Opinión en torno a PDVSA i Carta a Luis Giusti uno de los más importantes depredadores de la empresa


Cuando hasta hace un año, mantuve mi página WEB titulada ESCALIO, inscrita en Yupi (figuraba en Literatura i en Escritores) i en Auyantepuy, con examen i aprobación por los mismos servidores, publiqué en una ocasión cuando, empezaron los problemas en PDVSA (un Vaticano o Estado dentro del Estado) una carta a Luis Giusti, mi antiguo alumno gris en el Colegio Gonzaga i uno de los más terribles, ambiciosos i cínicos personajes de esa deplorable comparsa de pirañas del erario i del dinero de todos los venezolanos, sin esconder la pretensión que tenía de llegar a la Presidencia de la República, pese a ser analfabeto cultural lo supongo. Si reunimos a todos los ladrones i rateros que hai en las cárceles de Venezuela, creo que la cifra de lo robado, no alcanzaría ni un 10% de todo el dinero sustraído a la nación, por alguno de los peces gordos que han pasado por esa empresa petrolera, desde la falsa nacionalización hasta que llegó el gobierno del presidente Chávez; conocí personajes insignificantes i casi desconocidos que, utilizaban para sus viajes los aviones de PDVSA i regalaban botellas de champaña de La Viuda, edición especial, como si fueras botellones de coca cola. Ahora, hombres como este Luis, además de tener todo de gratis, recibían sueldos mensuales de casi tres docenas de millones de bolívares, i el gris alumno gonzaga, con nueve años allí, se jubiló, según dijo la prensa (entre ellas EL NACIONAL), con más de mil millones de prestaciones. Por eso, cuando los graves problemas políticos, le escribí esta carta que sólo pude publicar en mi página WEB, pues los “cercos” aislante de estos “meritócratas” no permiten acceso a la plebe. He aquí, la carta.

Filosofía i Política

CARTA A LUIS GIUSTI

“Sólo los méritos pequeños.
son partidarios de la mentira
que los favorece”
Stendhal

Esta es una misiva para un destinatario, identificado con nombre i apellido, pues no me amparo ni en anonimatos ni en eufemismos, para expresar claramente mi pensamiento, porque a quien me dirijo, le conocí desde joven, así como conozco también la familia Giusti, de antaño, en Maracaibo; pero en realidad es, para otros muchos destinatarios, con pasiones, apetencias o idiosincrasias similares, que los hace entes de un mismo conjunto matemático que, como ingenieros una gran mayoría, saben como puede crearse con unos pocos o muchos objetos semejantes, por alguna cualidad común.

Le conocí como alumno del bachillerato en el Colegio Gonzaga, pero no lo recordaba como recuerdo a compañeros brillantes por su talento i dedicación al estudio, (tres de ellos extraordinarios médicos venezolanos, por lo cual me enorgullezco de haber contribuido en algo a su formación) quienes me revivieron la imagen de Luis Giusti, evocando entonces, su fenotipo de catirito flacucho, con ojos claros i un mechón en la frente, poco atlético aunque alto, que me hicieron recordar a los hermanos Giusti, ciclistas, basquebolistas i deportistas aficionados a otras varias disciplinas, con sus caras largas i poca bola de Bichat, o alguno de ellos que fue mi buen amigo por un tiempo atrás i, viví su tragedia de hogar, vulnerado por discordias maritales i la muerte trágica de una esposa. Por años perdí toda pista o conocimiento de ese apellido i del opaco alumno Luis; solamente supe que había escogido la carrera universitaria de ingeniero, aunque no supe de la especialidad. Con los años, de pronto, el apellido apareció en la prensa i fundamentalmente en PDVSA, empresa que, aunque el grueso de su trabajo es en el Zulia, era una especie de Vaticano, un Estado dentro del Estado que, desconocida su esencia en esta lejana provincia, se decía nació como una Trinidad de las principales empresa trasnacionales que se fundieron, en una confusa, misteriosa i compleja nacionalización, ejecutada por el hombre que más daño ha hecho a Venezuela, en toda su historia, i le sigue haciendo: el bachiller Carlos Andrés Pérez. Allí fue el gran negocio de este analfabeto cultural lleno de vanidad, odio i bajos instintos, que le permite todavía vivir como multimillonario en el exterior, financiando agresiones para su supuesta patria. Pues, bien, con esos respaldos, parece que durante muchos años el alumno opaco i el ingeniero que nunca vimos destacarse en nada, se hizo “meritocrático”, en la empresa de todos los venezolanos, en la cual llegó hasta la Presidencia i, después de años con sueldos millonarios, fueron invirtiendo el producto o ganancia en dólares, a punto de llegar a recibir cuatro veces la empresa, lo que aportaba a fisco nacional. Cuando se jubiló, según se expuso públicamente, sus prestaciones pasaron de los mil millones. La riqueza i la vanidad, le han llevado a pensar alcanzar la Presidencia de la República, pero como estimo que, íntimamente sabe que no tiene capacidad para ello, lo que ha resuelto es comandar absolutamente a PDVSA, privatizándola, en complicidad con muchos de la llamada estúpidamente meritocracia, i con eternos competidores al cargo, como son Quiróz Corradi, Calderón Berti (que ya habían sido presidentes) o un audaz que se autocalifica como experto petrolero, Montiel Ortega, quien, para darnos a ver que era universitario, cuando fue candidato presidencial, en los tiempos ya avanzados de la informática i adelantos afines, sacaba la regla de cálculo de los ingenieros, de hace más de medio siglo atrás, que solamente se les consigue ahora en los museos.

Así, a veces, sacando las “pastorales” de casi una página de los periódicos, escritas por Quiróz Corradi, de vez en cuando leímos un artículo de Luis Guisti, con el propósito claro para sus intereses, pero notándose su mala sintaxis o la ayuda de otro para redactar, porque sospecho que, debe estar podrido en dinero pero, casi en la ruina intelectualmente. Fuera de sus conocimientos de ingeniería i sus artimañas para ganancia, negocios compromisos, no debe poseer un gran acervo cultural. Esos artículos los leí al principio por curiosidad, pero llegó el momento de convencerme que no se puede malgastar el tiempo, cuando hai tanta maravilla cultural por leer.

Sin embargo, es indudable que, después del disimulado respaldo del imperialismo (dispuesto siempre a intervenir donde hai petróleo) i del otro respaldo económico de quien ya es casi dueño de media Venezuela (encolerizó el cognomento de Bolivariana, pero se iba a llamar Cisnerolandia), el comandante en sombra, de los dictadores de PDVSA, es el alumno opaco Luis; corrijo, brillante de dinero que, al morirse de llevará al cielo (con Tarjetas Doradas Celestiales) i que, tal como lo sospecho, no debe conocer ni amar la historia patria, prefiere convertir a Venezuela en una estrella más de una bandera. I esto lo expreso porque, la vida es breve, i para ricos o pobres, el día tiene 24 horas i el año unos 365 días, i el estar pendiente solamente de la riqueza, de viajar sin culturizarse, de vivir en fiestas i placeres, de negocios i pactos secretos, etc., no le queda tiempo alguno ni para leer un libro completo. La cultura no se improvisa; es un edificio intelectual i conceptual, que se inicia desde que aprendemos a leer i nada nos entra por ósmosis, sino por estudio i, la mayoría de los políticos i de los hombres de dinero, adquieren un título para poner unas siglas antes del nombre, pero al salir de la Universidad, no vuelven al estudio jamás, como lo demuestra lo mal que conocen el idioma materno. Por eso menosprecian el talento, pero cuando lo tienen –con honrosas excepciones- es para lo que decía el Libertador: “el talento sin probidad, es un azote”. Otros creen que, por hablar inglés u otro idioma, ya son cultos. Otro idioma habla cualquiera persona que tenga oportunidad de vivir en otro país, como lo vemos en el caso de los jugadores de Grandes Ligas o cualquier lavador de platos o barredor de pisos. El talento se demuestra con las ideas; el filósofo Jhon Locke decía que, pensar i tener ideas es la misma cosa, pero la idea es creativa en lo material, en lo científico, pero quizá lo es más en lo inmaterial, en lo poético o en lo artístico i literario. Por ello una de las cosas que más molesta, es la llamada meritocracia, un término que se refiere al mérito, que en otros idiomas es habilidad i que de ninguna manera es “tiempo de permanencia en algo”. Si fuese así, permanecer en la vida por 80 ó 90 años, sin saber leer, debería ser un mérito i al mismo tiempo, por “ósmosis”, un aprendizaje que nos hiciese sabios. Pensando así, resulta el popular adagio de que todos los viejos serían sabios, condición que estimo no existe como lo he explicado muchas veces. Por ello, aprovecho esta misiva, para referirme al mérito i por consiguiente a ese invento de la “méritocracia”. Volviendo entonces, al trato directo de una carta i no a las consideraciones generales que he hecho tangencialmente, creo Ingeniero Luis, que te llaman doctor, como a muchos colegas médicos, abogados, licenciados, etc., que usurpan este título sin poseerlo i sin saber el significado de la palabra, le voi a referir lo que es el mérito, una de cuyas consideraciones, es la de Stendhal (que no sé si sabe quien es) puesta de epígrafe en esta carta no mui común.

El mérito implica saber que significa el verbo merecer. Merecer una cosa, dice Lalande, bien sea salario, felicidad, buen éxito o recompensa -en lo positivo- también pude ser en lo inverso, censura, fracaso, castigo, todo respecto a la manera de haber obrado. Los méritos ni son hereditarios ni son comprados i, naturalmente tener una cosa merecida, es tener algo considerado como justo. El merecer está íntimamente ligado a lo justo, lo diáfano, lo bueno i bello. Por eso, el mérito tiene dos acepciones, como lo tiene el término éxito o la palabra crisis. Existe una crisis negativa (que en lo que se cree comúnmente) pero hai también una crisis positiva. Fíjate, ingeniero, lo que puede aportar el conocimiento de la filosofía i el conocimiento del lenguaje. La acepción positiva de mérito, entonces, tiene valor moral o ético (no sé si sabes la diferencia entre lo moral i lo ético) i para participar de ese valor (la mayoría ignora también qué son los valores) se requiere un inmenso esfuerzo tesonero i virtuoso, que es una tendencia a la perfectibilidad, pero consciente de que la perfección, no existe. Ni siquiera sirve como argumento para demostrar la existencia de Dios, i eso sería largo de explicártelo. Este sentido del mérito es el más aceptable, ya que otro es de tipo, teológico, basado en una vida moral de santidad que…creo que tampoco existe. Los autores que han tratado estas cosas expresan, que toda confusión proviene de dificultades verbales i sofismas, que no distinguen claramente el esfuerzo del bien, no para quien obra solamente, sino para sus semejantes. Este razonamiento, ingeniero Luis, apenas tiene un barniz de filosofía, pero creo que profundizarle más, es lograr que usted no me entienda nada, ni sus compañeros de PDVSA, que se llenan la boca con ese término de méritocracia i no saben ni su significado. Toda palabra o término tiene un sentido i un significado. Usar solamente el sentido, la manera de presentar, sin saber el significado, es lo que yo llamo deshonestidad intelectual: hablar o predicar, de lo que no se sabe.

Por la realidad presente, ahora por primera vez al descubierto, cuando el gobierno dijo abracadabra, frente a las puertas de PDVSA, lo que menos ha mostrado a todos los accionistas del pueblo venezolano es que, sus sueldos, sus privilegios, sus actitudes antipatrióticas, nada tienen de meritorios. Cuando les comparamos con otros países productores, la comparación los acusa de tal manera que no encontrando asidero legal, constitucional, pero sobre todo ético, lo que tratan de propiciar es un golpe de estado o una desestabilización total de la sociedad civilizada, que acaba por borrar el porcentaje de méritos que podrían exhibir, por el tiempo de enquistamiento en la empresa. Sea, por lo menos esta vez, discretamente justo i leal con un país que usted no siente o ama como patria. Posiblemente sus genes extranjeros, predominan, aunque le digo con conocimiento profundo de este sentir, la mejor, noble i creativa inmigración que ha fortalecido a Venezuela, es la italiana i que yo conozco casi íntegramente a ese país cuna del arte universal, i le amo tanto como a España, Bélgica o Francia, que son los que más conozco i admiro. A un amigo desorientado, le comentaba esta frase de Leonardo D'Vinci, el artista más universal del planeta: “Solamente se conoce bien, la cosa amada”.Usted, amigo Giusti, permítame que por una vez le llame así, no se si tendré que recordarle que está entre la frase lógica de Sócrates, “todos los hombres son mortales”. La decisión de sus ancestros, que encontraron en esta tierra de gracia, su hogar i echaron raíces en sus hijos i nietos, se morirá como todos pese a los miles de millones de dólares que posea en los bancos i en sus bienes, e igual le pasará a sus descendientes, pero vea que gran tesoro se llevó a la inmortalidad de la postergación del olvido, Simón Bolívar, que de rico mantuano, murió prácticamente en la miseria pero ascendió a la gloria de la posteridad, porque la otra inmortalidad, en la que usted tal vez, cree, no existe i si existiese, allí no le servirán sus riquezas. Platón decía que, no es pobre el que poco tiene, sino el que ambiciona mucho. ¿Hasta cuando ambiciona dinero Luis Giusti? ¿Aunque tenga que arruinar i vejar a la patria buena que escogieron sus antecesores? ¿Cree Luis Giusti que los otros venezolanos no merecen surgir i ser felices, como usted ha disfrutado en exceso?

Podría referirme a muchos otros excesos i ambiciones de mi antiguo alumno opaco, pero ya esta carta compite en largo con lo que escribe Quiróz Corradi. He querido, más que señalarle que su obra no tiene el mérito que supone, llegar a su conciencia, tocar su corazón, estremecer su pensamiento racional, pedirle por la felicidad i la paz de Venezuela. Esto lo he hecho con otros personeros i, empiezo a creer, que nos falta mucho por escudriñar científicamente el cerebro humano, para saber si en todos, existe algún centro o un paraje del mismo, donde radica la conciencia, pues por la obra i los méritos, parece que no en todos hai conciencia del mundo i de la vida.

I, al final, le inserto la frase de mi maestro a distancia Bertrand Russell, que signó mi vida: “La buena vida es la inspirada por el amor y guiada por el conocimiento” o la de mi dios, el Libertador, que afirma: “La justicia, es la reina de las virtudes republicanas”.


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Roberto Jiménez Maggiolo


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