Recientemente, he leído un importante i buen artículo de Martín Guédez sobre la Comuna de París. Es un ejemplo i una lección de la historia que debe tenerse mui presente, estudiarlo i reflexionarlo, puesto que enseña las debilidades de quienes se desempeñan en la política, olvidando la historia, la filosofía i el comportamiento ético de los hombres que, como entes biológicos son gregarios; pero una sociedad no es simplemente una reunión de seres humanos, sino algo mucho más complejo, tanto desde la sociología i la psicología, como en lo antropológico i político. Una de las cosas que me preocupa es cómo se habla de temas sumamente importantes i transcendentes, con tanta superficialidad, como en el presente los que se refieren al socialismo, lo cual me recuerda la simpleza i estupidez de un copeyano hace años, a quien pregunté por qué él era social cristiano; que me explicara su ideología i me respondió así; ─soi socialcristiano, primero porque vivo en sociedad i, cristiano, porque creo en Cristo. No tuvo nada más que agregar. Además, era o es, abogado.
En varios de mis artículos, me he referido a la Comuna de París i la explicaba, entre los ejemplos puestos, en mi cátedra de Filosofía de la Historia; pero jamás nadie se le ocurrió ni siquiera preguntarme algo sobre ello, ejemplo notable de cómo, para la gran mayoría, la historia es una narración del pasado i se acabó.
I entre mis amigos políticos de partido, me sucede lo que en la ciencia i en el arte. Como no soi i no he sido nunca miembro de un partido político (pese a que se ha tratado de conquistarme), ellos piensan que no soi político, porque solamente consideran así, al que pertenece a una organización, tiene un carnet i se desespera por un cargo público i llegar al poder; los que nos preocupamos por vocación i de todo corazón a honrar, defender i señalar los vicios que tienen los sistemas políticos, los partidos i los hombres (la mayoría veletas) i expresamos nuestras ideas por escritos, conferencias, opiniones, etc., no somos políticos. Por eso, en ocasiones, cuando coincidimos, nos utilizan o nos usan como jarrones chinos de decoración, para solicitarnos conferencias, participar en foros, escribir por prensa o dar entrevistas radiales o de televisión; pero si piensan que en ciertos momentos los pueden opacar, sobresalir más que ellos o poner en peligro la aspiración a un cargo, entonces lo apartan i se olvidan. Desde la Constituyente, hasta hoi, no se me permitido ni acercarme al Presidente. Así me ha sucedido también, como Filósofo de la Ciencia que, en los países avanzados es indispensable para los grandes equipos de investigación; pero en Venezuela no; o en arte, donde la improvisación es la regla, porque aparentemente arte es libertad extrema i no hai parámetros naturales, filosóficos ni estéticos. Cualquiera que no ha leído ni dos textos elementales de arte ni conoce más de cuatro museos, en su patria i en el mundo, ni el menor estudio, no solamente dirige arte, sino que es crítico de arte como han abundado en este país. Sucedía en la IV República, i sigue sucediendo hoi.
Empero, en esos predios no hace tanto daño; en la ciencia porque solitos se descubren cuando no tienen suficiente preparación i, en el arte, fuera de algunos fraudes o encumbramientos ficticios, los errores no repercuten sobre la estabilidad social i jurídica de los pueblos. Sin embargo, en la política, las consecuencias son negativas i en ocasiones pueden ser terribles, especialmente las deserciones, las traiciones i la indiferencia total por el pueblo i por la patria. Los Miquilena, o el “miquileísmo” como podría calificarse a las grandes traiciones políticas, están presentes, latentes i en formación. Creo que, en el futuro, en Maracaibo podría hablarse de “dimartinismo”.
El artículo de Martín Guédez que, recomiendo leer i releer, da una visión somera i casi completa de lo que fue ese acontecimiento del siglo XIX en París i por lo tanto no abundaré en detalles. Se había llegado, después de la derrota de los franceses por el ejército prusiano de Bismarck, de la traición del Mariscal Bazaine, de la indiferencia a los esfuerzos heroicos de Gambetta (el Dantón de 1870) por salvar el honor i la soberanía de la patria i la maldad, deshonestidad i sinvergüenzuras del presidente Adolfo Thiers, a una victoria alemana, onerosa pero radical, con la firma de un armisticio o rendición, firmado el 28 de enero de 1871, “por tres semanas”, para disimular lo que en verdad era rendición de fortificaciones, acuartelamiento de las tropas i entrega de las armas, cediendo además la Alsacia i Lorena, a cambio de mantenerse Thiers en la escena política como un pelele, lo mismo que el Mariscal Beszaine; se llamó a elecciones para la Asamblea Nacional i el presidente títere (rendido a los alemanes) se trasladó a Versalles (unos 56 kilómetros actualmente, pero en aquellos tiempo una gran distancia) con un detalle que olvidó Martín Guédez: Thiers, como viejo zorro i corrupto político, se llevó hacia Versalles el tesoro de Francia: todo el dinero del Banco Central, aunque abandonaros armas, fusiles, cañones, etc., que dio oportunidad al pueblo para rebelarse i comenzar lo que sería La Comuna de París. La práctica entrega de la patria por Bazaine i Thiers, le permitió, además, obtener una rebaja en los gastos de reparación de los daños de la guerra, firmando además, en Francfort un tratado definitivo de paz, en mayo de 1871. La humillación, llenó de odios i rencores a la Francia, mancillada por “sus hijos ilustres”. Emilio Zolá lo narra. París parecía una ciudad muerta i naturalmente, luego del colapso, vino la reacción de los comuneros que aprovecharon las armas abandonadas por su ejército, i tomaron por la fuerza a París. Se enfrentaban, pues, a sus enemigos tradicionales los alemanes; pero peor aún, a sus compatriotas traidores que no les importó nada la soberanía de la Patria. I es así, porque, en esa ocasión, los franceses tenían como luchar i vencer, pero los paralizaron internamente, tal como ocurrió al comienzo de la segunda guerra mundial, cuando Hitler, tomó de nuevo aquellos espacios fronterizos, apenas con cinco divisiones, mientras los franceses tenía detrás de la Línea Maginot, hasta 100 divisiones.
Guédez expone, entonces, cómo fueron los acontecimientos de la Comuna tal como fueron i ha recogido la historia, por lo que no quiero repetir; pero con mucho tino, va haciendo comparaciones con lo que ha sucedido en nuestros tiempos en Venezuela, advirtiéndonos de comienzo que “olvidar las lecciones de la historia, es casi un boleto seguro a la derrota” i el grito parisino de los comuneros, es algo para tener en cuenta en cualquier revolución así sea pacífica como esta revolución bolivariana, fundamentalmente de ideas. Aquellos comuneros cometieron muchos errores, obnubilados por la buena fe, el patriotismo, la moral i las reivindicaciones humanas de la clase obrera. Guédez las señala, pero quiero ampliar algo. El “gobierno comunal” que había tomado el edificio del Ayuntamiento, no consolidó líderes ni ideología i se dejó seducir por “la legalidad”. Olvidaron que legalidad, no es justicia; muchas veces se implanta la más terrible injusticia, con la legalidad. Mientras unos más preparados i claros como cita Guédez a Duval, Eudes, Brunel i otros, querían marchar hacia Versalles i asentar el golpe final al enemigo interno (en Cuba se fueron a Miami, pero en Venezuela quedaron en sus sitios arropándose o amparándose en una supuesta legalidad) en París no se hizo ese paso, sino que se comenzaron a emitir lo que siempre me ha parecido, los decretos bobos. Tenían un pueblo que no aceptaba la derrota prusiana, ni admitía al gobierno traidor i corrupto, i en vez de afirmar su justa soberanía, decretaban que el pueblo tenía derecho de ir a la Ópera; que el pueblo tenía derecho a pasear por el Bosque de Boulogne, que el pueblo tenía derecho a disfrutar de los muchos privilegios burgueses, etc.i esa línea ingenua, casi infantil, desoyendo a un intelectual como Moreau, hasta entregaron el Hotel de Ville (Ayuntamiento) i aceptaron elecciones. Otros e preguntaban ¿Qué significa la legalidad en tiempos de revolución? Sencillamente lo que pasó: darle tiempo i oportunidad al adversario, que para nada respetó derechos humanos, derechos civiles, o preceptos internacionales que existían. Cuando declararon legal la Comuna de París, fue el principio del fin. Le dieron las riendas al enemigo. I aquí esta una gran lección que debemos tener presente en la Venezuela de hoi i que podemos ejemplificar. El resultado, como dice Guédez en su artículo fue que “las consecuencia de los errores cometidos en la dirección de la Comuna, no sólo terminó con miles de vida y sueños de Francia, también lo hizo, lúgubre legado, con el movimiento obrero francés y en general con todo el movimiento obrero europeo”. Todo fue un desastre, i derrotada esa alborada de libertad i justicia, “el sistema judicial los sometía a durísimas condenas por cualquier nimiedad. En pocos años, los mejores líderes del movimiento obrero, estuvieron presos o muertos”. En Venezuela, los grandes golpistas, ya debían tener años en la cárcel pagando sus delitos.
Para esa derrota de la comuna, aplastada por Thiers con su ejército, tuvo la estupenda colaboración de su enemigo. Pactó con los alemanes invasores i juntos pulverizaron a la Comuna i sus líderes. Marx los llamó, socialistas utópicos. La Comuna, por carteles o afiches que todavía se conservan, llamó a sus “hermanos” del ejército francés, a unirse a ellos, porque la hora de un gran combate de los pueblos contra sus opresores, había llegado
COMMUNE DE PARÍS
Le peuple de París
Aux soldats de Versailles
Fréres
Así comenzaba el llamamiento, a unos “hermanos” que prefirieron, por el dinero del Banco de París, manejado por el doble traidor de Thiers, luchar como una guerra civil, olvidando el deber de patria grande i libre.
I esta lección es la que Martín Guédez ha querido recordarnos. Afortunadamente contamos con la mayoría de este pueblo grande, especialmente el de Caracas i gran parte de la Armada Nacional, porque no descarto los compromisos i las pasiones oscuras. Mas, este proceso revolucionario ha implantado como nunca una democracia participativa i protagónica ejemplo para América i el mundo i una manera de gobernar realmente para todos, pero especialmente para el pueblo, para los marginados de siempre que, por primera vez se sienten ciudadanos de verdad. Cuando el ejercito de Thiers alcanzó la victoria, según el historiador Carl Grimberg, “la represión fue despiadada, cruel y arbitraria”. I más adelante dice: “Hombres, mujeres y hasta niños, fueron fusilados simplemente por llevar las manos manchadas de pólvora o calzar botas militares”. La mayoría de los prisioneros fueron fusilados en masa. Thiers se convirtió en “el asesino de París” i la Asamblea Nacional, como en La Isla de los Pingüinos de Anatole France al bandido Kraken, a Thiers lo declaró “benemérito de la Patria”.
Luego de que hayan leído este final, ¿Imaginan lo que hubiese sucedido en Venezuela, si el “carmonazo” de Pedro Carmona El Breve, dura más de las 47 horas infames que trascurrieron durante el genuino Golpe de Estado? Si en apenas 47 horas, hicieron cosas como tres que paso a mencionar, fuera de las cientos que se sucedieron en toda la capital i en algunos estados, ¿Qué atrocidades, asesinatos, violaciones, secuestros, incendios, destrucciones i miles de barbaridades, no se hubiesen dado? Recuerden:
1.- El asalto a la Embajada de Cuba. Las agresiones, destrucción de vehículos, una damita de la sociedad civil con un asta de bandera perforando un parabrisas, abogados i señores arrancando las portezuelas, un troglodita gritando como un energúmeno amenazas de que tendría que comer las alfombras i otras cosas, porque no le dejarían agua, luz ni alimentos, pese a haber mujeres i niños en la embajada i un alcalde de “facies” de orate con exolftalmos, apoyándolos i violando todos los derechos internacionales posibles, pero acobardado ante la dignidad i entereza moral de un embajador con clase de verdadero hombre.
2.- El irrespeto a la vivienda, familia i al propio diputado Tarek William Saab, un hombre joven, brillante, con estudios i títulos, secuestrado en una camioneta policial como un vulgar delincuente, sin derecho a defensa alguna. Si eso fue con una personalidad así, que aguardaría a otros hombres de pueblo seguidores del proceso i del presidente Chávez.
3.- El arresto como si se tratara del estrangulador de Londres revivido, para el Ministro de Relaciones Interiores, Rodríguez Chacin, alto Jefe de la Armada i ciudadano honorable, sacado ex profeso por el frente de su apartamento, esposado como un criminal i expuesto a insultos i golpes de una sociedad civil, “sumamente decente i civilizada” i otro Alcalde como maestro de ceremonia. I en el estado Táchira, un hombre valiente, inteligente i sereno como Ronald Blanco La Cruz, recibía igual tratamiento.
Fuera de esto, otros muchos atropellos como si fuese una invasión de bárbaros, tomado la televisora nacional i otros muchos acontecimientos, mientras las Televisoras festejaba i engañaban, igual que la prensa, i un amanerado “conmovido” anunciaba con sonrisa sardónica: “Tenemos nuevo presidente” i el “presidente autojuramentado” anunciaba que el país estaba en plena tranquilidad. Si este golpe dura siquiera tres o cuatro días, el país se hubiese en ensangrentado totalmente; los muertos hubiesen sido por miles, los atropellos sin límite i hasta quienes defendemos el proceso con el aporte intelectual, habríamos sido asesinados, presos o vejados. Fue una muestra de horas apenas, pero presagiaba algo así como la GESTAPO nazi hacía con los judíos en la Alemania de Hitler. Era establecer el fascismo más fiero i tecnificado del siglo XXI. Era declarar la muerte de la libertad, la justicia i la paz. Jamás vimos en pocas horas, una muestra más cruel de odio i de revancha social. Hai que temer a la fiera herida; enseñó sus garras i este proceso revolucionario, ha tenido i sigue teniendo demasiada bondad, legalismo ingenuo i confianza en los logros. No señores, los Thier i los Miquilenas abundan como la verdolaga en las oligarquías de derecha i cultores del dinero i los privilegios. Recordemos a la Comuna de París…i recordemos lo que hubiese pasado si el pueblo más valiente i corajudo de América, el bravo pueblo de Caracas, no baja de los cerros i rescata la democracia más genuina de nuestra historia. Le doi las gracias ahora, a este amigo desconocido, Martín Guédez por su estupendo escrito.