basta con que la gloria los haya bautizado de Libertadores para que merezcan admiración y gratitud. Por eso, cuando se nombran personajes de la historia que, valiosos i heroicos sin lugar a duda, prestaron inestimables servicios a la patria; cuando escucho como nombre de Misiones a Sucre, Ribas, Piar, Miranda, Zamora, Robinsón, o en Vuelvan Caras aludiendo a Páez, creo que se es injusto con el “más brillante i constante general de mi ejército” i le propuse para una Misión de honestidad, de anticorrupción, (MISIÓN URDANETA) pues, aunque una vez quisieron calumniarlo de jugador, siempre fue un administrador honesto i justo; cuando la Campaña del Sur, escaseando los recursos, entre las medidas que propuso a Bolívar fue “a la lista militar media paga, empezando por mí” i cuando viejo i enfermo, cumplía su última misión por la patria, como enviado Plenipotenciario ante el Reino de España para reconocer definitivamente la independencia, fallece en París (no quiso operarse en Londres cuando agravó) i ordena a uno de sus hijos devolver los viáticos de lo faltante de su viaje para llegar a Madrid, pese a que dejó escrito: “No dejo en el mundo sino una viuda y once hijos en la mayor pobreza”.
Por eso cuando escucho al Presidente Chávez, en muchas ocasiones, hacer remembranza de los grandes hombres que nos legaron patria i soberanía que con tanto celo i acierto defiende i hace una buena lista de ellos, me incomoda profundamente el olvido del General Rafael Urdaneta, el hombre leal que acompañó desde 1813 hasta su muerte, al único Libertador de pueblos que conoce la Historia Universal: Simón Bolívar, Sol de pueblos libres que, como dijera otro gigante de la libertad, José Martí, “todavía tiene que hacer en América”.