PDVSA, en latifundios, es vaca de ubres enormes

Trampas de latifundistas contra PDVSA

            Cuando los españoles comenzaron a cansarse de espaturrar indios, iniciaron el proceso de colonización. Los adelantados, jefes de las partidas o pandillas españolas, vueltos colonizadores, por lo dispuesto en los contratos que firmaban con la corona, estaban obligados a fundar pueblos y repartir tierras entre sus hombres. Fue esto último lo que se llamó el Repartimiento.

           Pero al trazar los pueblos por fundar, debían asignar espacios para determinadas cosas como las iglesias, plazas públicas y demarcar calles. No es azaroso que en nuestras ciudades iglesia y plazas se miren las caras.

           Por el Repartimiento, los adelantados al asignar lotes de tierras a sus acompañantes, debían dejar entre uno y otro, espacios libres para los caminos. De modo que al darle a alguien un lote de tierras “realengas”, o del rey, debía preverse el tránsito, tanto en las áreas cercanas a las poblaciones como en las de tierra adentro.

         En nuestro caso, esas “Leyes de Indias”, más viejas que la nación misma, previeron que en el llano, para ubicarnos en un espacio que nos permita mejor hablar del asunto, al repartir de esas tierras “realengas” o del rey, debían dejarse espacios de uso público, para los caminos.

            En Anzoátegui, aunque Chávez, siempre avizor, lo ha advertido en varias partes, hasta en Barinas misma, es poco frecuente se denuncie un latifundio o una propiedad ilegalmente usufructuada. Pese a que sabemos que el venezolano suele ser muy relancino y dado a arrimar los límites, como aquellos hermanos Onza, Tigre y León, que en “Doña Bárbara”, movían todas las noches, desde las tierras del hato El Miedo, de la Doña, hacia adentro  de “Altamira”, el de la familia Luzardo.

          Uno no es experto, pero por pura intuición y unas cuantas observaciones, sabe bien que en esta entidad el latifundio campea y abunda como la garrapata llanera. Cientos y hasta miles de hectáreas se dedican para que tres o cuatro cuadrúpedos pasten y vayan de aquí a allá. O mejor les pasean para dar la idea que son muchos. Hoy están de este lado y dentro de un mes, porque eso da mucho trabajo, de aquel. Así disfrazan el latifundio que produce real pero haciendo trampas a PDVSA, que hace de vaca gorda, grande y de enormes ubres.

          Pero antes de tocar lo que tiene que ver con PDVSA y el “derecho de paso”, llamemos la atención a quien viaja desde Barcelona, pasando por Anaco y El Tigre hasta llegar a Soledad o al puente Angostura. Mire a ambos lados y constate que donde termina una finca, inmediatamente comienza otra. No se conservan los espacios públicos que ya las “Leyes de Indias” ordenaban. De modo que el llanero no tiene por donde transitar y por hacer caminos o carreteras, sobre todo por la actividad petrolera, probablemente se ha tenido que indemnizar a particulares por  tierras que habiendo sido realengas, pertenecen al Estado.

        Cuando digamos desde Anaco, viendo a lo lejos la polvareda, volviendo otra vez a Gallegos, se habrán pagado miles de hectáreas realengas ilegalmente apropiadas por particulares.

       Un latifundista, esos de una propiedad que llega hasta allá donde el viento se devuelve, pero sólo tiene cuatro animales que pasea para que crean, que puede ser en parte o toda hasta ilegal, gana real por bojote, no produciendo leche o carne, por supuesto. ¡No! Él espera que PDVSA tenga que pasar un oleoducto o tubo de gas por “su propiedad”, cobra un cuestionado  “derecho de paso”  y, el latifundio o posiblemente propiedad dudosa, le sigue perteneciendo. Se dice que la “indemnización” suele estar por encima del valor del espacio territorial utilizado. ¡Ah! Se me olvidaba; si mientras se tiende la tubería, se pierde uno de los animales o ninguno, justificándose en algún accidente, el “ganadero” suele pedir a la petrolera el pago de unos cuantos.

            La propia Ley de Indias, creó lo llamado “Composición de tierras”, que permitió que un particular, valiéndose de un leguleyo o “Mujiquita” y un funcionario venal, por un papel hacía suyo lo que era propiedad pública. Esas mañas, siguen campantes.

          ¿Y los primitivos habitantes, los auténticos dueños? Pues exterminados o hundidos en la selva profunda para que les dejasen en paz.

          Hay mucha ropa por lavar.

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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

 damas.eligio@gmail.com      @elidamas

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