Con singular admiración, he leído una Carta al Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, firmada por los docentes de la Universidad Bolivariana de Venezuela, en relación al grave problema humano de cinco importantes etnias de la región zuliana de la Sierra de Perijá, una especie de crónica de un etnocidio anunciado, i del mayor desastre ecológico que pueda concebirse en el país, olvidando un hecho o una lección que la naturaleza muchas veces nos ha dado i que, resumo diciendo que una tonelada o mil toneladas de carbón (un recurso mineral no renovable) no vale lo que representa un solo árbol. Es más: son dos circunstancias que me llenan, por otro lado, de alegría i optimismo; primero, ser una de las mejores i más razonadas denuncias que jamás he leído i, segundo, firmada por profesores de la joven Universidad Bolivariana, lo cual me demuestra la calidad humana, conceptual i científica de ellos, a analizar, investigar i poner de manifiesto, los inmensos daños humanos, sociales i ecológicos que causa, un afán económico no de acuerdo a los ideales del proceso revolucionario bolivariano, pues Bolívar fue el primer ecologista (antes de concebirse esta ciencia del bien de la naturaleza) que haya conocido América i quizá el mundo. Lo denunciado, señor presidente, es propio del capitalismo sin entrañas o neoliberalismo económico, porque lo he repetido muchas veces, seguimos altamente contaminados de IV República, o nos aturde, como dice con fineza la denuncia, “tanta confusión de viejo signo”.
Esta carta está tan bien redactada, con buena sintaxis, sin errores gramaticales, con tanto espíritu de respeto, comprensión i decencia que, no merece repetir los muchos argumentos que expone para demostrar que en el Municipio Mara, quizá uno de los más pobres, descuidados u olvidados del país se está atentando terriblemente contra la naturaleza, desgarrando la piel del globo terráqueo como en una guerra o con el fuego, sino que se está atentando más todavía contra los seres humanos, contra hombres, mujeres, ancianos i niños de nuestras etnias autóctonas, destruyendo su hábitat desde los tiempos precolombinos, por una riqueza pasajera, por una explotación minera a cielo abierto que, no solamente alejará las lluvias, secará los ríos, destruirá la fauna, acabará con los embalses que dan agua a Maracaibo i gran parte de la costa oriental, sino que la acidificación que se genera en aguas visibles –como dice la carta− i en aquellos no tan evidente (manto freático) produce reacciones indeseables entre el carbón i el agua, generando ácido sulfúrico i demás compuestos químicos tóxicos, los cuales producen daño irreversible a la flora i a la fauna de grandes extensiones. Realmente un crimen ecológico inadmisible, cuando se desarrolla un proceso revolucionario que sensatamente ha colocado como prioridad al ser humano i no a la explotación irracional de las riquezas. Como expresan estos profesores, en su mayoría jóvenes i futuro para el futuro de las nuevas generaciones, se cava la tumba de poblados enteros de gente que ancestralmente habitaron la zona. Cosas como esta, no solamente estén en desacuerdo con el recién firmado Protocolo de Kyoto que ellos citan, sino con los principales considerandos del más conocido e importante, de los varios Decretos Ambientales que dictara el Libertador. El Decreto de Chuquisaca, firmado por Bolivar el 19 de diciembre de 1825, dice: Considerando: 1º- Que una gran parte del territorio de la República carece de aguas y por consiguiente de vegetales útiles para el uso común de la vida; 2º- Que la esterilidad del suelo se opone al aumento de la población y priva entretanto a la generación presente de muchas comodidades…etc. I en consecuencia ordena el cuido de los ríos, se reordenen cauces, se emprendan plantaciones regladas, cuido de bosques, etc., conminando a las autoridades locales a dedicarse a la solución de los problemas. Entonces, los deterioros i la erosión era por causas naturales; pero que en el presente sea una tragedia programada o planificada, es increíble. Ya la zona del Guasare es un buen ejemplo de ese desgarramiento de la naturaleza i de la vida; i lejos de ver cuantos problemas ha causado, se pretende seguir arrasando la región hasta el piedemonte de la hermosa Sierra de Perijá, que guarda 9 de los 18 órdenes de mamíferos que hai en el mundo i guarece a los ríos Apón, Palmar, Guasare i Socuy, i tiene un pico de 3.360 metros (Pico Tetari) que es el páramo zuliano. Comprendo todo el valor comercial que va implicado en esto de la explotación del carbón, pero de que es irracional a futuro lo es. Mas, lo que pasa es que allí están metidas muchas trasnacionales e intereses criollos, lo mismo que en el puerto de aguas profundas i otros negocios similares. Aquí está el mismo descuido que se tiene con los pueblos de la Costa Oriental, del lado allá del muro de contención i del progresivo hundimiento del suelo. Mañana, serán las tragedias, de las que nadie tendrá culpa alguna. Se están sacrificando la vida i el porvenir de cinco etnias indígenas Bari, Yukpa, Japreria, Wayuú i Añú, mientras nos regocijamos que con nuestra estupenda Constitución Bolivariana, los hemos hecho por primera vez, verdaderos ciudadanos venezolanos. Señor Presidente, lea con detenimiento esta carta respetuosa i llena de verdades. Recuerde que he dicho muchas veces que estoi dispuesto a seguirle con sus ideas de soberanía i felicidad de la patria, hasta la muerte; pero que, también, le he advertido que se fije en quienes le rodean. Hai mucho falso venezolano, disfrazado de revolucionario i el “gen” social de la corrupción, “ADCOPEIMASETC58-98” está en muchos cromosomas. Los firmantes están dispuestos a defender sus verdades; ayúdelos a defender los Derecho Ambientales i los Derechos de los Pueblos Indígenas, que consagra nuestra bella Constitución.