Más de una vez vimos a través de la historia que partidos políticos y organizaciones surgidos del movimiento popular sufrieron luego una degeneración total. El fracaso de la social democracia alemana y austriaca de Kautsky fue también el fracaso de todas las concepciones políticas reformistas; es cierto que siguieron afirmando hasta el infinito que tenían esperanzas de un “futuro mejor”, en una regeneración de la “democracia”, etcétera. Sucedió en España, con el PSOE de Pablo Iglesias; en Francia los de Jean Jaurés; en Italia, los de Giuseppe Saragat; Venezuela, con Acción Democrática de Rómulo Betancourt; en Perú, con el APRA de Haya de la Torre; en México, con el PRI; el partido socialista de Lage y Bachelet en Chile, etcétera. La traición, la corrupción y el narcotráfico enquistado en sus filas paralizaron el desarrollo social.
La socialdemocracia, que tendría que haber favorecido a las clases necesitadas a superarse, ayudaron a la oligarquía; estos partidos defendieron de hecho al capital usurpador, vendiendo a los pueblos, destrozándolos y empobreciéndolos. El verdadero carácter de la socialdemocracia, partidos cuya política se basó y se basa en la explotación imperialista de los países atrasados, se refleja más claramente en el hecho de que nunca tuvo influencia en los países de origen colonial.
Nadie espera que los partidos “socialdemócratas” apliquen una política internacionalista y ellos mismos nunca prometieron más que “la defensa de la patria”. Los socialdemócratas y ex-comunistas de Alemania, Francia, Italia y España fueron unos derrotistas platónicos, pero en todos los lugares en que la burguesía continúe alimentando a la burocracia laboral los socialdemócratas y los “ex-comunistas” estarán completamente del lado del capitalismo.
A comienzos de la primera guerra mundial fue asesinado Jean Jaurés y cuando la guerra terminó mataron a Rosa Luxemburgo y a Karl Liebknecht. El asesinato del líder del Partido Socialista francés no fue un obstáculo para que los demás dirigentes entraran al gobierno de la guerra imperialista. En Alemania, el gobierno socialdemócrata tuvo una participación directa en el asesinato de los dos grandes revolucionarios; se encargaron de la matanza los oficiales militares contrarrevolucionarios. En Francia el ejecutor directo del asesinato fue un oscuro chovinista pequeñoburgués.
El origen de la fuerza de los partidos “social-demócratas”, o más exactamente social-imperialistas, radica en la protección de la oligarquía, que a través del parlamento, el ejército, la policía y la prensa protege y defiende a la socialdemocracia contra todo tipo de movimiento revolucionario, incluso contra la critica revolucionaria. A causa de la agudización de las contradicciones nacionales e internacionales, se revelará de manera todavía más abierta y cínica esta ligazón orgánica entre los partidos “social-demócratas” y el imperialismo. Por eso nunca se concretaron las expectativas de una revolución; la economía socialista hubiera producido desde el comienzo todo lo necesario para satisfacer las necesidades de los pueblos.
Paralelamente, se dio también un cambio en la base social de los partidos “comunistas”. Luego de aplastar implacablemente a sus semiesclavos, el capitalismo se ve obligado a mantener una minúscula capa aristocrática, lamentable, patética, pero aristocracia al fin, en medio de la pobreza general. En estos últimos años la socialdemocracia se había convertido en el partido de esta “aristocracia” laboral y del sector de la izquierda “trasnochada” de la pequeña burguesía, especialmente de los empleados de oficina. Los burgueses, abogados, periodistas, profesores, etcétera, que se adaptaban a las características del capitalismo y explotaban a las organizaciones populares para hacer carrera, encontraron en ese “tipo de socialismo” la mejor ideología posible.
La burocracia laboral de los países europeos y latinoamericanos temía, consciente o inconscientemente, echar a rodar un movimiento que podría haber socavado los fundamentos de su propia prosperidad en los centros metropolitanos.
Estos partidos “socialdemócratas” que nacen con demagogia revolucionaria, pero con planteamientos reformistas, en el fondo protegen la propiedad capitalista, defienden sus intereses como los perros más fieles.
La lucha revolucionaria contra el capitalismo exige coraje, audacia y espíritu de sacrificio. ¿De donde van a sacar estas cualidades los héroes de la palabra de la pequeña burguesía? Por otra parte, su adaptación al imperialismo “democrático” les permite hacer placidas y agradables carreras a costa de los pueblos. La mejor manera que tienen de ocultarnos esta adaptación la da la consigna “defensa de la democracia”, es decir la amistad con la burguesía. Esto les da la oportunidad de publicar periódicos sin lectores, organizar pomposos congresos y toda clase de publicidad. Esta corporación de “profesionales” de la amistad con el imperialismo, de falsos “socialistas” y “comunistas”, que tras sus ruidosos clamores contra el imperialismo ocultan su parasitismo social y su obsecuencia hacia el capitalismo y la oligarquía, se convirtieron en una verdadera plaga del movimiento revolucionario de los países europeos y latinoamericanos.
Para el Comandante Chávez, democracia socialista significa el deseo de un país que era semi-colonial de escapar a la dependencia; de darles tierra a los campesinos y los indios, de elevar el nivel cultural y técnico del pueblo, acompañado con un programa de gratuidad de la salud y la educación para todos; subsidio para la vivienda a bajos intereses; eliminación de los créditos indexados y cuota balón, la total eliminación de los desahucios, y a los más pobres vivienda gratuita. En otras palabras, los problemas democráticos son de carácter progresivo y revolucionario.
Los pequeños rateros de la política creen que los problemas sociales se pueden resolver con charlatanería barata, con astucia, intrigas ocultas o engañando a la gente. Esos rateros al servicio del imperialismo, pululan en las filas del oposicionismo, sin embargo, el pueblo conoce la verdad y podrá resolver sus problemas sociales. Sólo unos lamentables charlatanes o los bandidos fascistas pueden hablar del irresistible llamado del imperialismo y entregarles nuestros recursos naturales y poner en sus manos nuestras vidas y las de nuestras familias; nosotros no tenemos la menor intención de dejarnos esclavizar por el imperialismo y la burguesía, porque somos dueños de nuestra Patria y responsables de la estabilidad de nuestras familias.
Cada uno de estos grupos burgueses cuarto republicanos que sobreviven, se mantiene por la fuerza de su inercia y por los dólares que les sirve la CIA, y no por el vigor de sus ideas. La única organización que se mantiene con un pasado revolucionario más serio, el PCV, hasta la fecha se mostró incapaz de revisar valientemente su política centrista, que fue una de las razones principales del colapso, del divisionismo ocurrido en sus filas.
Camaradas, los revolucionarios Bolivarianos no somos unos politiqueros cómo los socialdemócratas y socialcristianos. (PSOE y PP) No en vano la reacción imperialista nos persigue furiosamente. No ambicionamos solamente tener más seguidores, pero seguidores con conciencia, más diputados, más medios de comunicación oral y escritos. Ya que nuestro objetivo es la total liberación material del pueblo excluido.
Nuestra consigna: Sí la Revolución nos toma por entero; pero en compensación nos da la mayor de las felicidades, la conciencia de participar en la construcción de un futuro mejor y de no vivir en vano.
¡Pa’lante Comandante, estamos contigo! Lucharemos, Viviremos y Venceremos.
Hasta la victoria siempre y Patria socialista.
manueltaibo1936@gmail.com