No siempre es recomendable que las cosas continúen como van. Necesario es cambiarlas o transformarlas. A tales fines, hay quienes usan herramientas de reingeniería de procesos, condimentadas con buena dosis de creatividad, para inventar, innovar y crear nuevas realidades y avanzar con celeridad ¡como si todo comenzara de cero! Muchas veces, tenemos que destruir para poder construir. No hay otra. Hay que olvidar el pasado y mirar hacia el futuro. Otras veces, necesario es mirar el retrovisor, aprender de los errores cometidos, así como de los aciertos y encontrar, en las enseñanzas de la historia vivida, las claves para continuar avanzando. Se requiere mantener la marcha de lo existente, e incluso, se debe profundizar, mejorar, ampliar o complementar lo que encontramos. Ahora bien, algo pasa entre nosotros que lo que no nos gusta o no comprendemos, aunque sea bueno, positivo, valioso, constructivo o aceptable, tenemos la tendencia a quererlo modificar para imprimirle nuestro propio sello. Suele pasar así, cuando nos identificamos plenamente con una ideología, un enfoque, una práctica, una doctrina, una filosofía o un punto de vista diferente. Le ponemos una camisa de fuerza a la amplitud y volvemos añicos la tolerancia. Asumimos una postura rígida, dogmática e intransigente. Nos colocamos gringolas.
Recientemente, se cumplieron los primeros 25 años de haberse creado la Dirección General de Planificación Universitaria (DGPU) de la Universidad del Zulia. Con motivo de este aniversario, fuimos convocados todos los que tuvimos la honrosa responsabilidad de dirigirla, para que expusiéramos nuestras experiencias. Me toco exponer el período 88-90. Comencé mi exposición con este pensamiento de nuestro siempre recordado Maestro, Dr. Carlos Matus: “Si el hombre, un gobierno o una institución renuncian a conducir y se dejan conducir, renuncian a arrastrar y son arrastrados, por los hechos, entonces renuncian a la principal libertad humana, que es intentar decidir por nosotros y para nosotros a donde queremos llegar y cómo luchar para alcanzar esos objetivos. La planificación, es así una herramienta de las luchas permanentes que tiene el hombre desde los albores de la humanidad por conquistar grados crecientes de libertad”. Con ello ratificaba, una vez más, la necesidad y la importancia de la aplicación del enfoque estratégico situacional en el medio universitario, como fue propuesto en noviembre de 1990, en las III Jornadas Nacionales de Planificación de la Educación Superior, bajo el título: “Hacia un Plan de Desarrollo Estratégico de la Planificación Universitaria”, documento que constituyó junto a “Planificación Participativa por Problemas”, soporte fundamental para el diseño de los planes universitarios que asesoramos a través de los Núcleos de Autoridades Universitarias, adscritos al Consejo Nacional de Universidades. Proceso al que, lamentablemente, no le dimos continuidad. Como tampoco se le dio continuidad a la vinculación que en aquella época tuvimos con el Consejo Zuliano de Planificación (CONZUPLAN), para el diseño del V Plan de Desarrollo Regional. Como tampoco lo hicimos con lo recomendado en el documento “Hacia un Plan de Desarrollo Estratégico Institucional” de LUZ. Por ello, sentimos en el alma y con dolor, la frase final con la que culminó su exposición, el apreciado economista y profesor universitario, Emilio Moreno Peinado, “¡Qué lástima! : hoy estamos iguales o peor que hace 10 años” ¿De quién será la culpa? ¿Será de la vaca?