Políticos de azúcar

La época de invierno sigue siendo signo de mal presagio para Maracaibo, el Zulia y cualquier otra parte del país.

Para algunos pobladores como los del Sur del Lago, pese a beneficiarse con la lluvia dada su condición agrícola y pecuaria, la cercanía a los ríos los convierte en seres damnificados cuando se precipitan esos torrenciales aguaceros que rompen con todos los pronósticos de los organismos meteorológicos.

Y para otros, como los que residen en las márgenes de las cañadas que surcan Maracaibo, la situación es similar tomando en cuenta que las aguas de estos canales arrasan con sus enseres y viviendas.

Tal situación, que generalmente desencadena en una emergencia nacional, desata grandes controversias cuando ya sólo hay que rescatar a los damnificados y, en los peores casos, recoger a los cadáveres.

De un lado, la gente reclama indemnización y argumenta que invade por carecer de techo propio y, en la esquina contraria, las autoridades rebasados por esa anarquía de muchos años que permitió el crecimiento desordenado de la ciudad, canalizan las cañadas y desagües, y hacen llamados desesperados para que la gente no las obstruya con basura porque, precisamente, eso es lo que las hace remontar al interior de sus casas y dejarlos en la calle, a merced de los recursos con que cuenten las autoridades pertinentes obligados a rescatarlos y dignificarlos.

Pero leyendo los medios de comunicación que, basados en los informes meteorológicos, pronostican más lluvias y viendo con mucha frecuencia esa amenaza latente que se cierne sobre la ciudad, cuando el cielo se nubla repentinamente, me llevaron a reflexionar sobre un hecho que no leí en los periódicos, ni escuché en la radio ni vi en la televisión.

Quizás alguien lo dijo y no me di cuenta, pero en todo caso sí se registró el comentario, no hubo el escándalo que habitualmente hacen cuando esas publicaciones se apoderan de los medios.

Y es que aludo a los políticos, a esos mismos que cuando están en campaña electoral salen hasta en la sopa, llegan a los barrios y le prometen a la gente humilde villas y castillos, para que les den el voto.

Sé de sobra que ese tipo de políticos nunca han hecho nada por las comunidades, pero anteriormente siquiera, armaban un alharaca en la prensa y hacían creer a la opinión pública que luchaban a brazo partido a favor de las comunidades.

Pero hasta eso se ha terminado, por lo menos en Maracaibo. La actitud de los políticos actualmente es increíble. La gente muere ahogada en las cañadas y ni siquiera tienen la cortesía de regresar y solidarizarse con el dolor de estas familias.

Demuestran que son unos cobardes, no tienen el coraje de asumir las palabras que empeñan frente a las comunidades cuando necesitan de ellas, y son incapaces de regresar en los momentos más dolorosos para la gente como lo es la pérdida de un ser, que en todo caso no resolvería nada, pero la gente termina solidarizándose y apoyando a las personas valientes que; para bien o para mal, tienen el valor de dar la cara.

En los recientes aguaceros que cayeron sobre la ciudad, la actitud de estos políticos llegó al colmo. No se vieron por ningún lado, pareciera que fueran de azúcar y tuvieran miedo de derretirse con cuatro gotas de esas que la gente humilde recibe a cántaros año tras año, precisamente, por apoyar a dirigentes de esa calaña, que para desgracia de todos, siguen camuflados y enquistados en el país.

Me gustaría decir nombres, pero creo que no vale la pena. La gente que vive en carne propia las inclemencias de las lluvias, sabe quienes estuvieron o no en esas emergencias, y creo que también sabe que ya llegó la hora de cobrarles y muy pronto, no olviden que hay elecciones a la vuelta de la esquina.


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Alberto Morán


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