En un hecho: mientras más se aproximen las elecciones presidenciales, más agudas se harán las contradicciones y por tanto, más claramente diferenciados quedarán las opciones entre las que el país elegirá lo que quiere para su futuro. Y ese vaso de contradicciones se está rebosando por la derecha, debido a la inocultable confluencia de realidades como la preferencia electoral que mantiene el electorado en apoyo del Presidente Chávez, a la falta de arraigo popular de los representantes opositores, a las manifestaciones de intolerancia en general que se expresan con inusitada crudeza en las agresiones a ya demasiados periodistas del Sistema Nacional de Medios Públicos en las concentraciones opositoras, a la inocultable hipocresía de algunas “propuestas” de la oposición -¿sí las misiones son tan buenas como ahora dicen, porqué votar en contra del Presidente Chávez?- y a los actos de sinceridad en los que han incurrido algunos de sus voceros y simpatizantes al dejar ver su verdadero rostro en el desprecio tanto hacia quienes legítima y eufóricamente vivimos el sentimiento patrio de un indiscutible triunfo deportivo como por el desarraigo hacia sus propias raíces al punto de “irse demasiado”, por citar sólo dos ejemplos.
Lo expuesto y mucho, mucho más, mantiene preocupado a buena parte del sector opositor, lo que en base a la experiencia permite prever una mayor agudización de las contradicciones y que éstas se expresen en forma conflictiva. Ataques internacionales inescrupulosos por parte de asesores sin solvencia moral (algunos hasta expresidentes de países hermanos), uso de redes sociales informáticas con fines desestabilizadores, difusión irresponsable de denuncias infundadas a través de medios privados… no debe tomarnos desprevenidos que algunos apuesten nuevamente por medidas desesperadas, por pescar en rio revuelto y más allá, por patear la mesa y jugar al caos. Su agenda ya la conocemos, no sería la primera vez que a ella recurran. No ejercer acciones concretas y tomar las medidas de rigor sería una gran torpeza, por decir lo menos.