Anti-socialismo imperialista

Para los que creemos en el espíritu del socialismo, él es fuerza que anima y enrumba la marcha del pueblo venezolano. Es un aglutinamiento social que puede evitar la crisis definitiva de los pueblos de Nuestra América.

No se puede negar, sin temor a equivocarnos, que el único muro capaz de detener los aires embravecidos de la catástrofe imperialista sea el socialismo, por la simplísima razón de deberse a la ausencia de presupuestos sociales las injusticias que engendran y justifican el odio de los excluidos.

En apariencia una paradoja. Pero hay que ver cómo una gran mayoría de quienes atacan las formulas de Marx son esencialmente marxistas trasnochados. Ignoran al socialismo como fuerza de creación social y profesan, en cambio, el odio como elemento constructivo. Profesan el odio al pueblo, así como lo escribimos, porque no otra fuerza puede moverlos a servir al orden permanente de la injusticia. Y la injusticia es violenta contra la solidaridad social. Su odio se distingue del odio que anima a las revoluciones en que es mudo, reflexivo, de meditado cálculo, frío como el carcelero que remacha los grilletes, mientras el otro es odio de reacción contra el dolor, odio que grita ante la injusticia, odio de la calle.

Señores de la burguesía y rojo-rojitos: Quien ama, en cambio, ve en el pueblo su igual, y como a igual lo trata y como a igual le sirve y le protege. Nuestros profesionales del anti-socialismo no ven la esencia, no juzgan el balance moral de las doctrinas: poco les importa la dialéctica materialista si ésta no desembocara, como expresión económica, en fórmulas contra el sistema capitalista que les favorece. ¡Allá los problemas del pueblo! Defienden sólo lo de fuera. Protegen la estructura que les garantiza el disfrute impune del goce de sus privilegios mal habidos. Y, como son de una impudicia sin medida, pretenden atacar, aún con las peores de las armas reservadas para las oscuras acechanzas, a quienes piden, desde las más angustiantes de las posiciones sociales, que el orden económico se acerque a los reclamos de los más necesitados. Es decir, a los reclamos de un sistema fundado en la comprensión del pueblo. No en la caridad de las piltrafas. Sistemas falsos que sirven a rebajar la propia dignidad de las masas que reciben los mendrugos. Es solidaridad de comprensión. Solidaridad de repartir lo que abunda a quienes lo necesitan.

Crisis del imperialismo es tanto como crisis del espíritu humano. A causa de ello se abre ancha brecha el sistema que propugna la reforma violenta del mundo como un mero problema económico. La solidaridad, ha faltado del orden presente del mundo materialista, epicúreo y lleno de egoísmo que pretenden defender, con principios sin contenido social. Ellos pudieran enterrarse por sí mismos, y nos tendría sin cuidado; ellos podrían ir al suicidio de su sistema y de su clase, nos vendría hasta bien; más lo trágico del caso es que ellos se empeñan en arrastrarnos en su fracaso. Aspiran a que sacrifiquemos el porvenir de nuestro pueblo en aras de sus intereses caducos. Y la crisis de estos señores llega al punto de fingir un capitalismo popular, para que el pueblo acepte sus oscuros privilegios mal habidos.

Sólo el socialismo puede transformar el presente y preparar la mañanera aparición de la justicia social. Y en el fondo de la mañana, sobre el horizonte de la llanura verde y alongada, la figura de nuestro Libertador Simón Bolívar lucirá como un símbolo de la fecundidad de la justicia y de la libertad. Su genio es capaz, aunque se nos haga burla, de conducirnos a fórmulas idóneas para atar las manos de la burguesía que quieren seguir amasando fortunas con la escasez que nos angustia.

De mí que se rían. Ya estoy curtido para las burlas. Desde la puerta de mi casa veo, sin embargo, el pasar de los entierros.

A la atención de los rojo-rojitos:

“Bolívar reclama su puesto en nuestra Patria. No un puesto en el panteón como difunto venerable. Pide su sitio en la vida cotidiana. Pide campo donde crezcan sus ideas. Pide horizontes para sus pensamientos deslimitados. Aspira a que los hombres y mujeres nuevos(as) sean capaces, como lo fue él, por sobre todo y sobre todos, de volar al combate cuando se anuncie la hora de los peligros. Quiere Hombres y mujeres sin miedo a la verdad. Quiere en las nuevas promociones un sentido de inteligencia social que haga posible la realización de sus ideas de libertad y de dignidad humana. De la Patria urgida de voluntades que la sirvan sin pensar en la vecina recompensa”.

“Bolívar vivo. ¡Bolívar vivo, portador en la diestra la espada con que se espabilen nuestro sueño y nuestra inercia!...”

¡Venceremos!

manueltaibo1936@gmail.com


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Manuel Taibo


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