Esa idea de la imparcialidad absoluta, esa idea de la fría impasibilidad de los historiadores burgueses es acaso falsa, y yo tal creo: y ya que el asunto que voy a tratar es de pura historia, conviene que os entere del modo que tengo de entenderla para que no os llaméis a engaño… ¿Cómo cabe la pasión en la historia? No en el sentido de la parcialidad, no en el sentido de preferir un partido a priori, no en el sentido de preferir una teoría porque sí, sino en el sentido de preferir lo bueno a lo malo, de enamorarse de lo cierto y verdadero.
Otros hombres y tendencias llegaron que representan menos una tendencia “culturalista” y ahondan más en las raíces nacionales. No fue un relevo de minorías. No es otra “elite”, (a pesar de los rojo-rojitos) que sustituye a la burguesía tradicional en la posesión de los resortes del pensamiento nacional que buscan unos apoyos, tienden unos puentes hacia el cuerpo popular de la nación. No tan extrasocial como parece a causa de la impotencia y las contradicciones internas de la burguesía venezolana.
Pero, en resumen, lo que afirma Chávez, y con razón, es que el problema de la renovación socio-cultural de Venezuela tiene que partir de sus raíces, de liquidar el analfabetismo, y que todo lo que no partiese de ahí sería, obra de y para minorías privilegiadas. Por eso, si el socialismo es un arma dirigida contra la estructura ideológica del viejo régimen, es un arma ilimitada de clase, con raíces en el pueblo. Adecos y copeyanos, todos pensaron que el progreso tenía que venir de afuera. Confundían la decadencia de las clases representadas en Miraflores con la decadencia del pueblo. Y miraban más allá de nuestras fronteras, muy particularmente a Estados Unidos de Norteamérica. De ahí una indiscutible desconfianza del oposicionismo hacia los valores del nuevo régimen.
La conmoción revolucionaria que experimenta Venezuela durante estos años es también una revolución de las conciencias. Las mayores posibilidades de difusión oral y escrita del pensamiento, la incesante problemática de la vida política y social, dan lugar a la cristalización de diversas corrientes. La idea de Venezuela va indisolublemente unida a la idea de la Revolución Bolivariana. No hay derecho para alegar escrúpulos constitucionales. Las revoluciones se hacen o no se hacen de ningún modo. Los parlamentos sirven para consagrarlas, más no para hacerlas.
Los acontecimientos que sucedieron a partir del 4 de febrero de 1992 no fueron de naturaleza apropiada a estimular el desarrollo y la circulación de las ideas. Sin embargo, las fuerzas nuevas que germinaban en el seno del pueblo venezolano se manifestarían bien pronto a través de múltiples exponentes intelectuales. Sin embargo, ese final del siglo XX será testigo del esfuerzo creador de poderosas individualidades, representantes de sectores fundamentales del país y difusores de ideas llamadas a desempeñar un papel de primer orden en nuestra historia contemporánea.
No entra en nuestro propósito ni en nuestras posibilidades el trazado de un cuadro completo de aquella vida cotidiana de nuestro pueblo, sino que intentamos subrayar simplemente aquellas manifestaciones que han podido tener mayor influencia en la vida ulterior de Venezuela en el permanente esfuerzo por recobrar el ritmo de nuestro tiempo. Nos hemos retrasado en la evolución económica; entramos tarde y mal armados en la guerra civil de la competencia y sólo llevamos como remedio contra los desastres que nos amenazan la deficiencia y los vicios de nuestra educación técnica y social, la incapacidad notoria de nuestra burguesía y la supina ignorancia de nuestros antiguos gobernantes, más o menos habilidosos en la intriga política y muy expeditos de lengua, pero vacíos en ideas y nulos como administradores.
Aquellos políticos puntofijistas se constituyeron en castas, dividiéndose, hipócritas, en dos bandos igualmente dinásticos e igualmente estériles, sin otro móvil que tejer y destejer la jerga de sus provechos particulares en el telar burocrático. No hicieron nada fecundo; no crearon una Nación, no remediaron la esterilidad de los llanos venezolanos y otras regiones del país; no suavizaron el malestar y la miseria del pueblo. Fomentaron el analfabetismo antes que las escuelas, las pompas regias de la grande y pequeña burguesía antes que las necesidades de una grande y pequeña industria.
Todo ello unido a aquello de:
Aquí no mandan las necesidades del pueblo, sino el bendito Rómulo Betancourt y Rafael Caldera, que, a nuestro parecer, están en el Cielo, sentados a la diestra de Dios Padre…
Desgraciadamente todavía existen los medios de comunicación comerciales que explotan y manipulan las tristezas de la vida del pueblo y le colocan en tal situación, que hace dudar si sería más conveniente dejarlo en la ignorancia más completa, que abrirle los ojos a la luz de tan extraviadas enseñanzas. Pero ¿Qué otra cosa es el socialismo más que una liberación?
El socialismo es una institución salvadora del pueblo trabajador… El socialismo es una ideología salvadora en la que cada despojado, cada injuriado, cada víctima de la injusticia social, hallará, no el apoyo compasivo sino solidaridad positiva, verdadero compañerismo, fuerza necesaria para su satisfacción y justificación.
“Y así, sin dar parte a persona alguna de su intención, y sin que nadie le viese, una mañana antes del día se armó de todas sus armas, subió sobre su Rocinante… y por la puerta falsa de un corral salió al campo con grandísimo contento y alborozo de ver con cuanta facilidad había dado principio a su buen deseo”.
Y… Seguimos con la misma Venezuela, burguesa consumista y rojo-rojitos corruptos; la economía, la salud y la educación están en poder de las mismas mafias de siempre… Pero, seguimos hablando de socialismo.
¡Yanquis Go Home!
¡Libertad para los cinco héroes de la Humanidad!
manueltaibo1936@gmail.com