Tengo una completa iconografía de los sucesos de 11-12-13 de Abril del 2002 y cada vez que puedo se la enseño a mis hijos con el único fin de que jamás olviden la traición a la patria protagonozada por un grupo de hombres y mujeres (militares y civiles) llenos de odios y de la más abyecta ambición de poder y de dinero. Hombres y mujeres apátridas que en tan solo tres días demostraron su desverguenza al mundo para vender la patria donde nacieron, al imperio yanqui. Hombres y mujeres de sordidos sentimientos hacia los pobres a los que trataron de desaparecer en eso aciagos días.
Les digo a mis hijos, que no borren de sus memorias las fotos que contienen ese albun. Que, le cuenten a mis nietos lo sucedido, para que ellos tampoco olviden la infamia cometida por aquel grupo de personas que quisieron poner todas las riquezas de la patria al servicio del imperio más criminal en la historia de la humanidad. Pero sobre todo en estos días en que les recordamos a esos canallas el crimen cometido contra nosotros, les digo a mis hijos que tenemos que pedir que se haga justicia. Que no es posible que después de diez años la mayoría de esos criminales sigan libres tratando de volver a cometer la misma traición.
Solo en Venezuela pueden suceder estas cosas: los delincuentes libres y los inocentes presos. Ellos, siguen tan campantes jodiendonos las vidas en la AN, en las gobernaciones y alcaldías. Ellos, (aunque lo nieguen cien veces) están cargando de nuevo sus armas en alianza con nuestros enemigos externos para lanzar muy pronto su última aventura golpista. Los medios de comunicación de nuevo serán los que lleven la batuta en el nuevo push fascista. Todo esto sucederá gracias a la pendejada cometida por el presidente crucifijo en mano. Sabiendo él, que la religión y la política son como el aceite y el vinagre. El corazón y los sentimientos del camarada presidente, nos hicieron una mala jugada y la estamos pagando bien cara.
Les digo a mis hijos que debemos tener buen corazón con nuestro prójimo, pero con los enemigos de la patria solo debemos aplicar la fuerza de la justicia y de las leyes. Que en esto debemos de ser intransigentes, pues los enemigos de la patria, son nuestros enemigos, y todo aquel que atente contra ella debe de ir preso sin ninguna contemplación. Cada vez que veo junto a mis hijos lo del Puente de Llaguno y el descarado montaje hecho por Venevisión para cambiar los hechos de ese día, me invade una rabia tan grande que lo que me provoca es ir hasta ese canal y darle unos coñazos a todos los periodistas que se prestaron para esa canallada. Ahora usted los ve muy orondos diciendo que Venevsión es un canal imparcial y objetivo, hasta tienen los cojones de tener un noticiero al que llaman "EL imparcial". Ese canal es un tanque lleno de mierda, todo en el huele fétido, es dañino y no hace otra cosa que conspirar junto a esa otra cloaca llamada Globovisión.
Los vientos de Abril soplaron muy fuerte a favor del pueblo y de nuestro presidente, pero no se llevó a los que causaron los muertos de aquel día. A los que planearon y ejecutaron aquel tenebroso golpe de estado. A los medios de comunicación privados que fueron los que alentaron aquella masacre. A todos los que firmaron el decreto del breve dictador. A los traidores que estaban y a los que aún están dentro del gobierno.
Si, -les digo a mis hijos- han pasado diez años desde el secuestro de Chávez, y todos los anteriormente nombrados, aquel viento revolucionario de Abril, no se los pudo llevar, gracias a un hombre que no quiso completar la obra más hermosa que un pueblo jamás haya acometido: rescatar a su presidente de las manos de los militares traidores que lo querían asesinar. Espero, -les digo- que el comandante presidente haya aprendido la lección y que en caso de que esta gente se les ocurra de nuevo atentar contra la patria, no vuelva con un crucifijo pidiendo perdón, si no con la espada de Bolívar en mano les haga pagar bien cara su alta traición. Si no lo hace, el pueblo que ha sufrido tanto y ha aguantado tanto por amor y lealtad a él, escogerá otro camino.
Si hijos míos, no se puede tropezar dos veces con la misma piedra y levantarse de la misma forma.
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